Capítulo 21.- Me dueles

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—¿A qué hora compraste pizza que no me di cuenta?- Anya y Philip estaban en la puerta del departamento que la chica compartía con Luigi

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—¿A qué hora compraste pizza que no me di cuenta?- Anya y Philip estaban en la puerta del departamento que la chica compartía con Luigi. Ella estaba buscando la llave dentro de su pantalón.

El chico se encogió de hombros
—Hace rato, cuando babeabas mi auto mientras dormías.

Ella le pegó con su puño en el hombro —Estúpido, estoy cansada, no dormi nada anoche.

Él sonrió —Pero apuesto a que valió la pena, de seguro pusiste el higado de esa señora color verde de coraje, ¿o no?

Anya asintió sonriente
—Para qué te lo niego, la bruja tiraba chispas por los ojos, creo que nunca nadie le había dicho sus verdades en su cara- sin dejar de sonreír abrió la puerta y ambos entraron al pequeño departamento —¡Pingüino ya llegué!

No hubo respuesta.

—¿Pingüino?- esto le resultó muy extraño, Luigi siempre la recibía con una enorme sonrisa cuando ella llegaba.

Philip caminó detrás de Anya siguiéndola hacia una habitación, solo dejó el par de pizzas que traía en las manos en un sillón de la sala de estar.

En pocos segundos, Anya estaba abriendo la puerta de la habitación de su amigo; con la mirada lo localizó de inmediato sentado en el suelo, con un montoncito de telas en su regazo, con sus ojitos húmedos e hinchados por el llanto y un semblante de tristeza que no le había visto nunca.

—Pingüino, ¿Qué te pasó?- Anya corrió hasta su amigo y se puso de rodillas en el suelo, a su lado
—¿Qué te pasó?

Su amigo la vió con un dolor tan grande, que solo con mirar sus ojos, se podía distinguir que su corazón estaba roto. El pequeño Luigi apretó fuerte las telas rotas entre sus dedos.

Ella bajó su mirada hacia las prendas en manos de Luigi, tomó una y se dio cuenta que eran todos sus vestidos y batas, todos estaban rotos —¿Qué pasó?

Él comenzó a llorar una vez más
—Gail.

—¡Hooo mi vida!- Anya lo abrazó con ternura, a pesar que no estaba acostumbrada a dar abrazos así. Abrazó a su amigo con todo su cariño y odió con toda su alma verlo tan triste
—¡¿Qué le pasa al imbécil ese?! lo voy a matar al cabrón.

Luigi casi no podía hablar por el llanto —Por sus celos, se puso como loco y no pude calmarlo.

Anya lo soltó para mirarlo a los ojos con atención.

El pequeño sorbió por su nariz
—No es por la ropa Any, es por su acción que me siento mal. He recibido muchas críticas en mi vida, pero la ira con la que rompió mis cosas, la vergüenza que siente porque yo sea así... Me... Me duele mucho Any.

—¡Todo es mi culpa!, perdóname hermoso, nunca quise causarte daño.

—¿Philip?- hasta ese momento, Luigi no había notado la presencia del otro castaño
—¿Q... Qué haces aquí?- Luigi pasó una de sus manos por su rostro para limpiarse las lágrimas.

A La Novia Me Robaré Y Al Novio TambiénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora