¿Y si el amor de tu vida se va a casar con el peor error de su vida?...
Dafne sigue las intrucciones de su madre para ser una buena esposa aunque ella no sienta amor por aquel hombre..
Luigi tiene una relación seria con Gail, pero su amor no le es...
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Después de media hora de camino, se detuvieron en una estación de servicio que tenía una pequeña tienda y venta de gasolina. Todos salieron del automóvil y utilizaron la parte trasera del auto como una mesa.
—Esto es con lo que cuento- Anya metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó dos billetes de mediana denominación y los colocó sobre la cajuela del automóvil —Creo que podemos juntar lo que tengamos para cargar algo de gasolina, todavía estamos muy cerca, podrían encontrarnos.
—Yo estoy peor que tú- Luigi sacó unas cuantas monedas y un billete de pequeña denominación.
Anya hizo una mueca —Bueno, con esto tal vez logremos llenar medio tanque de gasolina.
—Yo terminé con mis ahorros- dijo Philip —Pero le robé su billetera a uno de los guardias.
—¡Wooow un chico malo!- sonrió Anya y ella tomó la billetera de manos de Philip, habían tres billetes de mediana denominación.
—Ser huérfano es cosa de sobrevivencia, no creas que siempre fuí el consentido del director, en algún tiempo también tuve que ser malo.
—Empiezas a caerme bien idiotita- Anya juntó todo el dinero.
Dafne aclaró su garganta y habló con su pequeña y tímida voz —Rafael estaba en el suelo y pues... Mis cosas estaban dentro de la casa yo...
—Tranquila Nita, ya estamos juntos y de alguna forma todo va a estar bien- Luigi abrazó a su hermana.
Ella respondió el abrazo antes de seguir hablando —Lo que quiero decir, es que como Rafael no había despertado, yo tomé su billetera- la rubia metió la mano entre sus pechos y de enmedio y al fondo de su brasiere sacó la billetera de piel color negra —No revisé todavía si tenía dinero.
—¡Esa es mi chica!- exclamó Anya emocionada y extendió su mano —¡Dafny eres magnífica!
Al abrir la billetera, salieron a flote un montoncito de billetes de alta y mediana denominación.
Con entusiasmo, Anya la besó con intensidad, podría vivir de esos besos por siempre.
—No empiecen con eso o no nos vamos a ir nunca- Luigi se metió enmedio para separarlas.
—Pingüino aguafiestas- refunfuñó Anya —Toma- dio a Philip un poco de billetes —Ustedes llenen el tanque de gasolina y nosotras compraremos algo de comida chatarra para llevar.
—¡Yo quiero papitas!- Luigi corrió como niño emocionado directo a la tienda.
—Ve con ellos- concluyó Philip —Yo me encargo de la gasolina.
Y así, el anochecer comenzó mientras los cuatro iban en la carretera. Conduciendo Anya con una mano y con la otra sostenía la de Dafne a su lado.
