Capítulo VI - Lazos

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Una voz se insinuaba en la conciencia del Dragon Slayer de fuego. Él y los demás se encontraban en el bosque, el rastro de sus parejas terminaba allí. <<Están ocultándola - decía esta voz - Están ocultándola porque te temen, saben que la necesitas para alcanzar tu cumbre y tienen miedo.>> Pero Natsu se limitaba a ignorarlo. Aquella voz no cesaba de repetirle que una vez que tuviera a su hembra podría convertirse en un dragón completo, pero a él nada de eso le importaba. Sólo quería estar con aquella rubia de ojos café de la cual se había enamorado con locura y a la cual moría por tener en sus brazos.
Un calor agradable se había hecho presente en los cuatro magos, similar al que habían sentido antes de que la celda fuera destruida. Ellos no lo sabían, pero esta sensación se daba cada vez que las magas aceptaban su amor por ellos.

- ¿Han previsto dónde y cómo..? - Gray preguntó a la nada.

- Probablemente en mi propia casa - dijo Laxus desinteresado.

- También yo - coincidió el hijo de Metalicana.

- Sí, suena a la mejor idea. ¡Oe, Natsu! ¿Dónde llevarás a Lucy?

El mago de fuego no respondió, así que se limitaron a ignorarlo.

- ¿No les parece raro que a todos de golpe..? - comenzó Gray, quien extrañamente parecía incómodo con el silencio.

- ¿Entonces no lo sabes? - preguntó Laxus.

- ¿A qué te refieres?

- Estamos en celo. Nos apremia la necesidad de reproducirnos.

- Pero yo no soy un dragón.

- Tengo entendido que los demonios pasan por lo mismo.

Gray guardó silencio. Aún le quedaba mucho por aprender de la magia heredada por su padre.



En la cabaña

Makarov, Wendy y Porlyusica habían llegado a la cabaña. Era casi medianoche. Sólo Erza y Jellal estaban levantados.

- ¿Todo en orden? - preguntó el maestro.

- - confirmaron ambos.

- ¿Cómo están?

- Duermen. Han estado algo agotadas por el exceso de información, pero son fuertes y se las veía bastante confiadas.

- ¿Qué hay de la hembra del hijo de Igneel? - preguntó sorpresivamente Porlyusica.

- ¿Qué sucede con Lucy? - el maestro la miró de soslayo.

- Los cuatro magos son fuertes, y actuarán de acuerdo a su fuerza y conciencia. El dragón de fuego que tienen no destaca por su brillantez. Si las cosas se salieran de control, la hembra del rayo o la del demonio de agua podrían presentar resistencia hasta que lleguemos, pero ella...

- ¿Qué hay de Levy-san? - intervino Wendy preocupada.

- Los sentimientos del dragón de hierro tienen aún mucho de culpa por la forma en como él se acercó por primera vez a ella. Es más probable que se lastime a sí mismo antes que a su hembra.

- Quizá no sepa tanto como ustedes -se pronunció el mago tatuado por primera vez - pero no creo que Natsu sea capaz de lastimar a Lucy.

- El dragón de fuego es hijo de un dragón rey, lo que implica que tras consumar iniciará su transformación a un dragón completo. En ese lapso emitirá tanta magia de forma inconsciente y brusca, que si esa chica está cerca probablemente no lo soportará.

- ¿Qué hay de la posibilidad de alejar a Natsu de Lucy?

- No es tan simple. Todos los hechizos de ocultamiento son temporales, y el celo puede prolongarse por mucho si no se tiene cuidado. La única razón por la que estamos aquí es asegurarnos que las hembras tengan sus sentimientos claros. Por si no lo han notado, ellos ya están en el bosque. Detenerlos no es una opción.

Y era cierto, su magia se sentía no muy lejos de allí.

- Bien, lo mejor será descansar por ahora. Repártanse en las habitaciones que quedan, yo dormiré aquí. - ordenó Makarov, y todos se dispersaron.

Tras una relajante ducha, estaba preparándose para dormir. Se sentía raro no usar magia para vestirse, pero por el momento, realmente quería olvidarse de la magia, y de ser posible, del mundo, que una vez más se las ingeniaba para colmar su corazón y luego aplastarlo. En la intimidad que le daba el hecho de que ninguna de las recién llegadas se instalara en su habitación, Erza Scarlet estaba llorando.
Aquellas lágrimas quemaban y aliviaban, realmente necesitaba sacudir aquella sensación de su pecho. ¿Cómo podía ser que la gran Titania, aquella que había logrado todo con su incomparable fuerza y voluntad estuviera celosa? ¿Era aquel feo nudo en su garganta envidia? ¿Acaso no podía ser feliz con el simple hecho de que sus amigos eran correspondidos? Podía. Pero aún así, un rastro de amargura se insinuaba cada vez que recordaba la sensación de aquellos cálidos labios sobre los suyos. <<Maldita Lucy>> pensó, reprendiéndose por ello enseguida. ¿Tenía Lucy la culpa? ¿O era de él por aceptar ese reto infantil? Porque lo aceptó, sin siquiera titubear. ¿Sólo fue porque Lucy lo dijo? Aquella posibilidad le dolía. ¡Y pensar que ella le había correspondido sin pensar! Como una tonta. Una arrastrada miserable, mendiga.
Un suave golpe sacó a la pelirroja de sus cavilaciones, poniéndola inmediatamente en guardia. Alguien llamaba a la puerta. Limpió furiosamente su rostro, y fue a abrir; después de todo, no había en ese momento lugar más seguro que esa cabaña.
La euforia y ansiedad de toda su vida como maga no se comparaban con aquello que la carcomía al reconocerlo a él, a aquel que trastornaba todo su existir, en la puerta de su habitación.

- ¿Puedo pasar? - preguntó tímidamente Jellal, mirándola a los ojos.





















































¡Hola chicos!
Perdón perdón perdón y mil veces perdón por demorar tanto en actualizar. Es que estoy en época de exámenes.
Hasta aquí llega el capítulo seis. El séptimo empieza a redactarse esta misma noche.
¡Hasta la próxima!

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