011.

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El resplandor mañanero iluminaba gran parte de la habitación. Sus tranquilas respiraciones se fusilaban en el lugar, sus temperaturas corporales se encontraban agradables debido al calor que ambos se proporcionaban.

Jeongguk acomodó sus brazos, sentía su respirar chocar sobre su brazo causándole pequeñas cosquillas que lograron despertarle. Aunque su vista permanecía nublada logro distinguir el delicado rostro que tenía enfrente.

— ¿Que carajos..? — murmuró adormilado mientras intentaba zafarse de su rostro.

— Ño, jeongguk. — se quejó adormecido abrazando con una de sus piernas y brazo, atrayéndolo para apoderarse de su cuerpo y comodidad. — quiho dortmihr — inquirió sin coherencia, aprovechando el hueco de su cuello para ocultar su rostro ahí.

El peli negro trago con fuerza, sentía el tranquilo respirar sobre su cuello y las rubias hebras rozar su piel. Intentaba buscar una salida sin despertarle, quería verlo continuar dormir y así él ir a trabajar. Inclino un poco su cuerpo mientras su mano se deslizaba desde su espalda, cintura, hasta llegar a su pierna para de manera cautelosa intentar quitarla.

Quito y al divisar aquella almohada que yacía en el suelo, se estiro para tomarla y luego colocársela al joven que abrazo con comodidad; así suplantando su cuerpo como medio para dormir. Jeongguk soltó una pequeña risita mientras se volteaba a mirar al techo, le resultaba increíble no lograr recordar absolutamente nada de la noche anterior, al menos nada luego de haberse dormido en el sofá. ¿JiMin le habría traído para aquí?

— Te dije que dormiría en el sofá, porfiado. — murmuró ahora fijando su vista en el joven durmiente.

Sonrió al notar cuan despeinado sus pelos se encontraban y como su rostro se notaba tan infantil y jovial,  además que ese pijama que traía le complementaba a la perfección. Jeongguk se cuestionaba siempre que le observaba como lograba ser tan adorable y verse tan bello. Para él, JiMin, traía consigo un encanto que lograba atraer a cualquier ser humano que le conociese. Cada vez que observaba sus mejillas llenarse de alimentos, quería apretar estas y repartir besos por todo su ser -aunque no quisiera aceptar este hecho, era muy real- JiMin, era precioso, encantador, angelical, y muchos sinónimos más de belleza y humildad que no lograba encontrar en estos momentos.

— ¿Qué tanto me ves? — cuestionó mientras bostezaba y estiraba su cuerpo con pereza.

Mierda.

— Estaba pensando en como es que lograste traerme hasta aquí y como es que terminaste abrazándome y repetías "No, Jeongguk. No me sueltes que estoy muy cómodo" — simuló con una divertida voz.

JiMin abrió sus ojos con completo enojo y le lanzó aquel almohadón que había sustituido el cuerpo de Jeongguk.

— ¡No mientas! ¡Nunca dije algo así!.. Digo, nunca diría algo así.

— Ajá, ajá. ¿Por qué mejor no admites que te gustaba ser abrazado por mi? — cuestiono entre tentador y divertido.

JiMin se sentó en el borde de la cama y estiró sus brazos sobre su cabeza, desperezándose. Jeon le miraba de manera jovial y divertida esperando tal respuesta.

— Tal vez. — respondió en un tono coqueto mientras se levantaba y daba la espalda para caminar hasta el baño y ahí encerrarse.

Lo único en lo que ambos estaban pensado era en que carajos acababa de suceder.

Jimin apoyo ambas manos en el borde del lavamanos y miro su ceñudo rostro frente al espejo. Se sentía un maleducado por coquetearle a su jefe, un completo descarado. Dejo correr agua hasta que tomara la temperatura adecuada para no congelar su rostro.

Rentable • kookmin #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora