Riley Blake llevaba una vida normal y aburrida como la de cualquier otro adolescente en su ciudad, pero todo tomó un inesperado giro cuando encontró una cámara que escondía secretos, los cuales fueron las pistas que la llevaron a la verdad.
Una bús...
Mis pies se movían con tranquilidad por el pavimento húmedo, horas atrás las gotas de lluvia habían caído con mucha intensidad, la ciudad había quedado mojada por todas partes y la llovizna aún seguía, a propósito pisaba dentro de los charcos de agua sucia en la dispareja calle aprovechando la protección que le daban a mis pies las botas contra agua que traía puestas. Tenía un buen rato caminando sin rumbo, simplemente salí de mi casa e intenté distraerme, estaba triste por todo el tiempo que estuve afuera de casa de Tyler, tocando a su puerta como una tonta, esperando a que el saliera, pero eso no sucedió, aunque estuve sentada bajo la lluvia esperando por él, nunca lo vi salir, ni siquiera se asomó al balcón frente a mi habitación.
Solté un grito que llamó la atención de algunas personas a mi alrededor en cuanto un auto pasó a gran velocidad a mi lado, uno de los neumáticos cayó en un bache lleno de agua estancada y entonces, quedé totalmente empapada, sin importar que el paraguas arriba de mi cabeza me cubriera. Evité la mirada de toda la gente a mi alrededor, algunos me veían con pena y otros se aguantaban las ganas de reír, pero nadie se preocupó por intentar ayudarme; incluso podía sentir pequeñas partículas de tierra mojada en mi rostro.
Cerré la sombrilla con indignación, de nada servía cubrirme de la leve llovizna si mi ropa ya se encontraba húmeda. Comencé a buscar entre los negocios a mi lado izquierdo alguno que tuviera algún espejo, para poder retirarme toda la suciedad de la cara, y entonces entré a una tienda llamada "Dallas shop", fruncí el ceño al leer el gran cartel frente a mí, y en seguida recordé al chico que fue a buscarme al colegio un día antes, su apellido era el mismo. Comencé a observar por el ventanal de la tienda, y no vendían algo en específico, a pesar de ser un local pequeño, tenían una gran variedad de objetos.
Me adentré en el lugar en cuanto mis ojos captaron un espejo, de inmediato comencé a quitarme la suciedad del rostro con la manga de mi suéter rosa pastel, dejándolo de un color café sucio en la orilla del codín. Mientras que me aseguraba de mantener mi cara limpia y sin ningún rastro de la tierra mojada que había quedado en ella, fui sorprendida al ver quien me observaba a través del espejo, justo a mis espaldas.
— ¡Joder! —Exclamé llena de susto mientras que me daba la media vuelta con torpeza, me llevé una mano a mi pecho sintiendo como este bajaba y subía son rapidez por mi respiración frenética. El chico frente a mí alzó sus manos en señal de inocencia y se echó para atrás mirándome confundido.— ¡Deja de buscarme!
Cameron Dallas estaba parado a un par de metros, alzó una ceja, su expresión era de confusión. Lo miré de arriba a abajo, y noté que lucía diferente, cuando fue a buscarme al instituto, se veía descuidado, le había crecido un poco la barba y su ropa estaba sucia. Ya se había rasurado, su piel se veía limpia y suave, tenía su cabello bien peinado y ropa presentable, incluso lucía muy guapo, me pregunté por qué el día anterior su aspecto era tan malo, pero ¿Que hacía ahí?
— ¿Qué? —Preguntó atónito.— Yo trabajo aquí, pensé que habías venido a buscarme. Por eso me acerqué a ti, lo siento.
— No, yo...
No terminé de decir mi oración porque una fotografía pegada en la pared, justo a un lado del mostrador llamó mi atención. Estaba enmarcada, y abajo de ella habían unas cuantas rayas en color negro pintadas en la pared blanca, fruncí el ceño mientras que me acercaba y entonces pude ver con claridad. Era una foto de Shawn, desde lejos pude reconocer su sonrisa opacando a todo lo demás, Cameron aparecía a su lado, e igual que la que había visto antes de ellos dos, esa también parecía ser una foto vieja.
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