Cincos.

Capítulo 15

Ahora, era momento de digerir todo lo dicho por Elec.

Ese 30 para amanecer 31 de diciembre en el que supuestamente habia muerto resultó ser el primer día de la traición de Kaleb, a sus cortos ocho años el niño era astuto y ambicioso, en una reunión de negocios del rey él escuchó una curiosa e intrigante charla, un par de rebeldes sureños se habían colado entre los invitados y buscaban una forma de violar la protección del palacio. Kaleb fue descubierto y en lugar de gritar o rogar por su vida, el niño les dio las respuestas que requerían.

Un semana después, ese treinta de diciembre, los rebeldes hicieron acto de presencia en el palacio destruyendo todo lo que se puso en su camino, pero Kaleb necesitaba a Elec fuera del juego, por lo tanto, sabiendo del corazón noble de su hermano mayor, provocó la caída de una doncella, Elec se detuvo a ayudar a la joven, pero los rebeldes fueron más rápidos, apuntaron y les dispararon,  al escuchar el disparo de los rebeldes ambos se tiraron al piso presas del pánico quedando inmóviles, ese pánico fue lo que salvó sus vidas.

Amellie, la doncella, ayudó a Elec a huir, ella era una rebelde norteña y al saber de la traición de Kaleb decidió esconderlo en el norte.

Así permaneció hasta ahora, acoplandose a la vida de un rebelde, ayudando en lo que podía en la busqueda de los diarios de Gregory Illéa, ya que eso era lo que buscaban los norteños, querían desenmascarar la verdas y buscar justicia para todos.

Pero mientras Elec desapareció, Kaleb aprovechó para continuar su asociación con los sureños, planearon poco a poco el golpe más grande, el 30 de diciembre de nuevo.

Esta vez iba por la corona, contó a los sureños las cosas que había averiguado, su padre solo había amado a una mujer en su vida, Amberly Station, una de las seleccionadas, esa fue toda la información que los rebeldes necesitaron para movilizarse y capturar a Amberly y a Maxon de paso.

El rey era un tirano, sí, pero solo hacía lo que su padre le había enseñado, cosas que el mismo Gregory Illéa había inculcado.

Después de una ardua batalla los rebeldes norteños habían logrado someter a los sureños, Maxon y Amberly estaban bien, ahora solo quedaba hayar al rey y a la reina.

—¡Feliz año nuevo! —gritó May de pronto, lo habíamos olvidado, era el primer día del año y nos habíamos concentrado en los problemas en lugar de en la fecha.

—¡feliz año nuevo!

Solo deseaba ver a Maxon, él estaba bien y volvería a Carolina, lo vería pronto.