Capítulo 35: El Altar

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El crudo invierno ya había llegado a su fin y la primavera se hacía paso. Los días estaban más cálidos y los árboles comenzaban a llenarse de hojas y flores. Mi mamá se había comprado un auto nuevo y decidió estrenarlo llevándome a la casa de Patrick.

—Parece que no hay nadie—le comenté—Mejor vámonos.

—No, bájate y toca la puerta—me ordenó.

Lancé un gruñido y me bajé del auto. Crucé la calle volteando hacia el auto constantemente, no entendía por qué me obligaba a hacer esto. Toqué la puerta de la casa de Patrick rogando para que nadie atendiera. Con toda la situación de estos últimos días me había olvidado por completo de él. Miré otra vez hacia el auto y negué con mi cabeza para que supiera que no parecía haber nadie en casa (está bien que di un sólo golpe en la puerta y lo hice tan despacio como para que nadie escuchara) Ella me hizo señas para que siguiera golpeando. Para mi horrible suerte, Giorgia abrió la puerta. Esta mujer vestía de marca mientras que mi mamá usaba la misma ropa hace años, todo para poder darme algo a mí.

—Jackson, qué sorpresa verte por aquí—dijo un poco incómoda y mirando hacia el auto de atrás—¿Quieres pasar a ver a tu papá?

Tensé la mandíbula, como siempre cada vez que alguien llamaba a Patrick mi "papá".

—Yo...eh...supongo que sí—tartamudeé.

—Bien, pasa—me abrió paso.

Miré una vez más hacia atrás y di un paso hacia dentro de la casa. Patrick estaba sentado en un sillón de la sala de estar con un brazo vendado. ¿En qué momento se lastimó el brazo? Debió ser cuando cayó al suelo por la bala.

—Cariño, mira quién vino a verte—dijo Giorgia acercándose a Patrick.

"Cariño" se me revolvía el estómago. Apreté mis puños para reprimirme el sentimiento de hacer una mueca de asco frente a ellos. Después de todo estaban casados, mi mamá ya había superado a Patrick y luego de esta visita no pensaba volver a pisar esta casa nunca en mi vida, así que estaba dispuesto a soportar un "cariño"

Di un paso adelante para quedar frente a frente con Patrick. Él sonrió cuando me vio, seguro finge.

—Los dejaré solos—dijo Giorgia y desapareció por las escaleras.

—Siéntate, Jackson—señaló Patrick con la mirada el asiento a su lado. Al parecer aún le costaba moverse.

Hice lo que él me pedía y me senté a su lado, "sólo hoy y nunca más" me recordaba mentalmente.

—¿Cómo has estado, Patrick?—pregunté y señalé el lugar donde le dio la bala.

—Ya estoy mejor, si la bala hubiese dado un poco más arriba me hubiese quebrado la clavícula, tuve mucha suerte—respondió con una sonrisa en su rostro.

Por supuesto que tuvo suerte, hierba mala nunca muere.

—Qué bien por ti—contesté.

—¿Qué hay de ti, Jackson? Lamento mucho lo que le pasó a ese chico...

—No vine a hablar de eso—lo corté fríamente. No quería que nadie me mencionase a Tim y él era la persona menos adecuada para hacerlo.

Hubo un silencio tenso entre nosotros. La tensión se alivió un poco cuando Hazel, la hija mayor de Patrick, ingresó a la habitación y se sentó sobre el suelo a jugar con sus muñecos.

—¿Ya estás pensando en mandarla a la Academia?—pregunté.

—Ya lo decidimos, no irá—contestó Patrick—Quiero que tenga una vida normal.

JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora