Nuevos rostros, comentarios peligrosos.

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Narrador Omnisciente:

Era un bonito día lluvioso en la vida de Myoui Mina, la joven caminaba con tranquilidad por los pasillos del instituto en dirección de la salida, su tarde escolar fue aburrida, contenido nuevo que aprender y trabajos por realizar-algo monótono en su día a día-. La pelinegra apretó sus puños en las tiras de su bolso al oír la fuerte lluvia rebotando contra el techo de la vieja estructura, por instinto suspiró siendo completamente consciente de que llegaría empapada a su hogar, ¿Cómo fue tan estúpida de no mirar el clima antes de salir? Resignada estiró sus dos manos abriendo la puerta hacia el exterior, maldijo a sus adentros al ver la intensa lluvia inundado su panorama, parecía que el clima estaba molesto con la cuidad, las fuertes gotas colisionaban contra el asfalto provocando que, una pequeña neblina se mantuviera posada por sobre el piso, dándole aquel toque "tenebroso".

Mina chilló a la vez que sus músculos se contraían al sentir la mano ajena tocando su brazo. Por instinto la joven giró su cuerpo lanzando el primer golpe en dirección del desconocido, Nayeon alcanzó a moverse esquivando el firme puño de la menor antes de que este diera con dureza contra su bello rostro. La pelinegra abrió sus párpados completamente estupefacta de ver el ceño fruncido plasmado en el bonito rostro de la castaña, rápidamente elevó la mirada observando el tierno paraguas de color rosa cubriendo su anatomía de las furiosas gotas.

—¿Q~Qué haces aquí?—preguntó la extranjera pasando por alto todo indicio de disculpa por parte suya.

La coreana se mantuvo firme con las cejas juntas ante la molestia que la envolvía, una parte de ella echaba de menos tener el control de la situación, extrañaba ver en el par castaño de la contraria aquel peculiar brillo de atención que, constantemente notaba en su mirada. Siempre le gustó aquella joven vergonzosa de sí misma, y no podía evitar sentirse la responsable de no ver en su esencia aquella adorable personalidad. Nayeon posó sus ojos en el par oscuro notando la dominancia y narcisismo reflejados en la filosa mirada de la menor, rápidamente atrapó con sus dientes su labios inferior intentando no saltar sobre las caderas de la castaña.

—¿Y bien?—insistió Mina al ver como la coreana la estaba observando—¿Te has quedado muda?—se mofó sintiendo un fuerte golpe contra su hombro—¡Auch!—exclamó llevándose su mano hacia la zona que la castaña golpeó fingiendo sentir dolor.

—¡Casi me golpeas! ¿Eso me gano por esperarte?—cuestionó Nayeon mientras que, con dificultad intentaba cruzarse de brazos.

La japonesa alzó una de sus cejas sintiendo sus comisuras elevándose ante el bonito gesto de la mayor-Nayeon realmente intentaba ganarse su corazón-. La joven sin decir más, estiró una de sus manos atrapando la muñeca de la contraria para luego simplemente deslizar su palma por su tersa piel hasta llegar a entrelazar sus dedos con los de ella. Ninguna de las dos dijo algo al respecto, Nayeon simplemente guardo silencio girando su rostro hacia la calle para que, la pelinegra no fuese testigo del bonito tono carmesí adueñándose de sus pálidas mejillas, en cambio Mina mantenía sus ojos fijos en el sedoso cabello ajeno queriendo ver el rostro de la susodicha.

Se dispusieron a caminar con sus frías manos unidas mientras que las gotas de la lluvia chocaban con fuerza contra el pequeño paraguas de la mayor, tanta era la agresividad del clima que, Mina no le quedó de otra que apegarse al torso de la castaña para que el viento de la tormenta no empapara su ropa, la joven sonrió al sentir el cuerpo de la coreana tensarse a causa de su roce, provocando que, con malicia diera un paso hacia atrás para colocarse detrás de la joven aprovechando de abrazar con su mano libre la cintura de la contraria. La extranjera escuchó el suave jadeo desprender de la garganta de la castaña al mismo tiempo que sus piernas dejaban de funcionar.

Mina no iba a negar que era algo incómodo caminar detrás de la mayor, pero aquello era rápidamente compensado con el hecho de saber que la coreana se hallaba con los pelos de punta al sentir su caliente respiración chocando contra su nuca. La japonesa intentando buscar una mayor comodidad para ambas; abrió un poco sus piernas logrando que sus pies no chocaran con la parte trasera de los zapatos de Nayeon. Mientras tanto, la castaña intentaba distraerse con el lluvioso panorama intentando no pensar en el hecho de que tenía el cuerpo de la pelinegra adherida a su espalda sintiendo todos sus atractivos atributos rozando contra la parte trasera de su anatomía.

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