9. UN JUEGO PELIGROSO

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Marinette sentía como el aire quedaba contenido en sus pulmones y como sus ojos se perdían en los de su compañero; completamente inmovilizada a su merced mientras él la contemplaba como a un felino salvaje.

No osaba pestañear, sin perder de vista al muchacho y a las posibles acciones que pudiera llevar a cabo, sobresaltándose al ver como acercaba amenazadoramente sus labios a los de ella.

- ¿Qu-qué estás haciendo?- se quejó girando el rostro para esquivar un posible beso-. A-apártate, idio...

« Oh, por dios. No me digas que... »

Una leve presión en su pelvis la tomó desprevenida, empezando a removerse ante un inesperado roce en su entrepierna que envió descargas eléctricas a la zona y que la tensó de pies a cabeza. Adrien se detuvo, bajando las caderas mientras sonreía con lascivia.

- Alguien acaba de despertar a la bestia...- murmuró en un tono jocoso.

- ¡A-agh!¡Sal de encima mío, cerdo asqueroso!- protestó tratando de zafarse, notando como sus piernas eran bloqueadas por las suyas.

- ¿Por qué?¿Es que no estás cómoda?- persistió con voz sinuosa, friccionando lentamente su sexo.

Ella permaneció en su semblante contrariado, sin embargo, las protestas fueron silenciadas al escaparse un involuntario jadeo de entre sus labios.

El rubio sonrió perversamente al escuchar el glorioso sonido que había salido de su boca, relamiéndose a la vez que sus miradas restaban intactas, sin más ruido ni resistencia que retuvieran al joven de seguir con su cometido.

Él movió un poco la cintura, provocando que las fricciones en la intimidad de la fémina fueran constantes pero lentas y ella emitiera un gemido que acalló al morderse internamente del labio inferior.

- ¿Aún sigues queriendo que me aparte?- ella titubeó, finalmente asintiendo pudorosa-. ¿Y por qué será que no te creo?

- ¿Porque el chip de tu cerebro ha dejado de funcionar? - masculló con su timbre temblando.

- Muy graciosa...- recortó la exigua distancia que los delimitaba, rozando sus labios con los suyos.

- Estás loco...

- ¿Qué pasa, bugaboo?- provocó sin terminar de decidirse en besarla-. ¿Tienes miedo?

- Yo no tengo miedo.- musitó insegura.

- Demuéstralo.

La calidez de su aliento acoplándose con el suyo la conducía al delirio, con sus párpados luchando por permanecer abiertos mientras el adolescente se negaba a moverse de su posición.

Estaba jugando; poniéndola a prueba y así demostrando qué tanta razón tenía al disuadirla para conseguir saborear ese néctar embriagador de sus labios.

La trampa parecía que estaba surtiendo efecto, pues ella ya no se oponía a la cárcel que él había forjado con su propio cuerpo sobre el suyo; no obstante, la atmósfera entre ellos se disipó en cuanto unos pasos detrás de la puerta resonaron, propiciando que ambos jóvenes se separaran con brusquedad, quedando sentados a los dos extremos de la cama a la par que la madre de la menor irrumpía prudentemente en la estancia.

- Oh, veo que la encontraste.- comentó Sabine con una sonrisa veraz.

- Sí, señora. - confirmó él con falsa inocencia-. No tenía pérdida.

« Ahora se las da de angelito... »

- Marinette.- nombró la mujer en el mismo tono sosegado, captando así la atención de la mencionada-. Voy a regresar a la panadería con tu padre, ¿os puedo dejar a solas? 

||+18|| ▪TURN ME ON ▪                  ➤ ADRINETTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora