Capitulo 19

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¡Una mujer!

¡Dios mío! Una mujer y además... ¡¡Embarazada!!

Esto tenía que ser un maldito chiste.

¡Dios! Debía verme realmente ridícula, con la boca y mis ojos abiertos desmesuradamente. Totalmente consternada.

Cerré mi boca de golpe, anonadada, lamentando haber seguido mi impulso, mientras que la mujer que minutos atrás se hallaba detrás de la puerta, desataba el delgado pedazo de tela que sostenía su cabello cobrizo en una delicada trenza.

—Que suerte que no sabes usarla. — dijo sonriendo, amarrando la tira en su brazo, del que caía una fina línea de sangre —El impacto te hizo girar la mano.

Termino el torniquete, tomando la punta de la tela entre sus dientes, dándole un fuerte apretón, deteniendo el leve sangrado.

— ¿Esta... bien?—pregunte asustada, señalando su abultado vientre.

—Por supuesto, cariño.— me tranquilizó agrandando su sonrisa— Fue solo un rasguño.

<<¿Un rasguño? ¡¡Le había disparado!! ¿Acaso estaba loca?>> Pensé aterrada mirándola con escepticismo.

—Lo siento, yo pensé que...—me detuve al no saber que decir.

¿Qué era lo había estado esperando?

Una imagen clara se coló en mi cerebro, destellando sobre mis parpados cerrados, segundos antes de disparar. El rostro de Jhon. Una fuerza extraña me impulso a girar mi mano, una que logro disolver con facilidad y rapidez mi determinación.

Ella se equivocada, yo si sabía usar un arma, no había fallado, al menos no por la razón que creía.

— ¿Tú estás bien?— preguntó al notar mi ensimismamiento.

Observe el arma entre mis manos con parsimonia, sintiendo que parecía pesar más que la última vez que sostuve una y luego levante mi vista hacia ella.

Se veía inofensiva, sin contar con la gran protuberancia que levantaba la falda de su sencillo vestido, este le llegaba a los pies, su color amarillo tostado, hacia resaltar el tono claro, aunque bronceado, de su piel. Su rebelde cabello rojizo, destacaba notablemente sobre el suéter blanco que cubría sus delgados brazos. Era hermosa, y tenía ese brillo en los ojos que caracterizaba a las mujeres en su estado. Un brillo que estuve a punto de apagar.

—Lo estoy.

<< ¡No! No lo estoy >> Casi le grite, con la culpa causando estragos en mi estómago.

Asintió, aun sonriendo, y comenzó a moverse por el pequeño espacio, sin darle importancia al hecho de que yo aún sostenía el arma.

No la estaba apuntando, ni mantenía mi dedo pegado al gatillo, incluso mis dedos no ejercían presión sobre ella, solo permanecía sobre mi pierna, creando un conflicto en mi cabeza. Me sentía segura teniéndola, sin embargo, su tacto también quemaba mi piel, mi cuerpo bramaba enojado, recordándome la promesa que había roto al disparar.

—Siento que llevo siglos sin estar en este lugar. — dijo la mujer atrayendo mi atención, moviéndose con una familiaridad que afianzo sus palabras—Pero todo sigue exactamente igual.

El toque de melancolía en su voz, no pasó desapercibido, y menos después del largo suspiro que brotó de sus labios. Era evidente que esta mujer conocía a Mason, más que eso, pude notar la ternura que cubrió sus ojos al posarlos sobre el bello durmiente, que aún permanecía con la boca abierta.

Luego de haber encendido el fuego en la chimenea, cerrar las ventanas, colocar un cesto — el cual desprendía un olor estupendo — sobre la pequeña mesa, se dirigió hacia el otro lado de la cama.

Oscuros Secretos (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora