Capitulo 18

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Desperté desorientada, sintiendo un horrible escalofrío apoderarse de todas y cada una de mis extremidades.

Estaba helada, el frío comenzaba a quemar mi piel, pero era un frío extraño, no provenía del aire, ni del agua que tapaba la mitad de mi cuerpo, no, venía de la silueta que acababa de materializarse frente a mi.

Se veía peligroso, su caminar era lento y zagas, listo para abalanzarse sobre mi en cualquier momento.

Pero no tenia que ser precavido, por más que lo deseara, mi cuerpo estaba totalmente inmovilizado, entumecido con el atroz frío calando mis huesos, provocando un dolor desgarrador.

Aunque sentía que estaba llorando, era una llanto interno, porque las lágrimas no salían de mis ojos, estos se hallaban atascados, mirando un único punto en específico... Esas intensas esmeraldas, que me observaban cargadas de rabia, estaban casi tan oscuras como el resto del lugar, como un manto impolutamente negro.

Una oscuridad que parecía haber devorado la luz en mi vida, me lleno de una tristeza tan desoladora como el miedo que crecía conforme el se acercaba.

Sentí la bilis en mi garganta, al verlo a solo unos centímetros de mi, su cercanía pareció abrir un grifo en mi cuerpo, el agua emergió de mis ojos como si hubiesen estado retenidas por un gran muro que el pavor destruyó.

Mi cuerpo no se movía, pero estaba temblando, aterrada, al comprobrar que el despiadado ambiente glacial sí provenía... de él.

Ya eres mía. dijo complacido, atrapando mi cuello entre sus manos, presionando tan fuerte que la imagen de su rostro se desvaneció con brusquedad, dejando en mi cuerpo la desesperante sensación de asfixia.

...

—¡MIERDA! — escuche un grito lejano.

Algo continuaba sobre mi cuello, pero mis brazos se hallaban laxos, así que no faltaba mucho para que la pesadilla se hiciese realidad.

Pequeños puntitos de colores nublaron mi vista, al tiempo que intentaba tomar mis últimas bocanadas de aire.

Hasta que una figura borrosa apareció, quitando el objeto que se estaba llevando mi vida.

—Ameleah, ¡Por dios!, ¿estas bien?

Mis párpados continuaban abajo, protegiendo mis ojos, pero no necesitaba verlo para saber de quien era esa voz.

Conforme pasaban los segundos, sentía que un gran peso era quitado de mi cuerpo, y no imagine que fuese algo tan literal. Estaba cubierta de pesadas piezas metálicas que me mantenían pegada al pavimento.

—¡Ameleah!—exclamó, logrando que entreabriera mis perezosos ojos— ¡Oh, que bien!— suspiro aliviado, acercándose más—Temía no sentir nada cuando tomará tu pulso.

Un leve gruñido salió de sus labios, al ver la gran mancha roja en mi ropa, intente sonreír pero estaba tan magullada que incluso eso implicaba una tortura en este momento.

—¿Que diablos te paso?—cuestiono levantándome del piso—Parece que te han dado una buena tunda, si no estuviese preocupado estaría...

Mi cabeza cayó en su hombro, y deje de escucharlo al sentir un agudo tirón en el musculo de mi brazo izquierdo, que colgaba flácido, fuera de su agarre.

El agotamiento tomo las riendas de mi cuerpo, pero me obligue a permanecer despierta, intentando procesar las numerosas preguntas de Hudson, que también intentaban mantenerme consciente.

Oscuros Secretos (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora