No somos amigas

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Narrador Omnisciente:

Mina entreabrió sus labios en un vano intento por excusarse ante lo inevitable, la coreana en cambio simplemente se quedó de pie sintiendo cada poro de su cuerpo ardiendo ante la ira que la envolvía. Nayeon sentía celos, celos por ver a su mejor amiga con otra mujer.

Mina era suya, o eso solía decir.

La japonesa sonrió de aquella manera adorable al mismo tiempo que hacia un tierno sonido que desprendía de su garganta como un ronroneo, la joven necesitaba hacer de todas las formas posible que la coreana se calmara, pero al parecer no lo estaba logrando. La pelinegra observó un tanto atemorizada como la castaña tomaba el atrevimiento de dar un paso hacia el interior de la casa, por inercia retrocedió dándole el suficiente espacio para que Nayeon pudiese invadir su privacidad.

—Haré como que no he visto a esa perra—comentó Nayeon mientras ingresaba en el hogar de la pelinegra.

Mina apretó sus puños, se sentía fatal, enojada consigo misma por permitir que ella hablará de aquella manera.

—...—la joven tragó saliva cerrando la puerta detrás de sí—su nombre es Chaeyoung, Son Chaeyoung—aclaró logrando que la joven detuviera su caminar.

Nayeon comenzó a reír al mismo tiempo que se giraba alzando sus dos cejas de forma incrédula, Mina sintió cada fibra de su cuerpo se contraía ante la dura mirada de la muchacha siendo está camuflada por sus encorvados labios. La japonesa tragó saliva dando un paso hacia atrás, la coreana se estaba acercando, parecía un animal a punto de lanzarse contra su cuerpo, porque sí, Mina se sentía como una vil presa en esos momentos.

Su aliento quedó atrapado en su garganta cuando el suave dorso de la joven rozó su quijada, su corazón estaba apunto de salir de su garganta, se sentía asfixiada, atrapada entre la puerta y el majestuoso cuerpo de la mayor.

—N~Nayeon...—murmuró Mina sintiendo su cuerpo ardiendo ante las cálidas manos de la nombrada—¿Q~Qué se supone que estás haciendo?—preguntó tragando el nudo que se había creado en su garganta.

La coreana le sonrió mientras que posicionaba sus dos manos contra las caderas de la menor.

—¿Qué qué hago? Pues nada—respondió acercando su rostro contra el cuello de la pelinegra—hueles a ella—comentó escuchando la suave risa de la japonesa.

Mina agachó la mirada notando el bonito cabello de la castaña, sus ojos le jugaron una mala pasada viajando más de la cuenta.

—¿Tienes complejo de perro?—preguntó la japonesa a la vez que se relajaba.

Nayeon entreabrió sus labios soltando una inocente carcajada, sus suaves carnes rozaron la piel expuesta de la pelinegra sintiendo como el cuerpo de la joven se paralizaba por completo.

—No... Pero si quieres puedo serlo—contestó la coreana con un toque provocativo en sus lascivas palabras las cuales provocaron un inminente ahogo en la japonesa—¿Sabes?—murmuró brindándole un par de besos al cuello de la chica—puede que seas una chica, y creeme amiga, eres una chica muy sexy, pero lo que tienes entre las piernas te obliga a reaccionar como un chico—comentó alejando su rostro de aquella zona para ver directamente las facciones de la menor—y yo sé cómo controlar a un chico.

Mina se sentía indefensa, las suaves palabras de la castaña le habían provocado una fuerte pulsación en su entrepierna, y para su mala suerte el bonito cuerpo de la mayor se hallaba apresado contra el suyo logrando que su miembro se mantuviera rozándose contra el muslo de la coreana. Nayeon no era estúpida, podía sentir la dureza carne de la japonesa rozando contra su cuerpo, por instinto sonrió de forma egocéntrica, le encantaba provocar aquello en los hombres, pero aunque jamás lo admitiese a viva voz, le fascinaba provocar eso en la japonesa.

Mina tragó saliva apretando sus manos contra la madera de la puerta, ya no tenía escapatoria, estaba acabada. Su corazón se detuvo mientras que su respiración había quedado atrapado en su garganta, la coreana la besaba con vehemencia, como si estuvieras necesitada por probar sus labios.

La japonesa no se resistió, amaba demasiado a la castaña para dejar que hiciese lo que se le pagara la gana con su cuerpo. Mina suspiro contra la boca de la coreana, Nayeon la estaba dejando sin oxígeno, ¿Pero que más daba? Era su amiga quien la besaba como si no tuviese un mañana.

Nayeon despegó sus labios apoyando su frente contra la de la pelinegra. Se quedaron así, en un completo silencio sintiendo como sus respiraciones se mezclaban entre sí.

—Esto está mal... Somos amigas—susurró la coreana mientras que su cuerpo se paralizaba por el tacto de la pelinegra.

Mina le sonrió, con rapidez elevó una de sus manos tomando uno de los mechones de la muchacha para luego echarlo hacia atrás- lo hizo, ocupó la misma técnica que los demás idiotas hormonales-.

—Tu y yo, no somos amigas Im Nayeon—contesto la pelinegra para luego estampar sus labios contra los de la mayor.

Nayeon se dejó, porque a pesar de todo, Myoui Mina tenía su corazón.

La japonesa se giró, de forma posesiva empujó a la coreana manteniéndola atrapada entre su cuerpo y la puerta, su afiliada mirada se conectó rápidamente con la de la castaña logrando poner de los nervios a la joven.

—Veo que estás nerviosa—comentó Mina con un toque divertido en sus palabras—¿A qué le temes Nayeon?

La nombrada elevó una de sus cejas con diversión mientras que estiraba su rostro hacia el de la pelinegra, le sonrió de forma coqueta demostrándole las diferentes sensación que solo ella eran capaces de provocar en el frágil cuerpo de la japonesa. Mina le devolvió la sonrisa terminando por cerrar la brecha que las separaba, sus bocas se sellaron, sus lenguas comenzaron una acalorada danza por mantener el dominio, hasta que la castaña tomó la decisión de empujar con suavidad los hombros de la contraria.

—Nayeon~ah...—susurró Mina a la vez que comenzaba a hacer un adorable mohín.

Nayeon mordió su labios observando las bonitas facciones de la japonesa, sin esperar más, la joven alzó sus dos manos apoyándolas contra las mejillas de la pelinegra.

—No llores—comentó de forma burlona para luego tirar del rostro de la menor contra el suyo; se quedaron así, con los labios sellados mientras que ambas se hallaban con los ojos cerrados—...—Nayeon la alejó relamiendo su labio inferior para saborear el exquisito sabor que el beso de Mina le había dejado—será mejor que bajes a tu amiguito antes de que tu madre llegué—comentó al mismo tiempo que comenzaba a correr hacia las escaleras—¡Y yo que tú me doy prisa porque la acabo de oír!—agregó desapareciendo por el segundo piso.

Mina frunció el ceño ante las palabras de la joven, por instinto dio un par de pasos hacia atrás negando con su cabeza divertida.

La joven guardó por un par de minutos silencio temiendo que las palabras de Nayeon hubiesen sido ciertas. Cuando se percató del silencio que la envolvía no pudo evitar girarse mirando hacia las escaleras.

—¡Sí claro, como tú digas!—alzó la voz mientras reía divertida.

De repente para su mala suerte, su cuerpo entre en un pequeño colapso al oír el característico crujido de la puerta dando a entender que está estaba por abrirse, sintió sus piernas congeladas a la vez que, por instinto llevaba sus dos manos a su zona masculina intentando tapar fallidamente su miembro activo.

—¿Mina?  ¿Por qué estás gritando?—habló su madre detrás de la muchacha completamente confundida ante la actitud de su hija—olvídalo, ¿Puedes ayudarme con las bolsas?—preguntó moviendo un par de bolsas hacia la dirección de la pelinegra—Minari, te estoy hablando—comentó tirando su mano para atrapar el brazo de la nombrada.

Mina se giró con sus párpados cerrados al igual que los labios, se esperaba lo peor, pero para su sorpresa lo único que escucho fue un pequeño "oh" siendo acompañado por un "ve a tu habitación y arregla el desastre que tus hormonas causaron" la muchacha agitó su cabeza con rapidez para luego desaparecer con la mayor velocidad posible, sintiendo como el rozamiento de sus jeans lastimaban su miembro.

Friends [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora