Capítulo 13

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Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni ángeles ni principados ni otra ninguna criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios que se funda en Jesucristo nuestro Señor.

Romanos 8:38 y 39

Dado el extraño acontecimiento sucedido con la Hermana Teresa, la policía centró su investigación en la congregación, tenían la sospecha que alguien allí adentro estaba queriendo atentar en contra de ellos.

Sus integrantes fueron interrogados uno a uno sin excepción de ninguno, por lo que Ismael también era parte de la investigación e integraba la lista de sospechosos, al igual que el Padre Jeremías y demás autoridades.

La jornada estaba siendo eterna, los interrogatorios con cada uno no bajaban de los cuarenta y cinco minutos cada uno, y nadie podía abandonar la congregación mientras el interrogatorio se estuviera llevando a cabo.

Finalmente llegó el turno del joven, Ismael se dirigió de manera muy tranquila hacia el despacho del Padre Jeremías.

Allí adentro estaban dos policías, un hombre y una mujer, de mediana edad cada uno. Lo miraron de manera seria y le pidieron que tomara asiento.

- ¿Nombre? comienza con el interrogatorio la mujer.

- Ismael...

- ¿Ismael, qué?

- Ismael Erraskin

- ¿Cuál es tu función aquí?

- Soy un feligrés, cumplo la función de monaguillo en la parroquia.

- ¿Qué nos puedes decir de Lucas Galindo? ¿Qué vínculo tenían?

- Pues... ¡ninguno! Solamente somos colegas aquí en la congregación... nada más... tengo un vínculo bastante superficial con la gente aquí...

- Nos contó Andrés Gutiérrez que tú vives con el Padre Jeremías, que él junto a Lucas, estuvieron contigo en tu casa cuando el Padre se encontraba de viaje, ¿eso es tener una relación superficial? Interrumpió el policía masculino.

- Sí, ellos fueron a quedarse en la casa, pero no por eso se convierten en mis amigos, tenemos buena onda, pero nada más...

- Algunas personas en la congregación marcaron que Lucas era un tanto cercano contigo... le dijo la mujer.

- ¿Cercano cómo? Pregunta desafiante Ismael

- No sé, eso te preguntamos nosotros, le respondió el hombre.

- Pues, no sé lo que les dijeron, pero el trato que yo tenía o mejor dicho, tengo con Lucas, es igual al que tengo con el resto de la congregación...

- ¿Y por qué estás viviendo con el Padre Jeremías? ¿Qué sucede con tus padres? Le preguntó la mujer.

- Mis padres son unos drogadictos que viven cada dos por tres metidos en la cárcel, la última vez yo termine en un correccional por culpa de ellos. Fue entonces que conocí a Jeremías y el me trajo a vivir a su casa, para alejarme de todo ese ambiente. Y se lo agradezco mucho, tenía una vida de delincuencia junto a ellos y él me ha enseñado el camino del Señor y la senda del bien.

- ¿Y con la Hermana Teresa? ¿Qué nos cuentas de ella? Continuaba preguntándole la mujer.

- Ha sido una tragedia horrible, no puedo creer lo que le ha pasado todavía, ella fue mi catequista todo este tiempo, una mujer maravillosa, todo lo que aprendí de la biblia fue gracias a ella. Rezo por ella todo el tiempo para que despierte pronto y vuelva con todos nosotros.

El Monaguillo del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora