𝔡𝔬𝔠𝔢

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Desesperación, ruina, penitencia, peces y langostas, desgracias y calamidades

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Desesperación, ruina, penitencia, peces y langostas, desgracias y calamidades. 

Por un segundo, la silueta que ven a través de la luz que traspasa el umbral es una baja y  enfundada en un aura augural. Sin embargo, no termina ahí. Con una mano, empuja a otra persona al interior del sótano oscuro, con brusquedad. 

Agarra uno de sus tobillos descalzos y lo encierra en metal oxidado, el mismo que mantiene atrapados a los otros dos. 

—Desecho. Volveremos por ti en unas horas —escupe, antes de salir al exterior. La puerta se cierra con un trancazo. 

La tos del recién llegado se convierte en flema, y la flema se convierte en sangre. Sangre roja que termina inundando el lugar. 

El chico en cuestión es delgado y más alto que ellos, está tumbado boca abajo pero aún así Nakamoto puede verle el perfil. Tiene heridas superficiales por todo el rostro y el cabello oscuro húmedo, los ojos cerrados y el labio sangrante. 

—Oye —susurra SiCheng, rozando su pie con la pierna contraria y sacudiendo —, tú. Oye, despierta.

Él se estremece antes de abrir los ojos. No parece sorprendido al ver dónde está. Respira hondo, pero no para calmarse. De hecho, parece incluso mucho más consciente que SiCheng y Yuta.

—Así que aquí he acabado —murmura. 

—¿Quién eres? —cuestiona el menor, alarmado. 

El recién llegado los mira a ambos detenidamente. Luego, sin decir nada, apoya su espalda contra la pared, como lo han estado haciendo ellos durante la última semana. 

—Ji HanSol —su tono es una mezcla de entretenimiento, nostalgia y resignación. 

Yuta devuelve la vista cansada a sí mismo. 

—¿Y por qué estás aquí?

Él se ríe de forma desafinada, como si tuviera un muelle en el gaznate. 

—Aquí es donde he estado los últimos veintitrés años de mi vida, por si me preguntas eso. 

Los ojos de SiCheng se detienen allí por un momento, desprovistos de amenaza pero sí alertas. HanSol solo tiene ganas de reírse en su cara.

—¿Y para qué demonios vuelves?

  —Verás... ¿cual es tu nombre?

 —SiCheng. 

—Exótico. Verás, SiCheng. Hay cosas en esta vida —explica, como si fuera lógico y previsible —que tienen que hacerse sí o sí. 

—Así que tu propósito es suicidarte —suelta Yuta por primera vez en todo el tiempo, arisco. Su voz sale rasposa y duele, como si hubiesen cortes incurables. 

𝖌𝖔𝖉 𝖇𝖑𝖊𝖘𝖘 🍒 [ 𝒏𝒄𝒕 ; 𝒋𝒂𝒆𝒋𝒖𝒏 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora