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Percy dejó salir un largo suspiro de sus labios, dejando caer su cabeza hacia atrás y cerrando los ojos brevemente. Los recuerdos de Cassandra cerca de él la noche anterior le alteraban por completo y no de buena manera, él se sentía tan estúpido por no haberla besado a pesar de que todo su ser lo anhelaba. Había hecho caso a su lado racional y decidió ir a dejar a la chica a su habitación luego de su confesión sobre Annabeth y Adrián.

No es que estuviese mintiendo del todo, pero tampoco había sido completamente honesto.

Annabeth le había dicho que, por accidente, cuando se despedían, habían juntado sus labios, sin embargo, Adrián se había disculpado cientos de veces indicando el error y que jamás lo habría hecho para hacer sentir incomoda a Annabeth o algo parecido, él la respetaba y no quería que aquel incidente – por culpa de ambos – cambiara en algo su relación de amistad. Annabeth no podía suspirar más de cariño por aquel chico.

Percy creía que él era un idiota, un caballero, pero un idiota, a fin de cuentas.

— ¿Te pasa algo, Perce? — preguntó la rubia.

Percy se sentó correctamente en su silla y miró a la rubia antes de negar con intensidad, lo que, ciertamente, delataba su nerviosismo y que algo ocultaba. La rubia lo conocía muy bien, habían estado juntos durante mucho tiempo y seguían siendo buenos amigos, así que no podría mentirle por mucho tiempo, aunque lo quisiera.

— ¿De verdad me harás insistir, Percy Jackson?

— Cassandra sabe la verdad.

— Oh...

Annabeth no sabía cómo reaccionar. Es más, su única forma de consuelo ante la noticia fue sentarse de golpe al lado de Percy y dejar caer los libros sobre la mesa de la biblioteca y mirar a la nada. Por un lado, era una información valiosa y que había estado anhelando, sin embargo, no quería que Adrián sufriera por aquel descubrimiento y que la castaña lo dejara, así como así. Sí, había hecho un trato con Percy, pero no sentía que hubiese avanzado demasiado en este.

— ¿Cómo...?

— No lo sé. Sólo lo sabía y yo no se lo negué — murmuró, frustrado —. Quería que se enterara cuando ya estuviésemos juntos o al menos cuando su corazón no le perteneciera a Adrián. Me siento feliz y, a su vez, dolido.

Annabeth suspiró. — Asumo, entonces, que no lo ha tomado nada bien.

— Estaba destrozada y confundida. No supe qué hacer. De hecho, cometí la mayor imprudencia que pude hacer.

— ¿La besaste otra vez?

— No, peor.

— ¿Qué podría ser peor?

— Le he dado a entender que te has besado con Adrián.

El golpe en su hombro le hizo quejarse fuertemente. Annabeth le había dado un buen golpe, pero era mejor a que le diera vuelta el rostro de una bofetada o una llave, ambos lo sabían. Ella estaba furiosa con Percy por decirle a Cassandra lo que, se suponía, era un secreto entre ellos y que nadie más debería saber para mantener a la pareja felices. Decirlo no sólo había sido una estupidez, sino que un acto completamente egoísta.

— ¿Por qué hiciste eso?

— ¿Por qué? — frunció el ceño —. Tampoco lo sé, ¿de acuerdo? Sólo estaba molesto, dolido y no sabía qué decirle para que me dejara acercarme. Las palabras sólo salieron de mi boca y me arrepentí al acto. No debí decirlo, lo siento.

The Crown's Price [Percy Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora