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El sol de la mañana ingresaba por los espacios de la ventana que tenía la persiana e iluminaba con suavidad el rostro de Keila.

Gonzalo que había despertado hace un rato solo la observaba mientras dormía.

— ¡No sé si te dije! —exclamo media adormilada abriendo uno de sus ojos. — ¡Pero no me gusta que me vean dormir!

— ¿Por que? —exclamo acariciando su mejilla y acercándose a sus labios. — ¡Si sos hermosa, siempre sos hermosa! —los labios del jugador estaban por juntarse con los de ella pero la sabana que Keila interpuso entre los dos lo impidió.

La joven se levantó y desapareció de la habitación dejando a Gonzalo más que confundido.

»¿Y ahora que le pasa?«

Minutos después volvió y fue ella quién beso sus labios. — ¡Buen día, Gonza! —el viento fresco y sabor a menta que salía de la boca de Keila hizo entender a Gonzalo el porque se había levantado sin dejarla saludar.

— ¡Buen día, linda! —atrajo el cuerpo de ella un poco hacia el y ella sonrió. — ¿Como amaneciste?

— Al lado tuyo, no se puede amanecer mal. —acaricio su cabello y noto como Gonzalo se sonrojaba de a poco. — ¿Como hago para no acostumbrarme?

— ¡Me hago la misma pregunta! —exclamo y la apegó un poco más a el. — ¡Me voy a bañar! —aviso y levantó una ceja.

— ¿Querés que te acompañe? —le pregunto sobre sus labios. Gonzalo sonrió y era imposible negarse a esa propuesta. — ¡Te espero en la ducha! —dejo un beso en sus labios y abandono la habitación.

Keila se tomó un momento antes de ingresar a la ducha, todavía recordaba como si hubiese pasado cinco minutos de la primera vez que se entregó a el.

El vapor del agua caliente inundaba la habitación, ingreso envuelta tan solo en una toalla y la dejo sobre la ropa de Gonzalo antes de ingresar a la ducha con el.

El vapor del agua y la energía que emanaban sus cuerpos, fueron convirtiendo poco a poco el baño en una especie de sauna, entre gritos ahogados y gemidos.

— ¡Un día me vas a matar! —murmuro mientras la veía humectarse la piel.

— ¡Me quiero cambiar! —pronuncio.

— Puedo ayudarte. —estableció con diversión en su voz.

— ¡Fuera! —ordeno con una sonrisa en su rostro. No era la primera vez que la veía desnuda, pero de todos modos todavía le daba un poco de pudor. »parece chiste Keilita, te desnudas sola adelante de el, pero te da pudor que te vea desnuda ¿?«

Cuando ingreso a la cocina, pudo ver la espalda de Gonzalo enmarcada más o menos en la camiseta de entrenamiento de River. —Uff. — pensó al notar que Gonzalo se dió vuelta con una sonrisa notó que otra vez estaba pensando en voz alta. »la concha de mi hermana« pensó esta vez para si misma.

— ¡Sorry, pero no puedo! —musitó negando con la cabeza. — La ropa de River en tu cuerpo me vuela el bocho.

Volvió a sonreír y algo recorrió su interior. »para por favor, me vas a matar Gonzalo Ariel Montiel«

El desayuno fue tranquilo, Gonzalo se dedicaba a hacerla sonreír y aprovechar la posibilidad de verla sonreír.

— ¡Kei! —llamo la atención de la morena, ella solo lo miro para que prosiguiera. — Nosotros no nos cuidamos anoche, ni hoy tampoco. —Keila sonrió y tomó su mano transmitiendo tranquilidad.

| 29 | Gonzalo Montiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora