36.

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Cassandra miraba sus manos con gran interés, como si fuese la primera vez que se percatara de que las poseía, ignorando que su novio le hablaba acerca de su tesis de estudios y luego sobre cualquier otra cosa sin sentido para ver si la castaña le prestaba atención, pero solo encontraba sonidos afirmativos y movimientos de cabeza. Ella no le estaba prestando ni la más mínima atención, por mucho que fingiera que sí, y él no comprendía el motivo de la ausencia de su novia.

Por su cabeza pasaron muchas ideas: quizá estaba estresada por los estudios, quizá había tenido pesadillas, quizá tuvo un mal día..., pero todo indicaba que algo más acongojaba su cabeza y corazón. Cassandra estaba actuando extraño desde hace unos días atrás, pero no quería asociarlo a su cercanía con Percy Jackson, aquello sería devastador.

— ¿Cassandra? — apretó su mano, para llamar su atención. Cassandra lo observó finalmente —. ¿Ocurre algo que quieras decirme?

¿Qué le iba a decir? ¿Que Percy la había besado y había confesado sus sentimientos a ella haciéndole dudar de todo lo que pasaba a su alrededor? No, hay momentos en la vida en las que no puedes ser sincero con las personas que amas por miedo a lastimarlos. Cassandra sabía que, si abría la boca, lastimaría a Adrián y provocaría que él la odiase el resto de su vida.

Pero la culpa la carcomía tanto por dentro.

Además, estaba casi segura de que no era la única con secretos entre ellos. Hazel había revelado aquella mañana que Annabeth y Adrián estaban pasando demasiado tiempo juntos, casi tanto que muchos habían comenzado a hablar y aventurarse con teorías sobre lo que ocurría con ellos. Sí, ninguno estaba siendo honesto con el otro y les dolía. Nunca se habían mentido ni ocultado cosas, pero últimamente era lo único que hacían.

— ¿Qué podría decirte?

— No lo sé. Te ves distraída y no me estás contestando. Usualmente debo pedirte que me dejes hablar también — rio —, ahora yo tengo que pedirte que hables.

— Lo siento, he estado muy cansada. Inmersa en los estudios y las investigaciones. Eso es todo.

— Ah, sí, ¿cómo va eso?

¿Cómo iba? De mal en peor. Había descubierto cosas muy extrañas en su investigación, como por ejemplo que los soldados del ejercito de la reina de Tebas tenían los mismos nombres que sus actuales y cercanos amigos. Quizás correspondía a una muy extraña coincidencia, pero no dejaba de llamar la atención de Cassandra y hacerle pensar que sí, que efectivamente había algo que ella estaba dejando pasar y estaba bajo sus mismas narices.

— No he avanzado mucho. Es información griega, aquí no hay muchos libros sobre ellos — murmuró, frustrada.

Él rio. — Pero no te enfades.

— No entiendo porqué te ríes, no le veo la gracia.

— Yo sí, porque no has buscado bien. en la biblioteca no encontrarás nada sobre historia antigua de los reyes, cariño, sabes que sólo tenemos en las que salen los dioses. Sin embargo, conozco a la mujer que trabaja en la biblioteca y me ha mostrado otros libros ocultos, quizá pueda ayudar.

— ¿En serio?

— Por supuesto, amor.

— ¿Podríamos ir ahora mismo? Sólo quiero saberlo...

Adrián mojo sus labios. — Cassandra, ¿estás segura de querer saber sobre tu pasado?

— Muy segura.

— ¿Y si no es lo que esperas?

— ¿Podría ser peor que no saber nada? — se hundió de hombros —. Adrián, no sé nada sobre mí misma, quiero aprender de dónde vengo, para saber a dónde voy. Quiero saber quién fui, para aprender quién seré.

The Crown's Price [Percy Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora