28. Fases

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- Señor, si no va a coger ninguno, debería cerrar la puerta.

El frigorífico que conservaba los alimentos le ofrecía tanta variedad, que no tenía ni idea de cuál elegir, llevaba más de veinte minutos pasando sus ojos entre el kimbap de queso, el de pollo y el de atún. Este último era su favorito y ya había cogido tres, pero no sabía si a Taekwoon también le gustaría, así que aun conociendo que a su novio lo le haría mucha gracia, cogió uno de cada.

Wonsik sonrió de nuevo, últimamente notaba que lo hacía demasiado, la gente de la calle ya no lo miraba como un lunático que vestía pantalones azul marino y camisa con ojos de rana, sino porque saludaba con alegría a todo al mundo, mientras caminaba feliz con las tres bolsas del supermercado.

Llevaba exactamente tres botellas de leche de banana, dos de chocolate y cuatro de mora porque era el que le dejaba mejor sabor dejaba en la boca de Taekwoon, si lo besaba justo después de que se lo bebiera. También compró vitaminas, té y miel, una combinación que su abuela realizaba cuando era pequeño, y solía darle cuando estaba enfermo.

El plan era perfecto, no es que se alegrara que su gatito llevara tres días con fiebre, mocos que no paraban de salir de su nariz y escalofríos que no eran provocados por él; pero si le gustaba que por ello no volviera al trabajo. De ese modo sería capaz de pasar la mayor parte de su día con Taekwoon, y eso lo ponía de muy buen humor, lo suficiente como para hablar con Hyuk por teléfono a pesar de que fuera cargado con bolsas llenas de la compra.

- ¿Entonces que te dijo?

- Que... estaba comprobando la diferencia entre besar a alguien que le gustaba y hacerlo con quien creía querer. – Esperó a que siguiera hablando, pero parecía que esa iba a ser toda la historia.

- ¿Y ya está?

- Sí... luego me sonrió y cuando me di cuenta ya no estaba.

- Pues que aburrido, definitivamente mi confesión le da mil vueltas. – Wonsik habló muy orgulloso de sí mismo, luego dejó las bolsas en el suelo, justo delante del portal de Taekwoon.

- Si no recuerdo mal, no salió como tu planea- Cortó la palabra para luego añadir- Espera... ¿Crees que Hongbin se me ha confesado?

- ¿Y qué te pensabas que era? O eso, o te ha dicho que creía que te quería... y por lo que se de tu rara historia, la segunda opción no cuadra. – Se colocó el teléfono entre el hombro y la oreja, para picar al botón del ascensor sin problema y con la compra en cada mano, luego abrió la puerta con los pies.

En todo el trayecto en la subida de las cuatro plantas, continuó la conversación, no se enteró de mucho, pero tenía claro que Hyuk se encontraba un gran dilema, pues según él tenía que escoger entre ese nuevo amigo que se había echado y Hongbin, y allí era donde se perdía, porque si su amigo estaba enamorado del fotógrafo, ¿Por qué narices no lo elegía a él?

Ahora que había aprendido la sensación llamada "mariposas en el estómago", no comprendía que le impedía a Hyuk llegar a tener algo como él tenía con su gatito, un algo que le estaba gustando descubrir a su lado y reconocía que lo estaba pasando bastante bien. Al fin había encontrado algo distinto a la pintura que no era para nada aburrido, pues descubrir los detalles en Taekwoon que lo volvían loco, era todo un juego.

Como por ejemplo la sencilla contraseña que tenía para entrar en su casa, porque era muy olvidadizo, o sus adorables mejillas al comer un sándwich, igual que el que se estaba comiendo en esos instantes sobre la encimera de la cocina, y vestido con ropa de calle.

- ¿Vas a algún lado? – Preguntó con el ceño fruncido y colocando las bolsas en una de las mesas. Luego se puso a su lado, lo observó, seguía igual de pálido y con la nariz roja. - ¿Has decidido ir al médico? Bien, no me hace gracia que nadie que no sea yo te toque, pero si no hay más remedio... ¡Te acompañaré! Así lo puedo vigilar y...

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