Confesión, marcas en la piel.

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Narrador Omnisciente:

Mina se lanzó a su cama enterrando su rostro contra una de las almohadas, en el instante que sus labios hicieron contactos con la suavidad de la tela ajena no pudo evitar soltar aquel ahogado jadeo desprendiendo de su tráquea, la muchacha se sentía irritada ante los acontecimientos que envolvieron la cena en la casa de los Im; aquel maldito recuerdo de Nayeon ingresando en el comedor siendo acompañada por su hermano le había hervido la sangre, no había que ser un genio, ni un conocedor de los sentimientos entre los hermanos Myoui por la castaña, para notar aquella jodida tensión que se había creado entre el castaño y ella, podía sentirse en el ambiente cuan enojada se hallaba la japonesa y como su penetrante mirada había llegado intimidar al menor.

Y para colmo; el señor Im, se había encargado de "bromear" sobre una posible relación entre Taehyung y su hija en el trascurso de aquella incomoda cena, es que ni siquiera había sido capaz de degustarse el plato que la señora Im le había ofrecido, simplemente trago sin saborear su contenido, para luego guardar silencio atrapando su lengua entre sus dientes sin importarle siquiera el sentir el agonizante dolor que aquella húmeda carne estaba padeciendo.

Mina giró sobre la cama alejando su rostro de la almohada, continuó en un rotundo silencio observando el blanquecino techo del lugar, ¿Por qué se quedó callada? Se cuestionó soltando rápidamente un gruñido ante aquella desagradable respuesta. De repente, recordó algo; con fuerza se incorporó tomando asiento sobre el colchón, lentamente posó sus ojos en cada objeto que adornaba su desordenada habitación teniendo el vivido recuerdo de la triste mirada de su madre. Aquello la desarmó, la hizo volverse tan vulnerable, es que lo sabía, Mina era consciente que su madre le tenía lastima por las bromas de mal gusto por parte del señor Im, y sinceramente, la joven no la culpaba; ella también se tenía lastima.

La japonesa suspiró a la vez que apretaba sus labios, ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Realmente no quería perder a Nayeon, no cuando ni siquiera habían comenzado a tener algo serio; Mina era egoísta, y ella era consciente de aquello, pero es que se veía incapaz de ver a la coreana con otra persona, no podría aguantar verla con alguien más que no fuese ella.

Se mantuvo ahí, con los hombros encorvados y las manos entrelazada entremedios de sus muslos, sus ojos se hallaban fijos en sus pies aunque ni siquiera estaba prestando atención a lo que veía, se encontraba sumergida en aquel doloroso mar de pensamientos, en busca de una respuesta que, claramente jamás iba a parecer-no por ahora-.

La triste y angustia lentamente comenzó a desvanecerse de sus pensamientos, para darle paso a la molestia e ira.

—¡Idiota! —se insultó a si misma completamente frustrada de saber que había hecho mal en huir de la casa de los Im.

Mina bufó llevando sus dos manos a la cabeza; velozmente recordó la mirada de Nayeon, sabía de antemano que la joven no le había creído a su estúpida mentira, es que ni ella misma fue capaz de tragar la falsedad en sus palabras. Su cuerpo se tensó al oír unos suaves golpes en la madera de su puerta, su tráquea se secó a la vez que podía sentir su corazón chocando en su caja torácica, Mina no sabía quién podía ser, dudaba que fuese su madre o el castaño; se suponía que ellos seguían donde la familia Im.

Rápidamente se levantó y caminó en dirección del sonido, pero antes de que tuviese siquiera la oportunidad de estirar su mano, la puerta ya se había abierto revelando la misteriosa identidad del desconocido.

—¿Qué haces aquí, Im? —preguntó Mina ocultando su sorpresa por molestia.

Nayeon la observó por un par de segundos manteniendo una de sus manos alrededor de la madera, su castaña mirada brillaba de una forma peculiar, logrando que la japonesa bajara por una milésima de segundos la guardia.

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