|Capítulo 23|

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Observo a Leo mientras que nuevamente cosen la herida en mi muñeca, algunos puntos se abrieron por las actividades que realicé en las últimas horas y en un punto comenzó a sangrar debido a ello. No se lo dije hasta que ya me encontraba en su jet y la mano, después de que mi cuerpo perdió la adrenalina que lo consumía, comenzó a doler.

Si me preguntan cómo me encuentro en estos momentos no sabría responder esa pregunta, me siento en vilo, la nostalgia me ha acompañado desde que me enteré de por qué se dio su muerte, y mentiría si digo que no quiero cobrar justicia por mi propia mano, aun quiero hacerlo, lo importante fue haberlo capturado, ya lo demás comenzará a venir solo.

Por otro lado, y de cierta forma ahora puedo entender que nunca fue culpa mía que él ya no esté conmigo, siempre fue culpa de esa familia que nos tocó y que no elegimos.

Su muerte desató uno de los peores infiernos que he vivido. Realmente sentía que desfallecía, perdí el conocimiento tantas veces que ni siquiera recuerdo cuantas veces fueron. Me habían arrancado el corazón cuando me dieron la noticia de su muerte.

Martha había dicho:

—Todo esto es por tú culpa. ¡acabas de matar a mi hijo! ¡eres una asesina!

Recuerdo que solo negué una y otra vez, Matt estaba de mi lado y fue quien me sostuvo cuando no soporté más y todo se volvió negro. No desperté hasta tiempo después, Matt tenía sus ojos rojos del llanto y se le notaba preocupado. Recuerdo que lloré con tanta fuerza que no podía respirar. Matthew solo me sostuvo dejando que mis lágrimas le humedecieran la ropa.

Recuerdo que yo también se lo dije, le dije que había asesinado a mi hermano mayor y amigo suyo. Él negó una y otra vez acunándome e intentando convencerme de que no lo había hecho, pero dentro de mí me culpaba, dentro de mi estaba deseándome la peor de las suertes por haber bajado del auto y provocado que esos sujetos llegaran.

Aun quiero asesinar a ese malnacido y la única satisfacción que tengo es haberlo herido con una bala, pero no es suficiente, no cuando recuerdo como apuñalaron una y otra vez su cuerpo, no cuando ahora sé que fue su culpa, nunca mía.

La enfermera sale de la habitación dejándome con Leo a solas, no lo pienso dos veces al hacerme ovillo en la cama y él no lo piensa dos veces al acompañarme, lo siento acomodarse a mis espaldas y abrazar mi cuerpo besando mi cuello. Me abrazo a su cuerpo recordando todo lo que sus manos me hacen sentir, que sus brazos me hacen sentir bien, regresar, sentir seguridad. He extrañado esto, he extrañado tenerlo de esta forma, de sentirlo cerca de mi cuerpo, de sentir sus manos enviar torrenciales corrientes de energía que calientan mi pecho, y es por todas esas sensaciones que experimento, sensaciones que parecen nuevas y al mismo tiempo tan familiares como un recuerdo nostálgico de lo que éramos antes de que todo sucediera, por ello es que quiero hablar, que quiero sacar de mi pecho lo que tanto he guardado con el paso de los años, que no he desahogado, solo he intentado evadirlo.

—Asesinó a Ian..., él mandó a que nos asesinaran... También asesinó a Martha. Adrián estuvo en prisión pagando una pena que le corresponde a él. Me dijo que también iba a asesinar a Dylan...

—¿Quién es Ian? —pregunta suavemente.

—Él... murió en mi lugar, al menos eso creía... —duele decirlo en voz alta, pero al mismo tiempo siento que estoy liberando todo el peso que cargo. Él me abraza más a su cuerpo—. Mi hermano mayor. Existió un tiempo en el que casi nunca lo veía, pero siempre se preocupaba por mí... siempre quería saber cómo me encontraba... era el único que me prestaba atención cuando regresaba de sus viajes. Estaba conmigo por varios meses, y se ausentaba por uno o dos. Siempre regresaba... ese día estaba molesta con él porque... Martha y Adrián nunca me trataron bien y yo ya estaba cansada, solo quería que mi hermano mayor regresara. Cuando él estaba ellos se comportaban de forma decente conmigo, nada de insultos, nada de golpes...

Dulce Mentira |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora