17.

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Sally se encontraba arreglando los últimos detalles del vestuario de Cassandra frente al espejo mientras la Reina lo lucía con su semblante serio, el que mantenía desde hace días atrás por la pérdida de su padre. No tenía los ojos hinchados, debido a que sus ojos ya no contaban con lágrimas que botar, pero su piel pálida demostraba su sufrimiento y largas horas sin poder dormir debidamente. La mujer de ojos azules miraba de vez en cuando a la Princesa comparándola con la primera vez que la vio. Dándose cuenta de que no era la misma persona que había conocido, sus rasgos estaban más marcados y definidos, no tenía un rostro aniñado como antes y su cuerpo estaba mucho más marcado de lo que había apreciado en su casa.

Piper había comentado que Sally era una buena costurera y Cassandra, con tal de mantenerla a salvo, decidió llamarla al mismo castillo para que la ayudara con su ropa para la reunión que tenía con los reyes de Argos y Mégara aquella tarde. Sally le había diseñado una vestimenta con pantalones negros, corsé del mismo tono y una blusa blanca que era cubierta por una gran chaqueta de tono oscuro de diseños dorados y azules. Era el vestuario que usaría en caso de alguna guerra a la que tuviese que asistir, y ambas habían acordado que debía verse intimidante frente a los otros reyes para tener su atención. Annabeth se había encargado de hacerle una trenza de lado tomando todo su cabello y colocando su corona en su cabeza dándole un aire poderoso.

—¿Estará bien, Reina?—Preguntó Annabeth con temor a que la confianza que Cassandra se había forjado cayera frente a los reyes.

Asintió.—Lo estaré. Mi madre va a querer asesinarme, pero fuera de eso, creo que estoy bien, y me veo fuerte, ¿no?

—Se ve como una Reina poderosa, fuerte, decidida y hermosa—Comentó Sally levantándose con una sonrisa grande. Cassandra sonrió a medias por la calidez de sus palabras—. Mi hijo tiene mucha suerte de tenerla a usted en su vida, Cassandra, y no lo digo porque sea la Reina y mi hijo tenga un título mayor ahora, sino, porque usted es una persona muy especial, irradia luz e ilumina a las personas a su alrededor. Tiene una fuerza interna envidiable y tiene un corazón noble. Honestamente, estoy agradecida de que sea nuestra Reina.

—Lamento no haberlo traído conmigo—Murmuró Cassandra dándole frente a Sally, mostrando sus ojos brillantes por las lágrimas que querían salir, pero debía retener—. Debí... Debí traerlo, sé que no es excusa, pero lo de mi padre y mis heridas me dejaron un poco perpleja, no tenía ni la menor idea de qué hacer.

—Percy jamás le habría permitido traerlo, su vida es el ejército—Sonrió con comprensión, aunque Cassandra pudo vislumbrar el dolor de aquello, suponía que era difícil enfrentarse a la idea de que en cualquier momento podría perderlo—. Y usted debía volver a tomar lo que le corresponde, Cassandra. Volverá, él siempre lo hace.

—Sally tiene razón, Cassandra, Percy siempre vuelve, no importa qué o cuánto tarde, siempre lo hace—Sonrió Annabeth intentando tranquilizarla, pero no consiguió el resultado esperado, más bien fue peor. Jason le había comentado sin querer la relación que había tenido con el General.

—¿Sigues enamorada de él?—Preguntó provocando la sorpresa en el rostro de Sally y Annabeth. Ninguna se esperaba algo así, de hecho, estaban seguras de que jamás se enteraría de aquello. Qué equivocadas estaban.

—Yo... Princesa... Quiero decir, su Majestad... Uh... Yo no... Cómo...

—Está bien, Annabeth. Si estás enamorada de él, está bien, supongo que lo entiendo—Murmuró arreglando su cabello como forma de no mostrar nerviosismo—. Sólo me habría gustado saberlo, pude hacer algo al respecto, ¿lo sabes, verdad?

—¿Ya no hará nada para separarse de él?—Preguntó Annabeth con una expresión que Cassandra no pudo descifrar, era una mezcla de cosas que sentía.

The Crown's Price [Percy Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora