|Capítulo 20|

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El día de la cena llega y yo no puedo estar más nerviosa. Leo decidió que pasaríamos juntos el 25 de diciembre —aunque hemos estado juntos desde antes— y que iríamos a conocer a sus padres hasta el día 31. La pasamos bien sumidos en nuestra burbuja, cenamos, bebimos champagne y nuestros cuerpos se volvieron uno por largas horas, y por fin pude cumplir su sueño tan anhelado de utilizar aquel traje de enfermera que tanto deseaba, digamos que las cosas si se pusieron interesantes y mi boca lo saboreo en todo el sentido de la palabra, y debo decir que me ha encantado hacerlo, quiero decir, solo él se ha llevado el crédito con darme placer con su boca, yo nunca lo había hecho hasta que decidí hacerlo ese día, con movimientos tranquilos, pero a medida observaba su respiración alterándose, se tornaban rápidos y cuando tomaba mi cabello era como un aliento para seguir haciéndolo como más brío hasta que se vacío dentro de mi boca.

La mirada que me dio en ese momento me mostró como se encontraba su libido y el mío para ese momento era desmesurado, la recompensa fue lo mejor, horas y horas en su cuerpo, poco descanso y muchos encuentros.

He pasado en su casa desde hace mucho, Matt solicitó permiso para ausentarse e irse con Dánae a Portland, me ha comentado que su madre está encantada con ella y no ha dejado de preguntarle si tendrán boda pronto, lo cierto es que, pese a amarla como me asegura que lo hace no está muy seguro de dar ese gran paso con ella, según me dijo espera compartir más tiempo con ella para poder decidirse si hace ese gran movimiento. Por supuesto que le pregunté si yo tenía que ver con eso, quiero decir, él no quiere dejarme sola, lo entiendo y viviré eternamente agradecida con él por tomarme en cuenta en todo lo que hace, sin embargo, no comparto esa idea de dejar de buscar su felicidad solo por no dejarme sola, es por lo que he comenzado nuevamente a asistir a terapia, quiero dejar de ser una carga para él, una carga para mí.

Claro que no ha sido fácil comenzar de cero con alguien a quien no conozco, no quiero nuevamente recordar ese catastrófico día, si bien es cierto que he intentado dejar de culparme, hay ocasiones en las que pienso de más las cosas y termino regresando a ese ciclo desgastante y angustiante.

La buena noticia es que no he recurrido al alcohol en largo tiempo, solo he bebido cuando la ocasión lo amerita y no en busca de ahogar y olvidar la culpa, Leo se ha encargado de borrar temporalmente esos pensamientos, siempre busca distraer mi mente y con él siempre hay algo en qué pensar, comenzando por analizar su forma de actuar que realmente lo he observado distinto, intenta cubrir ese aspecto, pero lo conozco y sé que hay algo que le perturba y altera, sin embargo, no me lo dice, no habla conmigo, intento que eso no afecte nuestra relación y dejarlo de lado para simplemente disfrutar de su compañía, pero comienza a preocuparme su actuar, de ser honesta.

Por otro lado, no he logrado obtener ni una tan sola prueba en su defensa, no mientras no logre ir a su empresa y poder investigar dentro de su ordenador, me ayudaría el hecho de ser su asistente por un día y ya me estoy planteando la idea de poder serlo por lo menos por un día, él nunca me dice que no y sé que si se lo pido no será la excepción.

Observo mi reflejo frente al espejo que es completamente deslumbrante, mi conjunto es un vestido largo color negro, mangas caídas y un escote que deja ver mi busto de forma evidente, tiene una gran abertura en mi pierna izquierda, es ajustado y me queda de maravilla, me encanta verme en el espejo y apreciar la belleza que me caracteriza.

En mi cuello coloqué el collar que Leo me dio y se mira precioso con el vestido por el buen contraste con su color dorado. Mi cabello está suelto con hondas que caen sobre mi espalda. Coloque algunas pinzas para mantenerlo en su sitio. Tomo una gran bocanada de aire en busca de calmar mis nervios, si bien es cierto que tuve un pequeño intercambio de palabras con el padre de Leo, probablemente hoy quiera sacar conversación, es la primera vez que hablo con alguien de esa forma, quiero decir, nunca he tenido suegros, es comprensible mi nerviosismo, o al menos eso intento hacerme creer.

Dulce Mentira |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora