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El partido contra San Lorenzo acababa de finalizar, el humor de Keila no era el mejor debido a que el empate en los últimos quince minutos y más viniendo de un ex-boca no era la mejor forma de irse a la fecha FIFA sin mencionar que River venía de empatar en tres las fechas anteriores y era hora de empezar a sumar si quería disputar algo en el campeonato.

— ¿Gonzalo viene para acá? —pregunto Gallardo mientras la observaba cocinar.

— Si. —respondió restándole importancia. — ¿Te quedas a comer? —invito tomándolo por sorpresa.

— ¡Nahue! —Julián ingresaba a la cocina llamando la atención. — ¿Vamos?

— ¿No se quedan a comer? —pregunto con una mueca en su rostro. Julián se acercó y tocó su frente controlando si tenía fiebre o algo de eso. — ¿Por que me miran así?

— ¡Porque no es estás invitando a comer a tu casa! —explico Nahuel.

— ¡Y encima estás cocinando! —agrego el delantero. — Pero no, no tenes fiebre. ¿Estás bien, o la comida tienen veneno?

— ¿Tan raro es que quiera que se queden a comer? —pregunto desconcertada.

— Si. —respondieron al unisono.

— ¿Se quieren quedar a comer? Quédense. —se encogió de hombros. — ¡Yo voy a cocinar!

Nahuel miro a Julián y este se encogió de hombros, dándole a entender que no le molestaba quedarse. Era rara la actitud de Keila, debido a que siempre que los chicos venían se negaba a cocinar y a que se queden.

— ¡Lo que hace Andresito! —exclamo Camille ingresando a la cocina. Keila sonrió mientras preparaba los panqueques para los tacos. — ¿Querés que te ayude? —nego.

— ¿Podes agarrar mi celular? —pregunto mientras rebosaba las rabas para después freir, Camille asintió. — Búscalo a Gonza y avísale que traiga algo dulce. —ordeno.

– Hola gatito. —escucho a su amiga mandándole el audio a Gonza. – Dice mi amiga que traigas algo dulce, porque los más lindos nos quedamos a comer. Ah sí, tráeme una coca porque en esta casa no hay esas cosas. Te odio, Camille. Keila rió y negó con la cabeza mientras seguía cocinando, Gonzalo y Camille se la pasaban peleando las veinticuatro horas del día, uno decía River la otra decía Boca así sucesivamente. – Búscate un novio que te compre coca, ¿Que te pensas que soy un kiosco? Bueno decile que ahora compro. Camille dejó el celular después de escuchar el audio y ayudó a su amiga aunque ella no quería.

— ¿Hablaste con Catalina? —le preguntó de repente, tomándola por sorpresa.

— No me dijiste que la llamaste cuando discutí con Gonzalo. — Tampoco me dijiste que amenazó con meterme en hospital psiquiátrico si volvías a llamarla.

— ¡No puedo creer que te lo haya dicho! —se excuso Camille esquivando que no se lo dijo ella. — ¡No tiene corazón!

— Camille. —la castaña la miro. — Creyó que eras vos. —apareció confusión en su rostro. — Apenas respondió el teléfono no me dejó emitir una sola palabra que empezó a gritar "te dije que si me volvías a molestar iba a volver a Argentina y la iba a internar así de una vez la puedo alejar de al lado tuyo" Al parecer sigue sin poder superar lo que pasó. —su voz como que se quebró. — Ya no me sorprende nada de ella. La llame para decirle que estaba empezando de cero, con la esperanza que vuelva y me vea feliz, pero escuchar eso me hizo saber que nunca va a cambiar, que nunca va a dejar su rencor de lado. —miro a su amiga con los ojos completamente a punto de romperse y Camille la abrazo.

— Keila, tu hermana es una persona especial. —la escucho reír y la miro confundida.

— Deci que es una mierda de persona. —le recriminó. — No me voy a enojar,  si es la verdad. —nego con la cabeza y volvió a abrazarla mientras aconsejaba palabras de aliento en su oído.

— ¿Todo bien? —pregunto Gonzalo desde el marco de la puerta. — ¿Pasó algo?

— ¡Grande Pa! —grito Camille con malicia y se acercó a él. — ¡Felicidades! —palmeo su hombro.

— ¡Camille! —le gritó Keila del otro lado de la mesada de la cocina. Está se fue riendo, disfrutando de la cara de Gonzalo. — ¡No estoy embarazada! Cambia esa cara. —le informo al jugador quién estaba pálido. — ¡Estoy indispuesta, para que te quedes más tranquilo!

— ¿Por eso los chicos se quedan comer? —pregunto acercándose y la abrazo por la cintura. — ¿Te ayudo? —murmuro en su oído.

Rápidamente la piel de Keila se erizo y una sonrisa se dibujó en su rostro.

— ¡Ya está todo listo! —le informo y se giró para quedar frente a él capturando sus labios. — ¡No podés hacer eso sí te estoy diciendo que estoy indispuesta!

— Juego con la cancha embarrada. —emitió sonriendo sobre sus labios. — No pasa nada.

— ¡Sos un asco! —golpeo el hombro y lo empujó hacia atrás negando con la cabeza a la vez que Gonzalo reía de manera perfecta, como siempre. — Ayúdame a llevar las cosas a la mesa. —ordeno y tomó la bandeja de las ranas dejando que el lleve la de las papas y las salsas que había preparado.

— ¡Julián estaba desconfiando de tus dotes culinarios! —exclamo Nahuel apenas Keila apareció en el comedor. — Tiene el número del delivery en el marcador rápido.

— ¡Julián es un boludo! —se defendió mientras se sentaba. — Después de probar va a implorar que le siga cocinando. —exclamo disfrutando del momento, mientras sus amigas y Gonzalo asentían con la cabeza.

— Contame, ¿En qué momento te volviste tan pollera? —pregunto mirando a su amigo.

— Un poco más tarde que vos. —respondio esto ocasionando que lo fulmine con la mirada. — Te podés quemar jugando con fuego.

Keila sonrió por lo bajo al escuchar eso, debido que era algo que ella siempre decía. »cada día me enamoras más y eso me da miedo«






Sé que dije que no iba a aparecer hasta el domingo, pero bueno no puedo. Espero que les guste.

| 29 | Gonzalo Montiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora