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Capítulo XIX
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-¡Bájate del auto, ahora!- ordenó Fred mientras se acercaba un paso más hacia nosotros

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-¡Bájate del auto, ahora!- ordenó Fred mientras se acercaba un paso más hacia nosotros. El fortachón apretó con más fuerza el volante, a tal punto, que se produjo un quiebre en el.

No supe bien en que momento sucedió, pero en cuanto mire de nuevo hacia Fred, Edward estaba allí, delante del auto, enfocado en Fred. Y no estaba solo. Esme, Alice, Jasper e incluso la odiosa de Rosalie, se encontraban con él; todos alrededor de mi auto, formando una especie de escudo protector con sus cuerpos.

Unos aullidos resonaron entre medio de los siseos producidos por los Cullen. Y pude reconocerlos. Jacob y su manada estaban acercándose. Podía oír sus pisadas y el latir de sus corazones al bombear sangre. Solo sería cuestión de unos minutos y ellos se harían presentes también.

-¡No me obligues a ir por ti!- Fred estaba cada vez más molesto y dio otro paso decidido hacia el auto. Pero fue en ese preciso momento en el que un enorme lobo color arena saltó enfrente suyo, enseñándole sus dientes e impidiendo que avanzara más.

Aquella acción no sorprendió a los Cullen, ni mucho menos el enorme lobo que se colocaba delante de ellos. Parecían aliviados ante su llegada.

Estaba más que segura que era la primera vez que veía a aquel lobo, por lo que no supe se trataba de algunos de los chicos a los que no había visto en forma lupina, o si se trataba de alguien a quien nunca había visto, ni siquiera en su forma humana. ¿Pero quien? ¿Quien era aquel lobo que se mostraba desafiante y agresivo ante Fred? ¿Pertenecía a la manada de Jacob? ¿O de Sam?

Pasaron unos minutos y, tal cual había predicho, Jacob se hizo presente con su manada.

Embry y Quil se colocaron a ambos lados de Fred, mientras que Jacob se posicionó a la par del lobo color arena, el cual solo era centímetros más bajo que él. Pero faltaba alguien. Leah. Buscaba en las cercanías de los árboles. Y mientras lo hacia, y trataba de averiguar que tramaban todos juntos, un dolor de cabeza, mucho más fuerte que el anterior, me obligó a cerrar mis ojos, trayendo con ello imágenes poco nítidas.

-Narel ¿Estás bien?- la voz de Emmett sonaba baja y lejana para mis oídos.

-Desabrocha su cinturón.- ordenó Carlisle a su hijo y, este, obedeció.

Mi respiración se cortó de golpe y mis latidos disminuían. Todo se estaba volviendo más oscuro en mi mente. Las imágenes pasaban a una velocidad poco visible. Pero iban formando un concepto en si.

Podía sentir los dedos gélidos del doctor Cullen sobre mi cuello, controlando mi pulso. Las manos de Emmett estaban tratando, entre la desesperación y la concentración en Fred y su alrededor, de quitar el cinturón de seguridad, maldiciendo ante su vano intento.

【MONSTRUO】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora