36. UNA OPORTUNIDAD

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La semana había pasado con rapidez y ya había llegado al ansiado viernes. Al salir de clase, Adrien se dirigió directamente al apartamento del varón Couffaine tras quedar con su novia más tarde en su hogar.

Nada más llegar a la morada del músico y comenzar a recoger sus pertinencias, Luka se asomó por la puerta de su cuarto con los brazos cruzados y una trompita en los labios al observar en silencio al que se había compartido en su compañero de piso.

- Cuanto voy a extrañar ese culito prieto.- aduló el ojizarco al ver al rubio agacharse al suelo, captando su inmediata atención.

- ¡Oye, deja de dar tanto por culo!- rebatió el opuesto, colocando varias prendas de ropa dentro de su bolsa.

- Créeme que si te diera por culo, lo sentirías de otra manera.- coqueteó el guitarrista, emitiendo una corta risita.

- Mejor no digo nada.- aborreció el adolescente, terminando de empacar sus cosas.

El universitario se aproximó donde aguardaba el de mechones dorados, sentándose en el lecho para mirarlo con mayor detenimiento.

- Tendré que buscarme otro compañero de piso.- argumentó en un tono pesaroso-. Ahora que me había acostumbrado a tener compañía.

El Agreste soltó una carcajada, colgándose la bolsa en el hombro para después plantarse delante del otro muchacho.

- Para el siguiente que venga, asegúrate de que sea gay.- advirtió en un semblante apacible.

- Eso sería demasiado fácil.- se incorporó de un salto, colocando una mano en el hombro del blondo-. Prefiero los retos.- le guiñó un ojo, sonriendo ladinamente.

Adrien puso la vista en blanco, zafándose sutilmente de su agarre.

- Un día de estos terminarás con una orden de alejamiento.

- Y entonces regresaré a ti, mi adorada pitufina.- expresó con socarronería.

- Me aseguraré de que eso no ocurra.

El pubescente se encaminó hacia el recibidor en compañía del músico, deteniéndose antes de cruzar la puerta y salir al descansillo. El estudiante de instituto se giró con una mueca reflexiva, encarando a aquel que le había dado cobijo en su momento de necesidad.

- Gracias por todo.- murmuró en un tono recatado el de orbes verduzcos, extendiendo la mano hacia el otro chico.

- ¿Enserio? ¿Un estrechamiento de manos después de todo por lo que hemos pasado?

Luka desestimó el gesto, recortando la distancia para abrazar al zagal con camaradería. Al principio, el rubio se resistió, pero tras unos livianos forcejeos terminó cediendo de forma amistosa a ese aparentemente inocente acercamiento.

- Bien, creo que ya es sufic...- el joven palideció de sopetón, notando como su contrario se cernía más a su anatomía y algo ejercía presión en su entrepierna-. ... Luka... ¿Qué es...?

- Sshh... Solo disfruta.- susurró el de mechas azules cerca de su oído.

- La madre que te parió, ¡te has empalmado!- exclamó aterrorizado el blondo, apartando de un empujón al opuesto-. ¡Joder, eres un puto guarro!

- ¿Qué quieres que le haga? Tienes ese efecto en mí.- soltó un suspiro en una expresión soñadora-. Tendré que dedicarte un último homenaje después de que te marches.

Las facciones del Agreste se desencajaron, negando con la cabeza con repelús, luego ya disponiéndose a partir.

- Enserio, búscate a alguien, y... No vuelvas a abrazarme.- enunció con pesadumbre.

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