Era el primer partido de Gonzalo después de la distinción sufrida en el partido por copa libertadores donde había disputado los noventa minutos del cero a cero.
— ¿Estás lista? —pregunto Olivia con el buzo rojo amarrado en su cuello. — ¡Kei! —llamo la atención de su amiga quien estaba completamente estática mirando la nada. — ¡Luana nos está esperando!
La morocha asintió y tomó su campera del sillón antes de salir. Tenía nervios, más de lo normal.
— Amiga yo entiendo que ahora sos una boti. —la fulminó en un instante. — Pero fuimos al monumental a ver a River más de cien veces y estas temblando como si fuera la primera vez.
— Es por Gonza. —musitó de repente desde el asiento trasero. — Hoy vuelve después de la distensión y estoy un toque preocupada. —Luana aprovecho para mirarla por el espejo retrovisor mientras que Olivia no le importaba quedarse sin cuello por mirar a su amiga. — Déjenme, yo me entiendo. —le quito importancia e intento integrarse a la conversación que sus amigas mantenían.
El ambiente en el monumental era algo inexplicable como cada partido que el equipo disputaba en el Antonio Vespucio Liberti.
River, mi buen amigo, está campaña volveremo' a estar contigo, te alentaremo' de corazón está tu hinchada que te quiero ver campeón. Se escuchaba en cada rincón del monumental, el cual recibía al equipo de Marcelo Gallardo para enfrentarse al bicho de la paternal. ¿Gonzalo Montiel? Entre el once titular.
Apenas la figura del lateral derecho apareció en la pantalla LED la piel de Keila se erizo a tal punto que de su rostro salía una especie de lágrimas totalmente incontrolables.
— ¡Estás hasta las manos! —recrimino Olivia al ver que su amiga no estaba tan serena como solía estarlo siempre. — ¿Keila estas llorando? —Luana rápidamente dirigió su vista a su amiga y la abrazo provocando que se emocioné más de lo que estaba.
— ¡Como no voy a llorar sí mira lo hermoso que es esto! —mintió señalando el monumental. — Me quiero casar acá.
— Datazo para Montiel. —exclamo divertida la rubia provocando que las otras dos siguieran con las risas.
Cada vez que Gonzalo tocaba la pelota Keila se llevaba la mano a su rostro, sufriendo en cada contacto con otro jugador.
Cuando terminó el primer tiempo lo busco con la mirada como si el fuera a buscarla entre el monumental lleno, de todos modos tampoco sabía que ella estaba ahí.
Con el encuentro finalizado en un cero a cero llegaba la hora de salir del estadio.
— No vuelvo con ustedes. —emitió de repente mirando a sus amigas.
— ¿Sabe que estás acá? —le pregunto cuando vio que su amiga alejaba la mirada de ellas buscando en el estacionamiento el auto de Montiel. Negó cuando lo encontró y volvió la vista a ellas.
— Se va a enterar ahora. —menciono de repente y saludo a cada una alejándose con las manos en el bolsillo de su campera.
— Keila, avisa cuando estés con el. —le recriminó Olivia tomando el papel de amiga protectora debido a que Camille no estaba ahí.
— ¿Sos Camille ahora? —pregunto con gracia y Olivia la fulminó mientras arqueaba la ceja. — Si mamá te voy a avisar. —sonrió con maldad y comenzó a acercarse al lugar donde estaba el estacionado el auto de Gonzalo.
Al salir del estadio sus amigas la saludaron con el sonido de la bocina y ella solo se dedicó a levantar la mano de manera cordial.
— ¡Vos lo querés matar! —escucho la voz del Chino a sus espaldas y se dió vuelta con una sonrisa a abrazarlo.
— Era una sorpresa. —su voz se torno a caprichosa y el chino sonrió negando con la cabeza.
— Yo no ví nada. —exclamo metiendo su bolso en el auto. — Eso si, no me debes una me debes dos ahora. —Keila lo miro extrañada. — La de Donati y la del cachete. —una sonrisa se dibujó en el rostro del defensor y se despidió de ella de igual manera que sus amigas lo habían hecho minutos antes.
Solo rogaba que la próxima persona que saliera del estadio sea Gonzalo y no otro jugador que la sume a su lista de deudas.
— ¿Vos sabés que me vas a volver loco no? —pregunto cuando la vio apoyada en el capot del auto. — ¿Porque no me dijiste que venías? —pregunto después de que sus labios chocarán con los de ella de manera tierna mientras en el rostro de Keila se dibujaba una sonrisa que hacía que se ahuecaran sus mejillas.
— ¡Era una sorpresa! —exclamo abrazada a su cuello mientras seguía recostada en el auto y lo atraía más a ella. — ¡Si no te gusta me puedo ir! —se separó e hizo el amague a despegarse del auto. El puso sus manos en cada una de sus mejillas y la atrajo hacia el dejando un beso duro en sus labios que ella suavizó entrelazando sus manos en su nuca. — ¿Eso quiere decir que te gustó? —dejo reiterados picos sobre los labios de Keila dándole a entender que si.
— ¿Con quién viniste? —pregunto mientras dejaba las cosas en el asiento trasero y daba la vuelta para abrir la puerta del copiloto.
— Con Oli y Lula. —le restó importancia a la respuesta y volvió a capturar los labios del jugador debido a que el no paraba de sonreír. — ¡Deja de sonreír porque te voy a paspar los labios de tanto besarte! —le suplico pero el negó con la cabeza y una sonrisa ladeada que dejaba ver su blanca dentadura. — ¡Me explotó todo el sistema reproductor!
— No por favor. —exclamo el siguiendo su juego. — Quiero que mis hijos el día de mañana sean igual de hermosos que su mamá.
— ¿Ya están pensando en cambiarme? —los labios de Gonzalo se estamparon contra ella provocando una risita fuera de control.
El sonido de una garganta aclarándose hizo que mirarán a su alrededor para ver de quién se trataba.
— Parecen focas. —emitió Nahuel con maldad mientras cerraba la puerta de su auto. — Focas apareándose. Vos. —miro a Keila que tenía una sonrisa en su rostro. — Me debes más de las que podés pagar, pero con helado y una cena hecha por vos se soluciona todo. —subió a su auto y bajo la ventanilla para guiñarle el ojo antes de irse.
— ¿Vamos? —pregunta Gonzalo volviendo a ellos dos. Keila asiente y sube al auto para que después el defensor se dedicará a cerrar la puerta. — ¿Te llevo a tu casa?
— A donde sea. —emitió sin dejar de mirarlo. — Pero esta noche me quedo con vos. —La sonrisa de Gonzalo era aún más grande al escuchar eso, dejó un beso húmedo en los labios de Keila antes de partir del estadio.
»No me convenció nadie me convenció tu sonrisa. Y me fui tras de ti persiguiendo mi instinto, si quieres cambio verdadero pues, camina distinto«
scheckei. 2h
Espero que les guste.
Una pregunta cuántas después de leer partes de este capítulo creyeron que son hincha de River? (Ignorando las que saben que soy más bostera que Román) soy una gallina frustrada en esta vida 😔 (si mi madrina viera esto volvería de entre los muertos para morirse y llevarme con ella)
Si tienen algo ahora decirme ya saben, comenten.
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| 29 | Gonzalo Montiel.
Fiksi PenggemarParece inexplicable como el destino pone en tu camino personas, que estuviste esquivando toda tu vida, pero que se vuelven indispensables en un abrir y cerrar de ojos.