Era el momento de alistarme para la cena, así que entré a mi habitación para envolver los regalos, pero una nota al filo de la ventana llamó mi atención, era él, tenía que ser él.
La desdoblé con cuidado preparada para lo que sea que fuera a decir.
¿Por qué un estirado como él, Mer?
¡Maxon no era un estirado! Lo admito, yo misma lo había pensado, pero ahora que había entablado una conversación civilizada con él me había dado cuenta de lo genial que era, un estirado no le hubiera comprado un regalo a May. ¿Por qué rayos estoy defendiendolo? Lo que debió haberme molestado era que Aspen quisiera explicaciones, ya no somos nada.
Arrugué el pequeño pedazo de papel y lo rompí en cachos, entre menos evidencia: mejor.
—¡America Singer! —escuché el grito de mi madre al otro lado de la puerta. —¡Espero estes alistandote! Debes ir muy guapa.
Bufé, pero aún así comencé a hacer lo que me pedía ya que verla enojada no era algo que quería.
Me puse uno de mis mejores vestidos, aunque a decir verdad no era lo máximo. Era simple y beige, su sencillez era lo que más me gustaba, era tan mono y se ajustaba tan bien a mi cuerpo y a mis gustos, era perfecto.
—¡Ames! —anunció May entrando a mi cuarto a lo que yo aventé una manta hacia los regalos recién envueltos.
—¿Qué ocurre May?
—¿Crees que me veo bonita? —Mi pequeña hermana traía puesto un vestido azul que contrastaba con su pelirroja cabellera, el vuelo de la falda de este encajaba perfecto con su estatura, se veía guapísima
—Te ves tan bonita que me opacas. —y era real, me sonrió y se sentó en mi cama como hacía síempre.—¿Te arreglo el cabello? —a modo de respuesta yo me acomodé en el piso para darle chance a que me trenzara.
May terminó de arreglarme y yo me levanté sacudiendo mi vestido a pesar de no verme tan increíble como May; me sentía guapa y eso era mucho.
—Bien, Ames, es tu momento de brillar —me dijo antes de bajar de la cama —Maxon es muy lindo y no me molestaría que fuera mi cuñado —comentó insinuante.
—Cielos May, no. —reí y salí del cuarto seguida por May.
—Oh vamos America, está guapísimo ¿Qué te cuesta? —rodé los ojos.
Ya estabamos camino a casa de los Broudilliete, yo llevaba un bolso con todos los regalos ocultos en él, Kota venía de amargado- como siempre-, Kenna y James venían lento por el embarazo de 7 meses de mi hermana, Gerald tenía plasmada su sonrisa de oreja a oreja como siempre que era navidad y May caminaba hasta dando brincos. Aún no comenzaba a nevar y eso era algo raro en Carolina, pero esperaba que para media noche los techos de las casas y las calles ya estuvieran cubiertas de nieve.
—¡Llegamos! —anunció entusiasta May.
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Cincos.
FanfictionEn la selección del Rey Clarkson él no eligió a Amberly, por lo tanto ella regresó a Honduruaga, pero conoció a un joven, a un cinco de Carolina y a pesar de todas las propuestas de matrimonio que tenía de doses y treses ella prefirió a este cinco...