28. DESCONFIANZA

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Habían pasado seis días desde que Adrien se había ido de casa. Su padre lo había estado llamando a diario, incluso lo había interceptado saliendo de clase por tal de hablar con él y convencerlo de recapacitar, sin embargo, sus intentos por recuperarlo no servían de nada.

Su estadía en el apartamento del joven Couffaine no estaba resultando tan terrible como había imaginado, dejando de lado sus coqueteos y que tenía que asegurarse de dormir con la puerta de la habitación cerrada, la vida fuera de su hogar no le iba mal.

Después de una tediosa semana de clase, el sábado era gratamente recibido. El rubio aprovechó que no tenía que madrugar para aletargar su descanso, haciéndose el remolón en la cama.

Aun sin abrir los ojos se giró en el colchón, notando una suave caricia en una de sus mejillas, atrapando la mano que le regalaba esos delicados roces.

- Mari... entte...- susurró con una sonrisa taimada.

- Por ti, soy hasta Miley Cyrus.

El de hebras doradas se obligó a despertar al oír esa familiar y varonil voz, arrugando el entrecejo y con facciones desencajadas al divisar el semblante travieso del guitarrista, el cual yacía a su lado a escasos centímetros de distancia.

- ¡Maldito pitufo!- se exaltó dando un salto sobre el lecho, tapándose despavorido a la vez que se apartaba de sopetón-. ¡¿Qué diantres haces en mi cama?!

- ¿Bromeas? Después de lo que hicimos anoche, ¿ahora vas a fingir que no ha pasado nada?- lamentó con un falso puchero.

- ¿Después de lo de anoche?¡No ha pasado absolutamente nada de nada!

- Pero podría...- tentó con perspicacia-. ... Date la vuelta y te hago una demostración.

- ¡Aparta tu polla de mi culo!- advirtió irritado, enderezándose con rapidez mientras su compañero seguía recostado sobre la cama-. ¡¿Se puede saber cómo coño has entrado?!

- Mm... ¿Por la puerta?- indicó con petulancia, poniéndose en pie en una postura relajada-. Se te olvidó poner el seguro, pitufina.- canturreó en un tono jocoso, acercándose al opuesto con las manos metidas en los bolsillos del pantalón-. O eso, o es que querías que te pusiera en cuatro.

- Qué ganas tengo de perderte de vista.- masculló vistiéndose apresurado.

- Me rompes el corazón.- dramatizó el anfitrión en forma de mofa.

- Los huevos te romperé si vuelves a meterte en mi cama.- amenazó terminando de enfundarse el pantalón y unas deportivas.

- ¿Siempre eres así? Lo digo porque Marinette debe de tener una santa paciencia para aguantar tus rollos menopáusicos.

- ¿Y a ti qué te importa?- espetó con voz hastiada-. Lo que haya entre Marinette y yo, no es asunto tuyo.

- En realidad, sí lo es.- comentó en un tono pausado, acercándose con pasos parsimoniosos-. Recuerda que ella es mi fresita.

- Ya, bueno... A día de hoy sigo sin saber qué es lo que eso significa.- se desentendió con engorro, pasando por su lado para reposar una mano sobre su hombro-. De todas formas, ella es mi novia, así que sea lo que sea que pase entre nosotros, no te incumbe en absoluto.

Sin intención de seguir conversando, el zagal de gemas verduzcas se encaminó hacia la sala de estar, mismamente revisando su móvil en un estado medio absorto, escribiendo un mensaje a la azabache.

Yo_11:35
Buenos días, Princesa. ¿Tienes planes para hoy?👀

- ¿Ya de buena mañana enviando mensajes porno?- fisgoneó el ojizarco desde el marco de la puerta.

||+18|| ▪TURN ME ON ▪                  ➤ ADRINETTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora