Capítulo 5

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Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman.

Santiago 1:12

Ismael iba subiendo las escaleras, la casa se encontraba completamente a oscuras, el joven había quedado solo en la diminuta capilla luego que Jeremías se fuera de golpe de allí, se dedicó a ordenar las cosas que Jeremías había utilizado para el ritual del bautismo y se quedó secando piso.

La única luz que había encendida en la casa provenía de la habitación de Jeremías, quien había dejado su puerta entornada.

Lentamente se acercó hacia la habitación y procuraba no hacer demasiado ruido, comenzó a sentir un murmullo pero no lograba descifrar mucho lo que decía.

Llegó hasta la puerta y se quedó viendo atrás de ella lo que el sacerdote hacía. Allí estaba él, con su rosario en mano en mano, arrodillado sobre su cama, rezando. Finalmente pudo oír las palabras que salían de la boca de aquel hombre.

En esta noche, amado San Miguel Arcángel, vengo a rogar tu protección.

A ti que cumples el noble deber de luchar contra la maldad para proteger el reino de dios.

Te pido protejas mi ser que queda vulnerable a los intrusos y maldades.

Te pido, que con tu espada protejas a quien busca hacerme daño mientras sueño.

Alejes a los enemigos que aprovechan la noche para asediarme.

Amado San Miguel, hermoso y fiel a dios.

Cuida este ser humano que tiene temores, fe y amor a dios.

Utiliza tu ejército de arcángeles para impedir que la maldad entre a mis sueños y permite el descanso.

Te pido, abogues por mí ante dios.

Cuida la iglesia que se encuentra en mi corazón.

Te pido me ayudes en el descanso y cuides de mi ser. Amén.

Jeremías tenía su torso completamente desnudo, Ismael pudo apreciar lo bien formado que el hombre estaba y la vellosidad de su pecho que lo provocaba mucho. No pudo evitar tener una erección al ver a Jeremías de esa manera tan sensual en su cama, purificando su alma y sus pensamientos a través de la oración, no sentía deseos de molestarlo, quería seguir disfrutando de aquel espectáculo erótico y espiritual.

Finalmente tuvo que golpear la puerta de la habitación del Padre y procedió a entrar en la misma.

- Disculpa Padre, no quise interrumpir sus plegarias.

- No me molestas Ismael... ¿qué necesitas?

- Bueno... no me ha indicado cuál es mi habitación... no sé a dónde debo dirigirme...

- ¡Oh cierto! ¡Que distraído que soy!

Jeremías salió de su habitación y se dirigió hacia el final del pasillo, abrió la puerta de una habitación que se encontraba bastante alejada de la suya y le dijo que durmiera allí. Ismael se mostró un tanto descontento con la situación y le recriminó al sacerdote lo alejada que se encontraba la habitación. Jeremías se justificó en el hecho de que quería darle un poco de privacidad al joven y por eso había elegido esa habitación para él. Pero Ismael no quería quedarse allí.

Jeremías cerró la puerta de esa habitación, y se dirigió a otra que se encontraba justo al lado de la suya y abrió la puerta.

- ¿Esta te gusta más? Preguntó el sacerdote.

El Monaguillo del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora