Capítulo XII - La bella y la bestia (Lemmon)

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- Lo que importa es lo que está por suceder - dijo el dragón de hierro arrojándose entre risas sobre Levy.

- Creí que estarías mucho más violento.

- El celo hace que todos nos comportemos de distinas maneras. Yo estoy feliz de tener  a la mujer que amo conmigo.

- Gajeel...

- Sin embargo, huíste de mí - la sonrisa de Gajeel se torció - voy a tener que tomar medidas por ello.

Desvistió con mucha delicadeza a su compañera, dejando aquel menudo cuerpo a la vista. Se inclinó levemente sobre ella, embriagándose con su aroma. Levy extendió los brazos y cruzó las manos por detrás del cuello de Gajeel. La lengua del mago bordeó sus labios y descendió por el cuello de la muchacha muy lentamente.
Levy estaba extasiada. Su amante siguió bajando hasta toparse con sus pechos, los cuales acarició y lamió murmurando contra la piel cuan perfecta era ella, barriendo todas sus inseguridades. Ella bajó sus manos cuanto pudo, jugando con el cabello y la espalda del mago, dejándose llevar por las infinitas sensaciones que le producían aquellos roces. Aún antes de darse cuenta gracias a varias experiencias de que era amor lo que sentía, Gajeel le despertaba un imponente apetito sexual (algo que jamás confesaría), y debía admitir para sus adentros que ni todas las noches en vela cargadas de autosatisfacción y deseo en su nombre se comparaban con un segundo de aquel ardiente contacto.
Gajeel siguió descendiendo hasta llegar a la zona íntima de la maga, donde emitió un profundo suspiro. El aire caliente golpeó a Levy, haciéndola retorcerse de placer. Pero en cuanto intentó abrir apenas las piernas, el mago la dio vuelta, dejándola de espaldas a él, dibujando nuevamente su cuerpo con la lengua. Una poderosa mano abierta se estrelló contra el trasero de la maga, robándole un gemido.

- Vaya vaya ¿qué he descubierto?  -sonrió él se medio lado.

- ¿Cómo te atreves? Ahora verás.

Levy se escurrió de los brazosde Gajeel y le dio un fuerte empujón quedando sobre él. Lo esposó con su magia y comenzó a juguetear con el elástico de sus pantalones. El dragón de hierro estaba sonrojado, y más excitado si cabe. La maga lo despojó de sus prendas y trepó por aquellas fornidas piernas haciéndole cosquillas. Al llegar a la masculinidad del dragón, no pudo reprimir una sonrisa.

- Pareve qe me he llevado el premio mayor.

- Agradecería que no hagas esos comentarios. Ya es bastante con estar desnudo y amarrado.

- Así que eres un chico vergonzoso - alzó una ceja, burlona.

- ¡Por supuesto! Yo no soy como el exhibicionista de Gray. Además, no soy como los otros chicos, soy grande, desalineado, grosero y...

- Perfecto - murmuró ella.

Y lamió. Y lamió de nuevo. Y lo volvió a hacer. Su lengua empezó un recorrido a lo largo del falo de su compañero, excitándole a ella a su tiempo. Aquel cuerpo rígido y caliente se deslizaba entre sus pequeños labios una y otra vez, y ella lo saboreaba con el deleite propio de un niño a un dulce. Gajeel se liberó, la tomó por los hombros y la situó debajo de él, arremetiendo contra su pecho y deslizando sus dedos más allá del vientre de la maga. El gemido que ella emitió era lo más maravilloso que él había oído. Cuando la joven se vino en su mano, Gajeel sitúo sus partes frente a las de ella.

- Levy...

- Tómame. Yo también te amo Gajeel.

Y de una estocada derribó la pared, último vestigio que indicaba que ella no fuera suya. Y con unas cuantas más, tras convencerse de que el dolor ya había pasado, se derramó en ella, colmando no sólo su cuerpo, sino también su alma, porque ella lo amabs; lo amaba y lo amaría hasta el cansancio. Y el también, sólo que estaba convencido de que jamás podría cansarse de aquella pequeña mujer que había domado a la huraña bestia que había en su interior.



















































¡Hola! Hasta aquí este capítulo. En breve les traeré el próximo. Muchas gracias por las muestras de interés y afecto.
Otra cosa: ¿más de 10k de visitas? Jamás JAMÁS creí que llegaría tan lejos. Gracias pot leer, de corazón.
¡Hasta la próxima!

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