Capítulo 15

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Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa?

Mateo 6:25

Ismael se estaba dirigiendo desde la cocina hasta su habitación, en el camino pudo ver que Jeremías se encontraba en la pequeña capilla que tenía instalada en su casa, el joven ingresó discretamente y se sentó junto al sacerdote, este lo miró y le sonrió. Ismael por su parte le devolvió la sonrisa y tomó la mano del hombre.

- Qué bueno que entraste Ismael, justo estaba pidiéndole al Señor por la salud de Teresa.

- Yo también las tengo en mis plegarias Jeremías, pronto sanará, ya lo verás...

- Ya que estás aquí Ismael, podríamos orar juntos por ella ¿no te parece?

- ¡Sería muy bueno que lo hiciéramos!

Jeremías tomó de la mano a Ismael y se puso de pie, lentamente se dirigió con el joven al frente del pequeño altar que allí había, lo tomó de las manos y se pusieron a rezar.

Glorioso padre de los cielos, hoy te pido

Por la sanación de la Hermana Teresa cuya enfermedad agota sus fuerzas y su energía,

Haz que se recupere de cuerpo y alma

Y que la dicha de su salud vuelva al estado

De antes.

Sé que me escucharás y ambos

Te estaremos agradecidos. Amén.

El joven soltó las manos del sacerdote y en silencio procedió a marcharse a su habitación. Jeremías por su parte decidió quedarse un momento más en la pequeña capilla.

A la mañana siguiente Ismael se levantó muy temprano de la cama, el Padre Jeremías aún continuaba durmiendo. En silencio se metió en el baño y tomó una ducha, se vistió y se fue a la cocina a preparar el desayuno para los dos.

Cuando terminó de preparar el mismo, Jeremías bajaba por las escaleras y listo para comenzar su rutina diaria. Quedó gratamente sorprendido al ver que el joven había preparado el desayuno para los dos. Tomó a Ismael por la cintura y le dio un apasionado beso, él joven se entregó por completo al beso que le dio su apasionado amante.

Cuando terminaron de desayunar, Ismael se levantó rápidamente de la mesa y se dispuso a salir de la casa, el sacerdote le preguntó hacia donde se dirigía y él le respondió que se iba a ver a la Hermana Teresa.

Media hora más tarde el joven ya se encontraba en el lugar, discretamente se fue dirigiendo hacia la habitación de la mujer. Cuando llegó hasta allí, se encontró con la sorpresa de que los investigadores se encontraban junto a una enfermera intentando comunicarse con la religiosa.

Ismael quedó petrificado al ver semejante escena, si lograban comunicarse con ella, todo estaría perdido. Continuó avanzando discretamente hacia la habitación e intentaba escuchar todo lo que allí sucedía.

- Oficiales, la Hermana no está en condiciones de declarar nada, ¡ya se los comunicó el doctor ayer! Protestaba la enfermera.

- Sí, lo sabemos, pero queremos probar una pequeña cosa con la señora, le respondió la mujer policía.

El Monaguillo del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora