Capítulo 27: El Bolso

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Mi casa no estaba muy lejos de la ciudad, por lo que pude llegar rápido con una bicicleta que alquilé en un puesto de alquiler de bicicletas. Tenía que ir a la Academia y no llegaría nunca en una bicicleta. Al llegar a mi casa noté que los espías ya no estaban allí vigilando. Cuando quise abrir la puerta, ésta ya estaba abierta y con la cerradura rota. Revisé toda la casa apresurado y no encontré a nadie. Los espías debieron haber recibido órdenes de capturarme apenas sucedió lo de Patrick. Eso era algo bueno, ya que entonces nadie me vio escapar del edificio. Se notaba que habían estado aquí dentro y habían revisado las cosas. Ahora deben estar buscándome por todos lados. Por un lado tenía que huir de los espías que querían capturarme y por otro, tenía que huir de las serpientes que querían matarme.

Saqué la moto espía que tenía guardada y emprendí rumbo a la Academia, mis amigos me estaban esperando allí. Cuando llegué a la autopista, una moto policía encendió su sirena y comenzó a perseguirme. Lo que me faltaba. Aumenté la velocidad la de la moto y comencé a abrirme paso entre los autos. La policía también tenía mi foto y por supuesto órdenes de captura. No podía dejar que me agarraran. Miré por el espejo retrovisor y vi que otra moto policía se había sumado a mi persecución. Continué aumentando la velocidad de la moto mientras susurraba improperios. No era experto en manejo y recién ahora comenzaba a aprender muchas de las funciones que tenía la moto. Sentía que el corazón me iba a explotar lo nervioso que estaba. Al menos eran sólo policías, peor sería si fuesen espías, en tal caso ya estaría muerto. Giré la moto de golpe hacia un desvío de la autopista y logré deshacerme de los policías. Me detuve a un costado de la calle y me bajé de la moto para mirar hacia atrás. Los había perdido. Respiré profundo y me volví a subir a la moto.

Cuando llegué a la Academia, mis amigos me estaban esperando justo donde les pedí que lo hicieran. Se trataba de un pequeño claro que se encontraba a unos cincuenta metros de la Sede Académica en donde solíamos reunirnos para despejarnos un poco.

—Santo Dios, Jackson ¿De dónde sacaste esa moto?—preguntó Becca.

—Luego les explico—les dije. Me detuve cuando vi que Tim también estaba allí. Él me desafió con la mirada y se acercó más a mí.

—No me interesa si no te gusta que esté aquí. No soy un niño. Sólo una vez déjame participar de una misión—dijo con su tono de voz lastimoso.

Por la única razón por la que no quería que participara es porque si le pasaba algo no podría perdonármelo nunca en la vida.

—Te quedas a mi lado—sentencié. Él sonrió feliz y se puso al lado de Becca, siempre estaba pegado a ella—Le dispararon a Patrick—les informé—Se lo llevaron los de la Sede Central, pero no estamos a salvo. Me están buscando para asesinarme.

—¿Cuál es el plan?—preguntó Noah.

—Nos prepararemos para enfrentar a Erikson—dije—Por eso los traje aquí. Necesitamos armas.

En el subsuelo de la Academia había un depósito de armas. Era mucho mejor el arsenal que tenía la Sede Central, pero a ese era imposible entrar puesto que estaba mucho mejor protegido. El depósito de la Academia contenía las armas de entrenamiento y las que usaban los de último año, esas sí eran reales y eran las armas que usaríamos ahora para defendernos. En la entrada del depósito un hombre nos esperaba con un arma en su mano, debe ser un enviado de Natalie.

—Soy Jackson Lee Tremblay—le dije al hombre.

—Necesito que me muestres tu distintivo—dijo el hombre.

Lo miré extrañado. Natalie no dijo nada sobre presentar distintivos. Se supone que esta gente debería saber quién soy. Luego recordé a Natalie y su absurda insistencia en que usara la cruz de plata que me regaló. Ella sabe que no creo en esas cosas y lo mismo insistió. Me puse la mano en el cuello—dudando mucho entre mostrar la cruz o no por miedo a pasar el ridículo—y se la mostré. El guardia miró la cruz y nos abrió la puerta del depósito. Los demás observaban asombrados la escena. Me preguntaba para cuántas otras cosas servía esta cruz.

JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora