Cassandra encontró la escalera de la que le había hablado Annabeth, habían caminado toda la noche por aquellos túneles buscando la salida, esperando ser lo suficientemente ágiles para evitar problemas o que las encontrarán. No estaban armadas, ninguna sabía pelear en caso de que tuvieran una emboscada y sólo se estaban fiando de la palabra de un General que la Princesa no conocía del todo.
Sus manos se aferraron al metal de la escalera y puso su pie descalzo en la barra de metal para comenzar a escalar; había dejado sus elegantes zapatos altos casi al inicio del túnel porque no podía caminar con ellos toda la noche, y optó por ir descalza para agilizar la marcha. Subía la escalera moviendo un pie tras otro afirmándose lo más fuerte que podía con sus manos, con el pánico de caer al suelo y morir de aquella manera.
Las escalas no parecían seguras, pero la única forma de salir era a través de ellas, y Cassandra ansiaba respirar aire fresco, necesitaba volver a ver el cielo y el extenso jardín en el que corría para sentirse libre. Lamentablemente libertad era lo que menos tenía en éste momento, fuera de la guerra estaba el hecho de que se iba a casar con un hombre que no conocía en lo absoluto y que no amaba, y que tampoco lo iba a amar.
Hizo fuerzas con sus manos hasta que se abrió la circular puerta que la llevaría hasta la salida, pero tuvo que cerrar los ojos para no dejar que la tierra entrará en sus ojos, aún así no dejó de empujar hasta que se abrió en su totalidad y la tierra dejó de caer. Fue entonces cuando se decidió por salir casi arrastras, encontrándose con pasto húmedo, tierra y muchos árboles alrededor. Cassandra no sabía exactamente dónde estaba, pero estaba segura de estar muy lejos de su hogar, de la lucha y de sus padres.
—¿Se encuentra bien, Princesa?—Piper la ayudó a levantarse, lucía cansada y se podían notar sus ojeras. Cassandra se preguntaba cuántas noches había pasado en vela en aquel castillo, sintiéndose sola o centrándose en cuidar de ella—. No se preocupe, Princesa, ya está a salvo.
Annabeth limpió las lágrimas que salían de los ojos de Cassandra.—¿Por qué llora, Princesa, pasa algo, le duele algo? ¿Es por su padre? El General lo mantendrá a salvo, es un hombre de palabra y le prometió, no va a fallar, no se preocupe, su alteza.
—No es eso, no tiene nada que ver con la promesa del General, es lo que viene después de éste ataque—Cassandra respiró agitadamente, con la mirada inocente e infantil que solían ver sus doncellas—. Se aproxima una gran guerra, por lo que se necesitará que todos los primogénitos se unan al ejército del rey para evitar las catástrofes y la muerte de inocentes. ¿No lo entienden? ¿No se han dado cuenta de lo que está pasando ahora?
Annabeth conocía al General Jackson desde que eran niños, se habían criado en el mismo pueblo y crecieron juntos añorando distintas cosas. Perseo, o Percy como sus cercanos le decían, había instruido a Annabeth en distintas cosas acerca de la guerra y las batallas, confiaba en ella y confiaba en que podría proteger a ambas familias con la ayuda de él. Le había explicado cómo funcionaban las guerras y cómo se llegaba a eso, por lo que Annabeth sabía exactamente a qué se refería la Princesa con cada palabra que había dicho. También conocía a Cassandra desde hace muchos años, sabía lo cercana que era a su padre y su madre, lo mucho que le costaba encajar en la familia real y todas las posibilidades que conllevaba aquello.
Piper acarició el brazo de la princesa intentando tranquilizarla.-No piense en negativo, Princesa, todo estará bien, usted estará bien. La necesitamos en sus cabales, el pueblo la necesita, alguien debe gobernar después del Rey.
—¡No te das cuenta! Mi padre debe ir a la guerra, no tiene un primogénito varón, soy su única hija, ¡tendrá que ir él!—Cassandra pasó las manos por su cabello desesperada por encontrar un poco de ayuda y comprensión. Las lágrimas seguían saliendo de sus ojos—. No me puede dejar, no sé qué hacer sin él...
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The Crown's Price [Percy Jackson]
FanfictionUn día normal se puede convertir en una catástrofe con un sólo deseo, uno que ni siquiera notas que haces, un deseo que no debiste pedir; o eso es lo que crees y te gustaría creer, porque a veces el deseo más oculto en tu corazón es el que se cumple...