No puedo creer que me encuentro ahora mismo de frente a la persona más hermosa de todo el mundo, Chris Hemsworth. Su rostro sereno se encuentra cada vez más cerca de el mío y mi respiración se corta por cada paso que da hacia mí. Está a punto de juntar sus labios con los míos cuando me caigo. Sí, me caigo pero de la cama. Sólo era otro de mis maravillosos sueños. ¿Qué? ¿Uno no puede ser feliz soñando con un papasito como Chris Hemsworth hoy en día? No van a negar que lo es.
Miro hacia arriba y me encuentro con la razón de mi caída, mi madre. Una mujer alta, con ojos marrones claros al igual que los míos y con cabello muy largo oscuro. Lo que más le envidiaba era su perfecta figura a pesar de haberme tenido en su barriga por meses.
Oh no, al parecer hoy es uno de esos días. ¿Es que acaso no puedo dormir en paz?
-Levantate, ya es tarde-. Ordenó amenazante mi madre.
Mi madre es la famosa diseñadora de modas Marilyn Romero y a veces ella me lleva a su trabajo pero no diseñando ni nada parecido, claro que no, sino limpiando u ordenando papeles. Según ella esto me ayudará a no ser una vaga en un futuro.
Me levanté del suelo y entré al baño a cepillarme los dientes para luego darme una ducha. Abro el grifo en el lado caliente ya que siempre me ayuda a relajarme. Estuve como diez minutos cuando mi madre vuelve.
-¡Natasha Kristal Johnson Romero! ¡Te dije hace un rato que era tarde así que más vale que te apures!-. Gritó mientras le daba puños a la puerta.
-Ya voy, mamá-. Contesté.
Una persona no puede tener un momento en paz aquí.
Salí de la ducha envuelta en una toalla y me dirigí a mi habitación. Me coloque unos jeans negros rasgados en cada rodilla con una camisa rosa gastado. Me puse los vans azul cielo y me desenredé el cabello para así dejarlo suelto ya que lo tengo lacio. Acto seguido me miré en el espejo y sí, definitivamente pienso que me veo bien. Es que vivir con una diseñadora no es fácil como algunos creen.
Bajé las escaleras y me encontré con mi padre desayunando en el comedor. Era un hombre alto, con un poco de músculos, ojos azules como el mismisimo cielo y pelo castaño.
-Hola papá-. Saludé a mi padre con un beso en el cachete.
-Buenos días, cariño. ¿Cómo amaneciste?
-Bien, aunque en el suelo. Me caí de la cama cuando mamá me despertó-. Me reí y mi papá se unió a mi risa.
-Ay cariño, siempre haces lo mismo.
Cogí una manzana y le di un mordisco.
-Es que no puedo evitarlo y mucho menos si mamá sigue despertandome a gritos-. Dije recostada de la pequeña isla de la cocina.
-Es que si no lo hago así no te despiertas-. Dijo mi madre entrando a la cocina. Wow, un momento... ¿vamos para una fiesta y nadie me lo dijo? Ah no, es que mi mamá siempre se viste de esa manera. Hoy traía puesto un traje a la rodilla color rojo vivo y unos tacones negros puntiagudos. Comparada conmigo yo parezco a una vagabunda sin suerte de encontrar ni un centavo.
-Natasha, te he dicho de la manera que te debes vestir. Te lo dejo pasar hoy porque no va a estar casi nadie en la oficina pero ya sabes como te quiero-. Dijo dándome el desayuno.
-Sí mamá, lo siento-. Dije rodando los ojos.
Por lo menos no me obligó a cambiarme porque cada mañana es una pesadilla.
-¿Y qué harás hoy, papá?-. Pregunté mientras me comía el desayuno.
-Lo de siempre, ir a la empresa a atender unos asuntos. A lo mejor vuelva un poco más temprano hoy a casa.
-¡Qué bueno! Quiero comer contigo hoy
-¿De veras? Está bien cariño, haré todo lo posible por llegar temprano-. Me dijo mientras me daba un beso en la cabeza para luego irse al trabajo.
Mi padre es un famoso empresario y por eso siempre se pasa en el trabajo y llega tarde a comer. La verdad él es quien más me entiende.
-Vamos Nat, nos espera mucho trabajo hoy-. Dijo mi mamá recogiendo mis platos y los de ella para dejarlos en el lava vajillas.
-¿Ni porque hoy es sábado, mamá? Estoy cansada.
-Bueno, veremos si te dejo un poco libre hoy.
-Qué bien-. Dije mientras sentía una vibración en mi bolsillo trasero. Era mi celular. Tenía un mensaje de mi mejor amiga, Katherine.Habrá fiesta hoy en casa de Connor, ¿quieres ir?
Otra fiesta más, pensé. Connor era mi mejor amigo y hacía muchas fiestas casi todos los fines de semana. Él era un chico bastante guapo y musculoso por pasarse en el gimnasio. Muchas chicas se han ido detrás de él con esperanza de tener una oportunidad pero se desilucionan cuando se enteran que él es gay. Deberían ver sus caras, me dan pena y risa sobretodo porque el mismo Connor se los dice.
¿Tengo otra opción? Le escribí.
Yo no era muy amante a las fiestas pero siempre iba por distraerme y porque mis mejores amigos simplemente me obligan.
Te recojo a las 8pm me escribió Katherine.
Eso era lo bueno, al Katherine tener 18 años ya ella poseía la licencia de conducir y podía venir a buscarme.
Estaba bloqueando el celular cuando llegamos al trabajo de mi madre. Era un edificio de 8 pisos en el que mi mamá diseñaba y luego se los pasaba a los demás empleados para que cocieran el atuendo y todo lo demás.
Me bajé del auto de mi madre y entramos al edificio. Allí nos recibió Nancy, la señora amable de detrás del mostrador del primer piso. Esperé a que mi mamá le diera sus órdenes para luego subir al último piso junto a mi mamá.
-Bueno Nat, comencemos. Trae aquellos papeles y organizalos para mandarselos a Nancy-. Ordenó mi mamá mientras se sentaba detrás de su escritorio.
-Sí mamá-. Dije mientras me dirigía al lugar que me indicó.
Bueno, hoy será otro largo día.
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Entre el Odio y el Amor
Teen FictionBrad es un joven algo egocéntrico que se fija en la única chica que no suspira por él. Un chantaje de su parte hace que la delgada línea que hay entre el odio y el amor se rompa, siendo el destino el encargado de unir o separar estas dos vidas.