Capítulo IV - Confesiones

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Cuatro poderosos magos se encontraban en una celda antimagia. A medida que la hora pasaba, los apremiaba la necesidad de salir de allí. Sentían que algo grande estaba por pasar, algo allá afuera los estaba llamando.

- Y al final no pude saber qué querían de Lucy. - se lamentaba Natsu.

- ¿Vas a seguir llorando por la coneja?

- Tú vete a escribirle canciones a Levy.

- ¿Quién te lo dijo? Te voy a...

- Como empiecen una de sus peleas los rostizo a ambos. - amenazó el Dreyar - Además, todos lo sabemos. Lily se lo dijo a Happy.

- Me las pagarán. - Lejos de allí, dos exceed que se encuentran con los suyos en una fiesta, sintieron un escalofrío.

- Oe Natsu - llamó Laxus - ¿En serio te gusta Lucy?

El aludido no respondió. Gray y Gajeel sonrieron sin decir una palabra.
La puerta se abrió, dando paso al maestro.

- ¿Ya podemos salir? - preguntó Gray con su típico desinterés.

- Lo harán a su tiempo. Necesito que respondan algo. - los cuatro miraron con intriga. Makarov continuó - ¿Están ustedes enamorados?

- ¿Por qué fastidia todo el mundo con lo mismo? - estalló Natsu - ¿Qué les importa cómo veo a Lucy, o por qué sueño con ella, o por qué sólo quiero protegerla? ¡Es mía! ¡Tengo ese derecho!

Tras un minuto de silencio, Natsu repasó la conversación. El maestro jamás había mencionado a su compañera. Se había dejado en evidencia.

- Gracias Natsu, me queda claro. - dijo el anciano tras aclararse la garganta. Levantó su mirada a los demás.

- Desde que me reclutaste para el gremio, supe que no podía ocultarte nada. Y así como no te ha pasado desapercibida mi culpa por... Eso, sé que mis sentimientos también fueron advertidos. - Gajeel lo miró a los ojos - Me gusta la enana, estoy bastante seguro de amarla, pienso tomarla como mi pareja, y no permitiré a nadie impedirlo.

<<Dos menos>> suspiró interiormente Makarov. Quedaban los dos más problemáticos para hablar (a Makarov no le quedaba duda de que cuando todo comenzara realmente, las acciones más problemáticas serían las de Natsu, pero a la hora de hablar era otra cosa).

- ¿Gray? ¿Laxus? - ambos se hicieron los desentendidos - No tengo todo el día. ¿Prefieren que Gajeel y Natsu hablen por ustedes?

- No permitiré que nadie se ponga el nombre de mi hada en la boca - replicó Laxus, quien también había caído - Si tanto te interesa, supongo que puedes saber que me gusta Mirajane.

- ¿Sólo te gusta? - cuestionó su abuelo con dureza.

- No.

- Es suficiente para mí. Gray, ¿hace cuánto te gusta Juvia?

- No caeré como estos dos idiotas.

- ¿A quién llamas...

- ¡Silencio! Entonces, no amas a Juvia, ésta ni siquiera te gusta.

- Exacto.

- Mírame a los ojos para responder, Gray.

- Usted no escucha con los ojos.

- Las voces no, pero al alma sí.

- ¿Qué rayos significa eso?

- Significa que sé que mientes, Gray. Y si no lo admites de una vez Erza parecerá una gatita al lado de lo que te espera.

- No me asusta. - dijo con un ligero tono de duda.

- Mírame a los ojos, ¡es una orden! - Gray lo hizo - ¿Amas a Juvia?

- Con todo lo que tengo. Ahora, déjenme en paz.





Mientras tanto, en el bosque

- ¿Y bien? - insistió Erza

- A Juvia no le importa admitir que le gusta Gray sama.

- Mirajane. - volteó a ver la pelirroja - Es Laxus, ¿verdad? Siempre lo ha sido. Desde que éramos niños. - La albina quedó muda, con un ligero rubor en su rostro.

- Lo es. - respondió con una sonrisa cargada de dolor - No sé cómo ni por qué, es decir, él es el chico más frío de todos, pero...

- No se elije a quien se ama - le sonrió Levy.

- Tú estás enamorada de Gajeel, tienes autoridad para decirlo.

Un aura de muerte rodeó por un segundo a la pequeña maga, quien recuperó la calma inmediatamente.

- Hay más en él de lo que se ve a la primera.

- Bien, en ese caso, sólo queda Natsu. ¡Lucy! - Erza giró rápidamente hacia la rubia - Vamos, dadas las circunstancias, no puedes negarlo.

- ¡Lo admitiré el día que beses a Jellal! - respondió la maga, arrepintiéndose en el acto. Había sido un golpe bajo.

El aludido se acercó a una enfurecida Erza, la tomó del mentón y depósito suavemente sus labios sobre los de la maga de reequipamiento, siendo inmediatamente correspondido.  Aunque había sido poco más que un roce, estaba tan cargado de amor que había tocado el corazón de sus asombradas espectadoras. Erza sentía que había tocado el cielo; Jellal, que la esperanza y el futuro eran algo con lo que podía contar.

- Ya puedes confesarte - dijo éste a Lucy.














































































Hola chicos, hasta aquí llega el capítulo cuatro. Espero que les haya gustado.
El capítulo cinco ya está en construcción.
¡Hasta la próxima!

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