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— ¡Me fui un día y esto parece un cementerio! —exclamo ingresando al departamento para desempeñarse en su trabajo diario. Luana se dió vuelta al escuchar la voz de Keila y sonrió al verla bien dejando sus cosas.

— ¡Qué placer verte otra vez! —exclamo dándole un cálido abrazo por un largo tiempo. — ¡Se te extraño!

— Me tome una licencia obligada un día. —emitió fulminandola con mirada. — De todos modos, gracias por eso y por todo, se que el domingo estuvieron hasta tarde en casa con los chicos.

— ¡No hay nada que agradecer Keilita! —sonrió con sinceridad. — ¡Para eso están los amigos! —asintió con la cabeza y una sonrisa en su rostro.

Más allá de las bromas, el departamento no estaba tan tapado de trabajo como solía estarlo siempre, por lo que era un poco aburrido pero todavía tenía sus detalles.

— ¡Mañana juega River! —emitió Luana mientras caminaban por el predio aprovechando del sol después de los días grises que abundaban en el gran Buenos Aires.

— ¡Si! Saque la entrada pero no sé si voy a ir. No estoy lista para. —levanto su vista. »mierda« pensó al ver que un grupo de jugadores se acercaba a ellas.

Martínez Quarta y Gallardo encabezaban la manada, detrás de ellos Álvarez hablaba con el pity y atrás muy atrás intentando pasar desapercibido Montiel junto a Sibille. Apenas Keila conecto su mirada con Gonzalo, el corazón le dió un vuelco, sentía ganas de llorar, de golpearlo por hacerla sentir de esa manera pero también quería salir corriendo a sus brazos, de todos modos solo se quedó estática a la vez que el chino la abrazaba y no dejaba que los demás la abracen.

Solo se miraban sin emitir una palabra, Gonzalo se rascaba la cabeza indicando que estaba nervioso, Keila tomó la iniciativa y se soltó de Julián quién la estaba abrazando y se acercó a Gonzalo.

{Amor déjame ser yo lo primero, que se asome allí en tu almohada...

— ¡Gonza! —se alejaron un poco del grupo. — ¿Puede ser que podamos hablar en un lugar tranquilo y sin discutir por favor? —a Gonzalo lo tomó por sorpresa que ella dejará en cierto modo su orgullo de lado para resolver la situación. Sin pensarlo asintió.

... Que tu pecho sea siempre donde apoyaré mi cara...

— ¿Te parece si cuando terminó de entrenar vamos a mi casa o a tu casa?

— Tu casa sería lo mejor. —emitió con una media sonrisa. — En mi casa está Camille y no vamos a poder hablar tranquilos.

... Y que hagas nudo con mis piernas, cuando yo me duerma.

— Está bien. —le dedicó una sonrisa y volvió al lado de Álvarez quién dejó un beso en su frente y ella sonrió con el simple gesto que quién era novio l casi novio de su amiga.

— ¿Estás segura Keila? —pregunto Luana al ver la locura que estaba por cometer su amiga. — ¿No es muy pronto?

— ¡Voy a hablar con él solamente Luana! —se defendió subiendo a su auto para manejar hasta la casa del defensor. — No voy a dejar que el entre a jugar un partido tan importante con la cabeza en cualquier lado menos en el monumental. No puedo.

Puso el auto en marcha y salió del estacionamiento del estadio dirigiéndose hacia la casa de Gonzalo, cuando llegó suspiró antes de bajar como tomando coraje y bajo del auto.

— ¡Ya voy! —se escucho cuando el timbre del departamento de Gonzalo sonó. — ¡Hola Kei! —saludo al abrir la puerta.

Amor déjame ser siempre el deseo que hace que vuelvas a casa...

| 29 | Gonzalo Montiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora