Capítulo 12

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No me ruegues que te deje y que me aparte de ti; porque a dondequiera que tú vayas, yo iré; y dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.

Rut 1:16

Ya era temprano por la mañana, Jeremías estaba bajando la escalera para dirigirse hacia la cocina y preparar el desayuno. Al final de la misma lo esperaba Ismael de pie, ya con todos sus bolsos prontos. La expresión de la cara del joven era dura, inexpresiva, ni siquiera le dirigió la palabra.

Jeremías le pidió que no hiciera eso, que fuera a desayunar con él, pero Ismael hizo caso omiso y se quedó de pie completamente inmóvil ignorando por completo al hombre.

Jeremías le suplicaba que no hiciera eso, el cambio iba a ser lo mejor para los dos, pero Ismael no lo miraba, lo ignoraba completamente.

El sacerdote dio comenzó a enfurecerse con la actitud infantil de Ismael, lo tomó de los hombros y fuertemente comenzó a sacudirlo.

- ¿POR QUÉ ME HACES ESTO?? ¿QUÉ QUIERES DE MI?? Gritaba casi descontrolado Jeremías – ¡NO ES CORRECTO QUE VIVAMOS JUNTOS Y HAGAMOS LAS COSAS QUE HACEMOS!! Continuaba gritando el hombre.

Ismael no decía nada, continuaba sin reaccionar, hasta que finalmente se zafó de los brazos del sacerdote, le dio una fuerte bofetada y un empujón que lo tiró al piso.

- ¡Cagón! Eso es lo que eres Jeremías... ¡un completo cagón! Procedió a decirle Ismael con mucho odio en su tono.

- Si ser un siervo del Señor me convierte en un cagón... entonces lo soy... le respondió Jeremías desde el suelo y sin levantar la mirada.

- Yo creí que era especial para ti... ¡para qué me sacaste del basurero en el que vivía, si ahora me vas a dejar tirado con esos novicios!

- Porque ese lugar no era bueno para ti ¡y lo sabes!

- Quiero que me mires a los ojos y me digas que no me amas Jeremías...

- Sabes bien que no puedo hacer eso... yo te amo Ismael... pero no puedo amarte de la manera que tú quieres que yo te ame...

- ¿Estás seguro de eso Jeremías?

Ismael se acercó hacia donde estaba Jeremías y comenzó a acariciar su rostro, acercó sus labios a los del sacerdote y lentamente comenzó a besarlo. Jeremías no puso resistencia alguna. Él comenzó a besar al joven también.

El beso se fue haciendo cada vez más intenso, Ismael comenzó a quitar la ropa de Jeremías, lentamente fue quitándole la sotana al sacerdote quedando su pecho atlético al descubierto. Fue besando cada centímetro de ellos. Saboreando la piel de sus pectorales y sus tetillas, las cuales mordisqueaba lentamente dejándoselas duras.

Jeremías gemía con cada mordisco de sus sensibles pezones, lo disfrutaba y eso Ismael lo notaba.

- ¿Ves que puedes amarme de la manera que yo quiero que me ames?

- Eres un ser muy malvado Ismael... no puedes hacerme esto...

- Puedo y lo hago... ¿no lo ves?

- Esto está mal Ismael... no podemos seguir con esto...

- No veo que te opongas Jeremías... ¿aún quieres enviarme a ese convento?

- No me pongas en esa encrucijada Ismael... debes ir para allá.

Ismael comenzó a besar el torso de Jeremías nuevamente, esta vez fue bajando lentamente hasta su ombligo y volvía a subir otra vez... a medida que lo besaba comenzó a bajar su mano izquierda hacia el entrepierna de Jeremías y comenzó a manosear sus genitales descaradamente, apretaba el pene del sacerdote y lo masturbaba por encima de la ropa.

El Monaguillo del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora