Capítulo 18: El Mundo

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El Martes salí de la escuela apurado y ansioso. Había pasado toda la noche pensando en el caso Erikson y mirando la foto de Madeleine. Investigué la dirección de Westminster Imports, se encontraba a tan solo diez minutos de mi casa yendo en auto. Tenía pensado ir a la salida de la escuela, por lo cual no iría a la Academia, Natalie me lo perdonaría si le llevaba algo interesante; pero el factor que no tuve en cuenta al planear mi escapada, fue mi mejor amigo.

Noah me interceptó a la salida de la escuela, en realidad ahí nos juntábamos siempre para ir juntos en tren a la Academia.

—¿Vamos?—preguntó.

—Hoy irás solo—respondí—Tengo otros planes.

—No estarás en problemas otra vez—me miró acusador.

Fruncí mis labios y sonreí inocente.

—¡Jackson!—me tomó el brazo y me llevó hacia un rincón del patio—¡Sabía que no lo habías dejado! Esto no es un juego, deja que Patrick se haga cargo.

—Ahora yo estoy al mando...sólo que nadie lo sabe—expliqué y Noah me miró incrédulo—Es una misión secreta que Natalie me asignó—murmuré—¿Vienes conmigo?

—¿Estás loco? Yo no...

—¿Me dejarás solo?—lo interrumpí—Ya sabes el secreto por lo tanto estás involucrado si algo me llega a pasar—sonreí.

—Maldito hijo de...

—Los niños no dicen malas palabras—volví a interrumpirlo—Nos vamos ahora.

Nos subimos al primer autobús que nos llevaba hacia el Palacio de Buckingham y de ahí caminamos cinco cuadras hasta llegar a Westminster Imports. Comparé el lugar con la foto y evidentemente eran los mismos.

—Es una casa de importaciones—dijo Noah obvio—¿Tú crees que el capo de la droga en Londres se esconde en una casa de importaciones?

—Es lo que averiguaremos—comencé a caminar hacia el negocio con Noah siguiéndome a las rastras.

Antes de entrar observé meticulosamente el estacionamiento, sólo para comprobar que el auto de Drake Lovren no estaba allí, espero que él tampoco. Abrí la puerta del negocio, era un galpón enorme, un poco oscuro y abarrotado de cosas de todo tipo, desde juguetes, cosas de cocina y mueblería hasta artefactos domésticos. Eran importados de todas partes del mundo, era interesante ver toda esa mercadería. Un muchacho de unos veintitantos que trabajaba aquí se me acercó, podría ser la última serpiente.

—¿Puedo ayudar en algo?—preguntó el chico amablemente.

—Estaba buscando juguetes—respondí simpático.

Noah me miró extraño y le clavé la mirada.

—Por aquí—dijo el muchacho y comenzó a guiarme entre los abarrotados estantes.

—¿Desde cuándo compras juguetes?—susurró Noah mientras el chico buscaba lo que le pedí.

—Algo que no se rompa ni se pierda tan rápido—pedí.

Mientras inspeccionaba los juguetes que el muchacho me iba mostrando, trataba de sacar algo de información.

—El otro día, viendo las noticias, decían que la chica que vivía en el departamento que explotó trabajaba aquí—comenté mientras fingía mostrarle el muñeco a Noah.

—Sí, pero ella trabajaba a la mañana, así que nunca llegué a conocerla—respondió el chico—Es una lástima ¿no?

—Ya lo creo—respondí entre dientes—Creo que no llevaré nada.

JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora