No puede ser, ahora no tengo duda que hoy no es mi día.
- ¿Qué haces aquí? – Pregunto el imbécil, sacándome de mis pensamientos. Inmediatamente respondo pero no a su pregunta.
- Creo que eso lo tengo que preguntar yo, ¿qué haces tú aquí? – Dije con una ceja levantada – ¿Acaso me estas siguiendo? – pregunte y el solo rio – No sé qué te parece tan gracioso imbécil.
- Escucha no sé, ni me interesa, qué haces tú aquí, pero esta es mi casa – Dijo serio abriendo su lata de refresco.
Al decir eso sentí como si me cayera un balde de agua fría. Esto no puede ser posible no, no me digan que este es el hijo de mis jefes, si es así, buscara vengarse de mí por tirarle el zumo encima y hará de todo para que sus padres me corran.
- Hey ¿me estas escuchando? - ¿Ahora qué hago? Tengo 2 opciones ¿Pórtame bien con él para poder conservar el trabajo? O ¿Tirarle el refresco encima?, me gusta la segunda opción, pero, creo que hare la primera.
- Este - ¿cómo se lo digo? – Yo voy a empezar a trabajar aquí desde mañana – Solté de una y en su rostro se dibujo una sonrisa.
- ¡Wo! Así que vas a trabajar para mí – Dijo y yo rodé los ojos por su comentario.
- ¿Disculpa? Voy a trabajar para tus padres, no para ti.
- Pero yo soy el hijo de ellos, por lo tanto también me tienes que obedecer a mi – No lo soporto, prefiero que me caiga un rayo a obedecer a este idiota – Y créeme lo que me hiciste en la cafetería no se va a quedar así – Soltó el imbécil de una.
- Idiota – Dije en un susurro
- Cierto, pero que pasaría si los padres de este idiota, "como tú me dices", se enteran de que su nueva empleada, le tiro el zumo encima a su hijo, no creo que le guste – El idiota tiene razón, además que me costó conseguir el trabajo ya que a su madre no le agrado que tuviera una hija. Si se entera que le tire el zumo a su hijo, me corre sin haber empezado – Yo que tu dejaría los insultos – Dijo cerca de mi oído, cuando iba a abrir la boca para decir algo llega Carla.
- Sebastián, ¿que se te ofrece? – Pregunta.
- Carla, necesito que me laves esta camisa- Dijo sacando la camisa de su bolso.
Dios es la misma que le manche en la cafeteria
- Los chicos de ahora no tienen aprecio por la cosas, ¿Dónde metiste la camisa ahora? – Habla Carla negando con su cabeza.
- No fue mi culpa – Dijo mirándome, y yo solo esquive su mirada - Una chica estaba distraída y me tiro el zumo encima. Trata de quitarla por favor, es la del equipo y mañana tengo juego – Hablo esta vez sin mirarme.
¿Que nada más tiene una camisa? Con esta mansión deben tener mucho dinero para tener una sola camisa.
- ¿Que no tienes dos camisa? – Pregunta Carla.
- Sí, pero la otra la perdí – Eso responde mi pregunta y la de Carla.
- Hay Sebastián que voy a hacer contigo – Dice Carla negando con su cabeza – Esta bien hare lo que pueda – El solo la abrazo.
- Gracias Carla eres la mejor – Dijo Sebastián, y, me di cuenta de algo.
Tal vez si no te hubiera conocido de esa forma podríamos ser amigos. No Emily no creo que él pueda llegar a ser amigo de alguien en verdad, su ego lo traiciona. Esta vez la que abrió la boca fui yo, pero para agradecerle a Carla por el jugo.
- Gracias por el jugo señora Carla – Le di una sonrisa.
- No fue nada señorita – Dijo devolviéndome la sonrisa.
- No me digas señorita, ya le dije que me llamo Emily – Le dije y ella asintió.
Sebastián solo seguía bebiendo de su refresco, no le di importancia y miro mi teléfono, me doy cuenta que ya es tarde, así que me despido de la señora Carla y salgo de la casa. Cuando estaba caminando siento que alguien me toma del brazo, me giro y me llevo una sorpresa al ver quien es.
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De TodoAntes mi vida era como la de cualquier adolescente de 17 años, iba al instituto, tenía buenas notas, de vez en cuando a fiestas, de compras con mis amigas, y tenía un novio. Mis padres prácticamente no estaban en casa, gracias a sus trabajos, y por...