Afuera sonaban al menos diez sirenas de policía. Si no fuera por cómo me miró Madeleine en ese momento, probablemente no hubiera notado que esas sirenas estaban allí afuera por nosotros.
-Mentiste-dijo Madeleine entrando en pánico-Eres como ellos.
-Te juro que nadie sabía que vine aquí-expliqué apresurado.
Ella se deslizó por debajo de mí y corrió hacia el cuchillo. La perseguí y ella me apuntó con el arma, entonces me detuve con los brazos extendidos.
-Madeleine, nadie sabía-repetí, pero más calmado ¿Cómo se enteraron?
-Si das un paso más, te lanzaré el cuchillo-me amenazó. Su mano temblaba, al igual que sus labios cuando hablaba. Parecía demasiado asustada para ser una serpiente, se supone que Erikson los entrena, pero ella parecía tenerme un especial miedo.
-No puedes escapar-dije observando la puerta. Ya habían derribado la puerta de entrada del edificio y estarían preparándose para una invasión en el departamento.
Madeleine daba pasos hacia atrás lentamente y luego se metió a la cocina. Me apresuré a alcanzarla y ella estaba apoyada sobre la mesada mirando por la ventana.
-Mi vida comenzó cuando conocí a Erikson-dijo penosa-Él me enseñó todo lo que debía saber para sobrevivir; y si algo nunca dejó de repetir, es la crueldad de los espías, son más corruptos que cualquier ladrón. Por eso estás aquí ¿qué espía no sueña con atrapar a una serpiente, asesinarla?-volteó hacia mí, ella no logró contener las lágrimas mucho más tiempo y se desmoronó en un llanto desesperado. Tenía la mano derecha cerrada, el cuchillo reposaba sobre la mesa de la cocina-Lo peor que podría pasarme ahora mismo es caer en manos de los espías.
La puerta de entrada fue derribada y corrí a detener a los agentes blancos de la Sede Central, de seguro enviados por mi padre. Los hombres me tiraron a un costado y comenzaron a esparcirse por el departamento. Los agentes me habían hecho chocar contra un mueble, haciendo caer la foto que hasta hace unos diez minutos estaba observando, la única foto que Madeleine guardaba. El vidrio del retrato se había roto y decidí quedarme con la foto.
-¡Deténganse!-grité a los espías; pero ellos no escucharon y lo mismo intentaron abrir la puerta de la cocina.
Fue sincronizado, al mismo tiempo que empujaron la puerta, explotó todo. Madeleine había dicho que lo peor que podría pasarle era caer en manos de un espía, y llegó al punto de que no tenía escapatoria, entonces decidió volar en pedazos. Todo quedó en negro para mí.
Abrí los ojos con dificultad, había mucha luz. Estaba dentro de una ambulancia, yo solo, ni siquiera sabía cómo había llegado hasta aquí ni qué fue lo que sucedió. Me levanté de la camilla con un terrible dolor de espalda y de cabeza. Tenía raspaduras por todas partes y mi ropa estaba mugrienta. Sentía el costado de mi cabeza húmeda y al tocarlo me quedaron los dedos manchados de sangre. Al abrir la puerta de la ambulancia, me encontré con una realidad catastrófica. Un edificio con su punta destrozada, ladrillos, trozos de pared, hormigón y el resto eran sólo destrozos de cosas que alguna vez tuvieron forma, desparramados por todas partes. La policía había rodeado el perímetro del edificio y evacuado al resto de los vecinos, había más ambulancias y también se encontraban los móviles de la Sede Central. Salí arrastrándome de la ambulancia, esquivando médicos y policías, hasta que encontré a Patrick hablando por teléfono. Traté de caminar más rápido, pero mi pierna derecha me lo impedía, así que como pude me arrastré hasta él y lo enfrenté.
-¡Todo esto es tu culpa!-señalé el edificio. Patrick me hizo señas para que aguardara un minuto a que colgara la llamada y por mientras me daba la espalda. Entonces me coloqué delante de él y lo obligué a escucharme-Me usaste para llegar a Erikson-lo señalé con el dedo índice-¡Y mira lo que sucedió!
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Jackson
Teen FictionSegundo libro de la trilogía El Campamento En este libro te meterás en la vida de Jackson Lee Tremblay antes de El Campamento, conocerás su pasado, su vida, su historia. Lidiando con los problemas de su madre, Jackson asiste a la escuela y a la Aca...