Capítulo 17

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Leo acarició su rostro con ternura sin dejar de mirarla a los ojos.

- No me mires así, Serena- dijo él, interpretando erróneamente su vacilación-. No te estás comprometiendo para siempre. Ninguno de los dos espera una promesa; tengamos al menos el recuerdo de esta noche.

Sin compromisos, sin promesas, sin futuro. No era aquello lo que Serena quería escuchar, pero, al mirar a Leo, supo que no le importaba el futuro con tal de ser suya aquella noche.

- Sí, quedémonos con esta noche...- susurró ella.

Leo la agarró de la mano y ambos subieron al dormitorio. Una vez allí, Serena se quitó los zapatos mientras él encendía la luz de la mesilla de noche. En  silencio, Leo le quitó los pendientes y el collar y los dejó junto a la cama.

Todavía en silencio y sin dejar de mirarla, Leo desabrochó la cremallera de su vestido y lo dejó caer al suelo. Sus ojos siguieron el recorrido de la tela y recorrieron hambriento el cuerpo de Serena. Ella creyó perder el sentido al ver la expresión de placer el el rostro de Leo.

La tomó por la cintura y la apretó contra sí. Ella sonrió y lo besó por primera vez en el cuello; aquel beso inflamó la pasión que existía entre ambos y Leo comenzó a besarla en los labios.

- Serena...- murmuraba entre beso y beso mientras le quitaba las horquillas del moño para liberar la melena cobriza.

Serena, a su vez, fue desabrochándole la corbata y la camisa hasta que cayeron a sus pies. Cuando se abrazaron, la sensación de piel contra piel, hizo que ambos suspiraran de placer.

Mientras la pasión crecía, se acariciaban con mayor deseo y, por fin, se deshicieron de la ropa que aún vestían. Riendo ante la inflamada desesperación que se había apoderado de ellos, se tendieron en la cama. Leo se colocó sobre ella y besó todo su cuerpo y poseerla con tanta maestría que Serena perdío el miedo. Se abandonó al placer que el cuerpo de Leo le dabacon sus movimientos rítmicos y, por fin, sintió olas de fuego recorriendo su cuerpo. Después, él continuó hasta que ambos se abrazaron en una explosión de jubilo al saber que se pertenecían el uno al otro.

Mucho tiempo después, Serena abrió los ojos y lo primero que vio fue su mano adornada con el diamante de su anillo sobre el hombro de su amante. El rostro de Leo estaba undido en su cuello y notaba su respiración sobre el pecho.

Contenta por haberse entregado a él, Serena lo besó y sintió que él sonreía.

-¿ Sigues pensado que no ha sido una buena idea?- bromeó él, alzando la cabeza.

- Bueno...¡ desde luego ha sido mejor que fregar las tazas!

Leo de echó a reír, pero su sonrisa se desdibujó de pronto.

- Todavía luchas contra la pasión que llevas dentro de ti, Serena.

- No- murmuró y tomó el rostro de Leo entre sus manos-. Ya no.

Una Chica Interesada {Completada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora