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Percy pasó las manos por su cabello nuevamente y puso una almohada sobre su rostro antes de gritar en frustración. Llevaba al menos cinco meses haciendo aquella misma tediosa rutina desde que dejó el campamento para centrarse en sus estudios, ¿el problema? Era compañero de clase, en la universidad, de Cassandra y había intentando acercarse en más de una ocasión llevándose miradas extrañas de la chica y rechazo sutil de su parte. Tal como aquella mañana. Él se había acercado para sentarse con ella al ver que su compañera no había asistido a clases y Cassandra le miró como si le hubiesen salido dos cabezas y no le había dirigido la palabra ni la mirada en todo el período que duró la clase, incluso sorprendiendo a Annabeth en el proceso que le enviaba miradas confundidas por su repentina actitud.

Ni siquiera él entendía qué era lo que quería lograr con eso.

Llevaba cinco meses intentando arreglar las cosas con Cassandra Thalassinos, pero cada vez que lo intentaba terminaba por fracasar y decir cualquier otra cosa en vez de la que tenía destinada desde el comienzo: en una ocasión le dijo que los monstruos la encontrarían si usaba un perfume en específico, sólo para no decirle que era el perfume que él reconocería a kilómetros de distancia porque le encantaba. Intentó hacer una broma con ella sobre el clima y terminó por decir que su vestuario no era el adecuado para el día. Durante una tarde no dejó de observarla en el campus, hasta el punto de incomodarla y hacer que ella se alejara de él lo más posible.

No quería decirle a Piper, sabía que era mala idea, pero ya no contaba con opciones. Ni siquiera sabía cómo le había hecho para conquistar a Annabeth y a las otras chicas que se habían mostrado interesadas en él, porque con Cassandra, lo que sea que había funcionado con las demás, no estaba funcionando. Parecía, a los ojos de Cassandra, que Percy estaba actuando de manera extraña desde siempre y estaba intentando buscar la manera de desesperarla otra vez, claro, no se lo iba a permitir y mucho menos Adrián, pero le estaba causando extrañeza la actitud del hijo de Poseidón.

—¡Maldición!—Gruñó lanzando la almohada contra la pared. Ya no sabía qué hacer para dejar de tener ese sentimiento por Cassandra, no quería tenerlo—. ¡Joder! ¿Qué demonios me estoy haciendo?

La puerta de su habitación fue tocada varias veces y, muy a su pesar, indicó que abrieran. No quería ver a nadie en ese instante, pero por otro lado, no quería ser grosero con quien sea que se había tomado la molestia de ir por él. Giró su cabeza para encontrarse con la cabellera rubia e inconfundible de Annabeth Chase que llevaba una charola con cosas para comer, hasta ese instante Percy no se había percatado de que llevaba toda la tarde sin probar bocado ni que no había salido de la habitación desde que llegó de clases.

La rubia dejó la charola encima de la cama del azabache y se sentó a los pies de la cama con una sonrisa cansada, una que Percy había recibido mucho durante los últimos meses y sabía lo que significaba: lo estás intentando demasiado. Y probablemente era cierto, lo estaba intentando demasiado fuerte y no estaba dando resultados, así que esperó paciente la idea de Annabeth mientras le daba un mordisco a la tostada que tenía en su mano por gracia de la hija de Atenea.

—Bien, somos amigos desde hace muchos años, Jackson—Le recordó en un suspiro cansado—. Y te conozco mejor que a nadie en el mundo, la igual que tú a mí, así que seré total y completamente honesta, porque estás siendo un imbécil, más de lo que acostumbras: estás intentándolo mal.

—No sé de qué me hablas.

Rodó los ojos. —Oh, no, ni siquiera intentes negarme lo que es obvio para todos. Estás enamorado de Cassandra Thalassinos, aunque, lo que no comprendo es cuándo sucedió, pero no es relevante. Lo que sí es importante, es que ella tiene novio, Perce. Está enamorada de su novio y tú quieres romper su felicidad para estar con ella.

The Crown's Price [Percy Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora