Capítulo 5

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Octavio

Cuando llegue al orfanato solo tenía siete años de edad. Estaba sola, asustada, y confundida, mis noches eran un infierno, me levantaba gritando o llorando por los horrorosos recuerdos del día en que perdí a mi madre y lo mucho que la extrañaba.

Una noche mientras lloraba se acercó una de las niñas que compartían la habitación conmigo, ella me abrazó y durmió conmigo para que no me sintiera sola; desde ese día se convirtió en una de mis mejores amigas, no solo porque puedo contar con ella en los momentos más difíciles, sino también porque no hace preguntas cuando me ve acongojada y eso me agrada, no me gusta dar explicaciones de nada y en especial sobre mis sentimientos.

Tania al igual que muchas niñas no tenía familia, cuando apenas tenía unos días de nacida fue abandonada. Gracias a ella pude integrarme y conocer a los demás niños, uno de ellos era Octavio, él era la persona más jovial, atenta y dulce que conocí, todos los niños lo querían, las Hermanas y el Padre Tomás le tenían una gran simpatía y hasta la misma Madre Superiora le caía bien, siempre tenía una sonrisa en su rostro a pesar de su triste pasado. Cuando murieron sus padres fue recogido por sus tíos, que eran unas personas crueles y le hacían pedir limosnas en las calles, trabajaba todo el día y cuando regresaba a la casa y no traía suficiente dinero lo castigaban brutalmente, con el tiempo fue rescatado y sus tíos puestos en prisión y a pesar de todo lo que pasó siempre fue un niño que conservaba la esperanza de que algún día tendría una familia.

Al principio no entendía el cuidado extremo de Tania hacia él, no le permitía comer ciertos alimentos y tampoco lo dejaba hacer ninguna actividad física; pero igual se le escapaba para jugar conmigo.

Un día corrimos para ver quien llegaba más rápido al comedor, yo llevaba la delantera pero al voltearme y al no verlo cerca empecé a buscarlo, quede atónita cuando al encontrarlo lo vi tirado en el piso, pálido , su respiración era lenta, con sus manos tocaba su pecho  donde está situado el corazón. Tania fue la primera en darse cuenta y pedir ayuda yo no podía reaccionar estaba inmóvil al verlo en ese estado.

Tania me confesó que tenía una enfermedad en el corazón por lo tanto necesitaba quedarse unos días en el hospital, sus palabras solo causaron más dolor. ¡Por mi culpa Octavio pudo haber muerto! ¿Qué hubiera pasado conmigo si lo hubiera perdido?

En unos pocos días él regreso al Orfanato y me prometí sin ninguna duda cuidar también de él.

Al pasar los días Octavio estaba mejorando en su salud, Tania y yo lo cuidábamos lo mejor que podíamos aunque a él no le gustaba tantas atenciones. Tiempo después llegaron al Orfanato nuevos niños, entre los nuevos estaban Karina y Orlando. Nos convertimos los cincos en los mejores amigos; pero mi amor hacia Octavio era especial, lo quería como el hermano que nunca tuve.

Hacíamos travesuras juntos y teníamos a todas las Hermanas atrás de nosotros. Un día a él se le ocurrió la grandiosa idea de no separarnos nunca, por eso cada vez que había una adopción nos escondíamos, otras veces íbamos con un desagradable olor a orina, en otras ocasiones decíamos que escuchábamos voces extrañas, y todo eso hacía espantar a los dichosos señores que venían a buscar los hijos de sus sueños. Así pasamos por largos años hasta que un día...

Llegaron al Orfanato una pareja del extranjero que habían perdido a su hijo por una cruel enfermedad.

Nos pusimos de acuerdo en ocultarnos en la parte trasera de la iglesia, el primero en llegar fue Orlando seguido de Karina y mi persona; después de un rato llegó Tania y el único que faltaba era Octavio, los minutos pasaron y él que no llegaba, todos estábamos preocupados ¿Será que lo pillaron? O ¿Lo obligaron a ir a la entrevista? nos preguntábamos.

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