Cap. 10.2 - El prisionero Sabé

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El prisionero Sabe



Lance y Mislav, desde su escondite fueron testigos de la marcha de soldados a cuatro columnas, que poco a poco se iba tornando en tres y hasta dos, ya que algunos hombres de vanguardia iban cayendo heridos o muertos ante el asedio de flechas y fuego que caía de la ladera.

La marcha fue masiva y constante, mucho más que el asedio, de modo que los soldados lograron llegar hasta lo alto de la meseta y comenzaron por fin su mortal contrataque. Al conquistar la cima, muchos hombres comenzaron a cantar la victoria, pues parecía que nada podría detenerlos. Pero entonces fue cuando sucedió el milagro.

Agust y su guardia pasaron la muralla derrumbada y se estacionaron junto a los árboles, seguramente para tener una mejor vista de la victoria. La escolta que protegía al general era numerosa pero ciertamente, era el mejor momento para tomarlo desprevenido. Entre los cuatro movieron el árbol caído que los ocultaba y velozmente abandonaron el túnel para entrar sigilosos entre los árboles.

— Athan, sube a un roble alto y límpianos el camino — pidió Mislav y Therion, mirándolo incrédulo le dijo así.

— No está usted en condiciones de pelear, solo nos estorbará si va con nosotros. ¿Dígame como esta su brazo?

— El derecho cansado y el izquierdo roto, pero aun así verás que puedo ser de utilidad. Tú solo detén a la guardia unos segundos y nosotros nos encargamos de apresar a Agust — después de decir esto, Mislav se dirigió al arquero de este modo —. No tenemos tiempo, es ahora o nunca. Athan por favor no mates a Agust con tus flechas, solo a los demás oficiales, pues necesitamos al general vivo.

El arquero asintió y entonces comenzaron la marcha. Athan trepó a un techo y comenzó el asedio en cuanto sus tres compañeros salieron de su escondite y quedaron expuestos. La reserva de flechas era limitada y él lo sabía, por ello no falló ninguna de las primeras cinco flechas que disparó. Therion también se abrió camino entre los bizantinos y destrozó literalmente las armaduras de tres de ellos. Mislav se mantenía sin pelear y es que sus fuerzas no alcanzaban, solo llevaba en mente a Agust y en la posibilidad de pactar con él.

Lance fue quien corrió más veloz y rápidamente llegó hasta el grupo que custodiaba al general. Dos oficiales murieron por flechas certeras y otros fueron víctimas de la espada de Lance. Uno de ellos alzó su espada desde su caballo para atacar al joven, pero este fue más veloz y le encajó su arma justo en las costillas; mientras que, al otro, lo alcanzó de un salto y lo hirió en el rostro. El espectáculo de guerra que brindaba Lance era insólito ya que enseguida hubo desarmado a un tercero para destrozarle el rostro con sus golpes. El joven se mostraba ahora mucho más iracundo y violento en la batalla y sus remordimientos al parecer habían desaparecido. Estaba furioso y sediento de dolor. Tanto era su poder de penetración, que con su espada atravesó el escudo de un soldado e hizo retroceder a varios más. Al ver el escudo perforado y el soldado que lo sostenía, muerto, los demás enemigos sintieron miedo, pues aquel muchacho parecía protegido por alguna deidad.

Mislav, por su parte, miró con tristeza como es que Lance se estaba convirtiendo en el guerrero al que tanto se había resistido. Lo único que pudo pensar Mislav, es que Lance había vivido lo impensable en la noche anterior y una parte de su alma murió cuando lo enterraron.

Pronto, Lance llegó hasta el caballo del general y le hirió la boca resistiendo con sus brazos los cascos del animal. Agust trató de defenderse lanzando un corte desesperado con la espada, pero Lance lo repelió con tal fuerza, que los huesos del brazo del general casi se rompen y la espada se le desprendió de la mano. Luego Lance lo obligó a bajar del caballo de un jalón y tomándolo del cuello lo lanzó con furia hacia unas rocas. El general quedó inmóvil y sangrante mirando al cielo y aunque los soldados intentaron protegerlo, nada pudieron hacer en contra de la fuerza conjunta de Therion y de Lance, quienes formaron una defensa impenetrable. Entonces Mislav tomó al general y lo arrastró hacia la muralla, donde Athan lanzaba sus últimas flechas.

El Imperio Sagrado II: Los hijos del oscurantismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora