Capítulo 1.- El testamento

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—Estamos aquí reunidos hoy, para dar lectura al testamento del ahora extinto, George Melquiades Bonilla

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—Estamos aquí reunidos hoy, para dar lectura al testamento del ahora extinto, George Melquiades Bonilla.

El canoso licenciado se acomodó en aquella mullida silla, frente a Rita y Rosalía Melquiades, hijas del extinto en cuestión. Era una pequeña junta privada, en la cual estaban solo ellos tres.

Ambas hermanas se miraban de soslayo, como si la distancia que había entre ellas fuera muy corta y el oxígeno tóxico.

Rita se removió incómoda
—Hable por favor, licenciado. Tengo muchas cosas que atender.

—¿Será acaso que ir a cobrar al banco lo que nos dejó nuestro padre, es la urgencia que tienes que atender?- dijo Rosalía en tono molesto y sarcástico. Su hermana ni una lágrima había derramado por su padre muerto. Siempre había sido una interesada, pero aún así, su actitud prepotente siempre alcanzaba nuevos niveles.

—Señoras...- conociendo a las hermanas Melquiades, decidió interrumpir sus argumentos antes de que iniciara una discusión épica —Estamos aquí, para dar lectura a la última voluntad de su padre. Les ha dejado una carta en la cual les indica a ustedes cuál es su última voluntad. Daré inicio, para no prolongarnos tanto- el viejo hombre, acomodó sus lentes por el puente de su nariz y comenzó a leer:

"Queridas hijas, sí, ambas son mis queridas hijas, aunque no lo crean ambas siempre fueron importantes para mí.

Reconozco que es en gran parte mi culpa su forma déspota y prepotente de ir por la vida, me equivoqué llenando con lujos y regalos sus vidas, concentrándome en otras cosas. Me culpo por haber descuidado las señales que claramente estaban, no debí consentirlas tanto y lamento profundamente su enemistad.

Dicen que nunca es tarde para enmendar las cosas, así que, esta es, mi última voluntad.

Mis bienes materiales, excepto la casa que a cada una de ustedes regalé, los dejo a cargo de Jorge, mi licenciado y mejor amigo. Él se encargará de venderlo todo y dar ese dinero a la caridad, para las personas de escasos recursos y algunas instituciones que se dedican a ese apoyo.

Y en lo que respecta, el dinero en mis cuentas bancarias, mis ahorros, los dejo con una condición y a una sola persona..."

Rosalía y Rita gritaron al abogado al mismo tiempo
—¡Eso no es justo!

El abogado se puso de pie igual que las señoras frente a él
—Lo siento señoras, esa fue la voluntad de su padre.

—Como siempre, tú serás la única que sabrá cómo sacar ventaja a todo y la única que podrá voltear todo a su favor, ¡Víbora!- gritó Rosalía a su hermana Rita al borde del llanto.

—Que seas una tonta hermana, no es culpa mía- respondió Rita y luego miró al abogado —Pronto tendrá noticias mías Licenciado.

—Y yo solo espero que su padre no se haya equivocado con tan radicales deciciones- murmuró el licenciado mientras veía a aquellas dos mujeres caminar a la salida sin dejar de discutir.

—Y yo solo espero que su padre no se haya equivocado con tan radicales deciciones- murmuró el licenciado mientras veía a aquellas dos mujeres caminar a la salida sin dejar de discutir

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A La Novia Me Robaré Y Al Novio TambiénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora