Capítulo 9

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Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza.

Timoteo 4:12

Jeremías no pudo resistirse más, finalmente tomó al joven y comenzó a besarlo apasionadamente, lo besaba con deseo, Ismael hacía lo mismo con Jeremías, los dos hombres estaban comenzando a darle rienda suelta a las ganas que tenían contenidas desde hacía tiempo.

Jeremías continuó besando el cuello a Ismael, eso excitaba demasiado al joven y se lo hacía saber al sacerdote, quien finalmente se había rendido a sus encantos.

El pene de Jeremías estaba completamente duro, a punto de explotar por dentro de sus pantalones, al igual que el pene de Ismael que ardía de pasión por él.

Los dos seguían besándose desesperadamente, Ismael comenzó a quitarle la sotana al cura quedando su pecho peludo y musculoso al descubierto, el joven besaba cada centímetro de su torso con mucho deseo, finalmente todas sus plegarias habían sido escuchadas y Jeremías era finalmente suyo.

Ambos iban excitándose cada vez más a medida que pasaban los minutos la expresión de sus rostros cambiaron completamente con el placer que sentían, parecían estar endemoniados y sumamente entregados al pecado de la lujuria.

Esa misma noche cuando Ismael había terminado de ducharse y se disponía de irse a su habitación a dormir, volvió a ver que Jeremías estaba rezando en su cuarto una oración similar a la de la vez que se había auto flagelado y lo hacía llorando. Decidió entrar en la habitación de Jeremías e increpar al hombre por lo que estaba sucediendo en su habitación.

- Jeremías, ¿por qué lloras?

- El Señor ha sido testigo de mi pecado... ¡mi horrible pecado!

- ¿Y cuál sería tu pecado? ¿Estar conmigo es un pecado para ti?

- No estuvo bien lo que hicimos, ¡nosotros le debemos nuestra castidad a Dios!

- Lo lamento mucho por el Señor, pero yo te amo... no puedo seguir a Dios en esta... ¡te amo Jeremías! ¡Entiéndelo, TE AMO!

- Yo también te amo Ismael, pero debo amarte como un padre, no como un amante...

- ¡No me vengas con esas patrañas ahora! Me hiciste el amor apasionadamente y lo deseabas tanto como yo... ¿por qué resistirte? El amor no es pecado, amar a una persona no es pecado... y Dios lo sabe muy bien, sino no permitiría que las personas se expresen...

Ismael se acercó a Jeremías y lo abrazó, éste quiso resistirse pero no pudo, su amor y su deseo hacia Ismael era más fuerte que cualquier mandato que su fe católica le exigiera y esa noche por primera vez Ismael se quedó a dormir en la cama de Jeremías, toda la noche abrazado a él.

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La Hermana Teresa salió de la oficina de Jeremías rumbo a la biblioteca, en el camino se cruzó con Ismael que iba hacia el mismo lugar, pues los dos tenían sesión de catequesis. La mujer lo saluda con cortesía y el joven hizo exactamente lo mismo. Mantenían un trato cordial pero la realidad era que ninguno de los dos se soportaba. La religiosa se daba cuenta de los sentimientos que se tenían Jeremías e Ismael, los cuales no aprobaba en absoluto y el joven por su parte veía en la mujer un obstáculo en su relación con Jeremías.

Teresa era una mujer muy observadora a la que no se le escapaba ningún detalle, mientras charlaba con Ismael no podía dejar de ver el cuello del joven, pues presentaba un moretón bastante obvio en el mismo e Ismael tampoco se preocupaba mucho por disimularlo, por el contrario, parecía que quería lucirlo.

El Monaguillo del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora