La expresión de incredulidad en el rostro de Lindy cuando vio salir a Serena como una exhalación del despacho se tornó en compasión. La gente que osaba enfadar a Leo Kerslake no duraba mucho en el banco y, cuando Serena se calmó, se dio cuenta de que recibiría la notificación del despido en cualquier momento.
Sin embargo, no sucedió nada ni aquella tarde, ni al día siguiente y, poco a poco, Serena se fue relajando. Al fin y al cabo, Leo no la había tomado en serio y habría pensado que no iba a dejar su trabajo por un absurdo pique entre los dos.
Durante las dos siguientes semanas, Serena no vio mucho a Leo. De vez en cuando, lo veía en el comedor, pero estaba tan ocupado hablando con los directivos, que apenas advertía su presencia. Otras veces, lo veía de refilón montando en el ascensor y, cuando sucedía, su corazón latía con fuerza.
Un martes por la tarde, Serena esperaba en su furgoneta para salir del aparcamiento, cuando vio a Leo abandonando el banco acompañado por una bella jovencita rubia que le llebava del brazo. La joven le sonreía y sus cabellos brillaban como el oro bajo el sol del atardecer. Vestía un elegante traje de color rosa y unos zapatos de tacón; toda ella irradiaba riqueza y glamour.
Súbitamente, se dio cuenta de su propio aspecto, vestida con vaqueros y una camiseta vieja y apretó el volante al verlos cruzar la calle, charlando animadente y riendo.
Tan sólo el claxon del coche que se encontraba detrás, hizo que Serena volviera a la realidad. Salió en dirección contraria a la de Leo y la joven, diciéndose una y otra vez que no era asunto suyo con quién saliera Leo. Sin embargo, aquella tarde tampoco pudo olvidar la imagen de Kerslake acompañado de la joven rubia. Afortunadamente, Candace la llamó y, de aquella forma, distrajo su atención.
-Vente a cenar mañana por la noche- dijo Candace que acababa de volver de su luna de miel por las maldivas-. Podremos hablar y verás las fotos de la boda-.
Serena no estaba segura de querer pasar la noche viendo fotos que le recordarían a Leo, pero el plan era más alentador que una velada sola en su casa y pensando en lo mismo.
- Me encantaría- contestó.
Al dia siguiente, Serena se encontraba de mejor humor y contenta de salir de casa aquella noche. Sin embargo, su buen humor se vio empañado cuando vio a Leo y a su novia rubia en el comedor del banco. Aunque la mesa en la que estaban sentados estaba ocupada también por otros ejecutivos, la joven no tenía ojos más que para Leo.
Como no le habían dado la orden de que sirviera un menú especial, se dispuso a servir el menú del día. Se acercó a la mesa para colocar unos rollitos de aperitivo y su nerviosismo le jugó una mala pasada. Consciente de que Leo la observaba, a Serena se le cayó la cesta en la que llevaba el aperitivo, que se desparramó por toda la mesa. Ante el desastre, se apresuró a limpiarlo, pero tiró un vaso de agua y tuvo que deshacerse en disculpas.
Roja de vergüenza, Serena arregló el desastre y se retiró, advirtiendo que Leo no apartaba la vista de ella. Podía imaginar la sonrisa de sarcasmo que cruzaría su rostro al ver que él era la causa de su turbación.
Fue un alivio cuando su jornada laboral terminó y pudo montar en un taxi con dirección a la nueva casa de Richard y Candace. Lo único que necesitaba era una copa que la animara y la hiciera olvidar la vergüenza que había pasado por la mañana.
Candace estaba guapa y morena y, cuando vio a Serena, la abrazó rebosante de felicidad.
-¡No sabes lo maravillosa que es la vida de casada!- exclamó mientras la dirigía al salón.
Pero Serena se quedó paralizada en la misma puerta al ver que Leo se encontraba en la misma habitación hablando con Richard. En cuanto se percató de la presencia de Serena, guardó silencio y la miró.
-¡No sabía que ibas a estar aquí!- dijo ella sin pensar.
- Para mí tambíen es una sorpresa tu presencia en esta casa- señalo él con frialdad.
Sus ojos grises mostraban una extraña expresión, una mezcla de diversión, irritación ante el constante antagonismo de Serena e, incluso, aprecio ante el aspecto de Serena. Llevaba, como siempre, sus vaqueros, pero, en aqulla ocasión, los había conjuntado con una camista de color verde esmeralda que contrastaba con el cobre de su pelo.
-Nos pareció una buena idea el que estuvieran los dos aquí- dijo Richard con cierto nerviosismo-. El padrino y la dama de honor juntos. Además, supongo que quieren ver el video de la boda.
Serena no pudo imaginar ni una sola cosa que le apeteciera menos.
- Estábamos allí, Richard- señaló-. Ya sabemos lo que pasó.¿ Podemos ver las fotos de las Maldivas-.
Puedes verlas después- dijo Candace, que ya estaba acostumbrada a la forma de ser de su amiga-. El video es muy divertido- añadió y le tendió a Serena una copa de vino-. Ponlo, cariño.
Leo y Serena fueron colocados juntos enfrente de la televisión mientras Richard preparaba el video.
- Te encantará- dijo Richard a Serena.
Richard conectó el video y se fueron sucediendo las imágenes de la ceremonia y de la recepción posterior. Apareció en él , Leo con su expresión ausente y Serena, con su horrible vestido y su aspecto de encontrarse fuera de lugar. Más tarde se sucedieron las escenas del baile y Serena tembló ante la idea de que la hubieran filmado bailando con Leo. Desgraciadamente, así había sido y se vio en brazos de Leo, como si se encontrara en los del hombre de su vida, relajada y con los ojos cerrados. El rostro de Leo no podía verse, pues el cabello de Serena lo tapaba.
Serena sintío que no sabía si pegar a Richard, a Leo o marcharse de allí inmediatamente. ¿Y si habían filmado el beso?.
- Vaya forma de bailar- señaló Richard, mirando pícaramente a Leo.
Leo no se inmutó, sentado en el sofá y tan sólo una sonrisa irónica apareció en su rostro.
-¿Pero qué dices, Richard? ¡Sólo es un baile!- se apresuró a decir Serena, abochornada.
Por fin, el video terminó y Serena pudo respirar aliviada. Candace se aclaró la garganta, decidiendo que había que cambiar de tema.
- Cuéntanos algo sobre tu nuevo trabajo, Serena. ¿Estás trabajando para alguien agradable?-.
Serena miró de reojo a Leo y se enfureció al ver que él parecía estar divirtiéndose con todo aquello.
- No creo que <amable>sea la palabra más adecuada para describirle- dijo ella.
- Serena está trabajando para mí- desveló Leo.
- ¿De veras?- preguntó Candace, sorprendida-. ¡Qué coincidencia tan alucinante!-.
- Alucinante- repitió Serena.
Richard miró a Leo con complicidad.
-¡Apuesto a que no es la empleada más fácil de llevar! ¿Cómo demonios puedes dominarla?-.
Leo miró a Serena, que le devolvió la mirada con la agresividad de sus ojos verdes.
- Con mucho cuidado- señaló él.
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Una Chica Interesada {Completada}
RomanceCuando Serena conoce a Leo jamás pensó conocer a alguien tan prepotente y altanero, extremadamente guapo y además rico. Y Leo cada vez se convence mas de que las mujeres son unas interesadas que sólo buscan su dinero y Serena no es la excepción. Per...