Mad World

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Luego de llorar y de dormir, Andrew se despertó, pero al hacerlo sintió que no era él mismo. Había algo extraño en el ambiente, o dentro de sí, que no estaba en su lugar. La luz que entraba por la ventana, plomiza y gris, no era la misma de siempre, la alarma de despertador tampoco tocaba los mismos tonos que siempre hacía, incluso el agua era una burda falsificación.

Todo se veía traslucido, todo carecía de alma y propósito, el mismo Andrew se sentía empujado al fondo de si mismo y al caminar sentía que se miraba en tercera persona, como si condujera un personaje en un videojuego, como si no fuera él quien movía los brazos al desayunar cereal o como si su voz fuera solo una psicofonía despidiéndose de su padre.

Era algo alarmante de verdad, pero lo que más sorprendió al zorro fue que no le importaba en lo absoluto.

Su pelaje, al mirarse al espejo, estaba alborotado aquí y allá, lo cepillo una vez y se dio por vencido. Una mancha de leche cayó sobre su mochila cuando llevaba el plato hacia el desayunador, pero limpiarla parecía algo absurdo, algo que estaba lejos de sus posibilidades. Cogió lo primero que vio tirado en su cuarto, sin preguntarse si estaba limpio o sucio, si lo había usado esa semana o si combinaba, aspectos que para Andrew eran de suma importancia antes, y se fue a la escuela.

Recordaba como Alex estaba sentado junto a Jerry el día anterior, recordaba lo miserable que se sintió cuando el venado se despidió de él afuera del cine con un simple choque de puños, recordaba las esperanzas que tuvo de que todo fuera diferente al ver al coyote entrar por la puerta principal de la escuela, de que el destino tomara un rumbo diferente. Recordaba el calor en el corazón al pensar en Alex, y se dio cuenta, mientras abordaba el autobús rumbo a la escuela, que todo eso se había difuminado, como si hubiera estado escrito con tiza en un pizarrón y alguien hubiera pasado los dedos encima.

Y no dolía, no sentía ganas de llorar, no quería correr hacia el coyote y pedirle que fuera su amigo, no tenía intención tampoco de advertirle de la clase de animal que era Jerry. Nada de eso.

Andrew no sentía nada en absoluto.

Era como si estuviera adormecido luego de un golpe, pero que ese adormecimiento se expandía del centro de su pecho, hacia sus patas, envolviendo el corazón, las costillas, la mente, todo, como una gota de tinta que cae en una pileta llena de agua.

Sintió lástima por él mismo y mientras se colocaba los audífonos pensó: "es muy triste que haya llegado a este punto donde si se estrellara el autobús, no me importaría una mierda. Es triste que esto, que mi vida, la haya tomado un chico que no tiene ni idea de lo que ha provocado en mí. Es muy triste que mis padres no sepan que en mí sólo hay un agujero negro que se traga todo, y que si lo saben, no hacen nada por ayudarme a quitármelo del pecho. Odio a Jerry, odio a Alex, y no debería hacerlo, ellos no tienen la culpa de los escenarios que me imagine y de las ilusiones que formé en mi cabeza. Debería odiarme a mí por ser crédulo, por dejar que pequeñeces así me afecten tanto. Debería ser fuerte, debería ser un cabrón, debería ser tantas cosas que nunca he sido y que ya no tengo tiempo de ser.

Sólo encuentro algo bueno de todo esto y es que no sintiendo nada, estando completamente solo, no puedo caer nuevamente. No tengo que preocuparme por estar siempre perfecto. No existe la ansiedad por recibir un mensaje o una llamada. Estando solo puedo estar en paz. Puedo terminar la escuela con un bajo perfil y luego perderme en cualquier universidad lejos de este pueblo, lejos de esta gente. Iniciar de nuevo y rezar porque las cosas no vuelvan a ser así y que el yo, que viaja en este autobús, muera con el recuerdo Alex y Jerry."

Andrew llegó a la escuela vestido solamente con unos jeans y una sudadera negra, que hacía resaltar su pelaje rojo. Grandes ojeras cubrían su rostro. Pero lo que más llamaba la atención de él, era la tristeza que su cuerpo expedía. Era algo contagioso y tan notorio como el olor de una fuga de gas que hacía que la gente volteara a verlo inmediatamente. Pero a él no le importaba más.

BORDERWhere stories live. Discover now