Despierto al sentir los rayos del sol acariciar mi piel, abro los ojos con lentitud y me quedo unos minutos mirando el techo antes de levantarme dirigiéndome al baño a asearme. Cuando salgo me visto con ropa deportiva, paso de los tops por las heridas que, bueno, no desparecerán. No obstante, al cicatrizar me dará igual y podré usar los tops deportivos. Después de esas heridas he de admitir que no me he ejercitado como es debido, porque dolía siquiera moverme un poco, ahora me encuentro mejor y puedo ejercitarme con cuidado, sin ejercer demasiada fuerza en mis rutinas. Si soy honesta mi cuerpo extraña el ejercicio.
Salgo de la habitación y observo la puerta de la habitación de Matt abierta, camino dispuesta a preguntarle si desea algo de desayunar antes de salir a correr y al entrar noto que está vacía, no hay rastros de Matt en ninguna parte. Me encojo de hombros y salgo de su habitación. Lo nombro en voz alta y nunca contesta, no está por ningún lado de la casa, suspiro y me dirijo a la cocina y me sirvo un poco de jugo de naranja que hay dentro de la nevera. Tomo un papel y escribo una nota diciéndole a Matt que saldré a correr y la dejo arriba de la encimera.
No puedo evitar pensar donde estará metido.
Me dirijo a la puerta de la entrada tomando las llaves para cerrar detrás de mí, hago un ligero estiramiento para que mis músculos se preparen y evitar algún calambre. Mi trabajo se ha encargado de que haya creado esa costumbre en mí. La practica diaria de mis tácticas de combate son indispensables y casi obligatorias, pero no me molesta hacerlo, de hecho, he encontrado buenos contrincantes que me dan pelea, no siempre gano porque después de todo no se puede ser perfecto, por muy bueno que seas en algo, pero me llevo buenas victorias y me enorgullece mucho.
Comienzo a trotar con mis auriculares puestos, la música suena a todo volumen dándome la energía que necesito para el trote. Después de un tiempo decido tomar un respiro, me acerco a un árbol y me apoyo ligeramente inclinando mi cuerpo hacia adelante, he de decir que mi cuerpo esta resentido por la falta de ejercicio y mis piernas están temblando ligeramente, mi respiración es un tanto irregular, pero es normal. Tomo una aspiración con gran profundidad y no termino de exhalar el aire cuando siento que una mano se enrolla en mi brazo, tira de mi con fuerza y me atrae hacia su cuerpo, hago una mueca de dolor por la brusquedad y al levantar la vista me encuentro con dos ojos avellana que me observan con diversión.
—¿Qué demonios te pasa? ¿te has vuelto loco? — intento alejarme, no me lo permite y me aprieta con mas fuerza contra él, me quejo. — ¿Qué demonios haces aquí?
Chasquea la lengua y niega lentamente.
—Qué lindo recibimiento, Lía, tú siempre tan cortes... — dice y luego su boca se curva en una sonrisa ladeada.
—¿Quieres que actúe? Siento decepcionarte, pero no lo haré. ¡Responde!, ¿Qué demonios estás haciendo aquí? — exijo saber, mirándolo con odio y mi mandíbula apretada.
—Necesitaba ver cómo está mi mejor agente, ¿acaso es un crimen? — no me pasa desapercibido su "mi", esboza una sonrisa ladeada fingiendo estar ofendido.
—No soy tu agente. — aclaro, se ríe — Ya basta, Allan. Y... ¡suéltame! — me remuevo nuevamente y aquello solo me causa dolor, su agarre no cede, se aprieta con más fuerza si tiro de él.
—Antes no pedias que te soltara, ¿recuerdas? — me tenso, él sonríe al ver mi reacción.
—Eres un asco. — escupo.
—Irónico que antes no te parecía de esa forma. ¿Cómo decías? Más, más por favor — dice con una voz demasiado aguda, trago saliva y nuevamente me muevo.
—¡Maldito imbécil! — me aprieta a él, con ayuda del árbol que esta cerca, siento su respiración en mi mejilla y me detengo, observo al lado contrario de su rostro.
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Dulce Mentira |COMPLETA|
RomansaNueva edición Inicio: 20/04/2020 Fin: 02/01/2021 Lía Evans, la mejor agente del FBI es asignada a una misión que cambiará el rumbo de su vida. Muchas sombras en su pasado, mucho dolor; encima de todo el caos que la acompaña día con día conoce a Leo...