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                Unas horas después nos despedíamos de mis hijos, Vicky estaba llorando y mi pequeña todavía no entendia lo que pasaba y no hablemos ya de Edgar que estaba ahí en su cuna durmiendo.

Sali fuera y mis padres se quedaban cuidando de ellos, mi abuela también estaba y mi tio estaba avisado para volver y ocuparse de todo mientras estemos fuera.

-Mamá, no puedo esperar para marcharme, asi que prepara el bautizo de Edgar y que mi tio se encargue de que lo juran como heredero a la corona.

-No te preocupes hija, yo me encargare de todo. Tu cuídate mucho e intenta resolver los problemas cuanto antes.

Los besé y me subi a otro caballo para irme, Tormento no aguantaría otro viaje tan largo y lo dejé descansar. No me pude poner en la cabeza de los guardias como siempre estaba acostumbrada a ir, me tenían rodeada. Connor estaba a mi lado.

Paramos bien entrada la noche para descansar y al dia siguiente seguimos con nuestro viaje. Haciendo caso del consejo de mi padre, decidi contarle a Connor lo que había pasado con Edgar y su madre.

-Cuando supe que estaba embarazada de Edgar los médicos me exigieron reposo, el estrés que sufria debido a mi reciente coronación – el se quedó mirándome, escuchando – podía provocar su muerte y la mia. Recuerdo que me quede en la cama junto a mi hija y estaba contenta, ahora podría verla mas, ya que había algunos días que solo la veía durmiendo. Edgar entró en la habitación diciendo que estaban atacando el castillo desde dentro y me dejó junto a la niñera de Liesbeth. Recuerdo que delante de mi habitación tenia por lo menos 100 personas y yo me quede bien entrada la noche viendo como el acababa con cada uno de los desgraciados que nos atacaban. Sufria con cada corte suyo hasta que deje de verlo.Recuerdo que un guardia entró y me dijo que todo había terminado, pregunté por Edgar pero nadie me respondio hasta que lo vi, tumbado en una mesa en el salón, sin vida.

-Que paso? – preguntó el asombrado.

-Le mataron y cuando se dieron cuenta del error, de que a el no debían matarlo, lo escondieron. Debian matarme a mi pero mi suegra se pensaba que Edgar dejaría que esté en una batalla, luchando.

-Fue tu suegra? – me preguntó sorprendido

-Si, quería vengarse de mi por no llamarlo a el Rey, sino Rey Consorte. Como sabes, aunque tienes poder a ti no te van a respectar igual que a mi.Eres el marido de la Reina – el asintió.

-Que paso con los hombres y con tu suegra?

-Los hombres que no murieron, fueron matados todos pero de mi suegra me encargue yo – el me miro asombrado – en la plaza del pueblo, con la espada de Edgar le hice el mismo corte que el tenia para luego dejarla desangrarse y enterrarla en la fosa común junto a aquellos desalmados.

-El se podía haber recuperado?

-Si, si no lo hubieran escondido, se había recuperado, pero no fue asi.

-Por que me cuentas esto?

-Por que no quiero que haya secretos, no quiero que nadie cuente su versión o la que haya escuchado. Edgar murió por una venganza que era para mi y yo me encargue de matar a la culpable.

-Te sentiste mejor después de matarla?

-No, de hecho eso me molesto mas que nada, no sentí alivio ninguno, segui llorando a Edgar cada noche mientras por el dia me converti en la mujer que hoy tienes al lado.

-No eras asi antes?

-Si, era decidida, impulsiva, fuerte, pero aquel dia me hizo mas fuerte todavía, mas exigente. Debia darle lo que el pueblo necesitaba, y lo que no era es una Reina débil, llorando la muerte de un ser que puede ser sustituido. Y – no le deje hablar – aunque suene mal, para el pueblo yo no soy una mujer que tiene sentimientos, que amaba a su marido, para ellos yo soy la imagen de la divinidad y como tal debo portarme.

El se acerco a mi y me besó la frente y me acaricio la espalda.

-Desde el dia que nos conocimos tuviste un nuevo hombro donde llorar, alguien a quien te apoye cuando estes a solas, que te haga feliz a ti y a nuestros pequeños. Y si, esos maravillosos niños son mis hijos desde el dia que nos casamos.

-Gracias – el me sonrio y seguimos con el viaje

En parte era feliz por que yo me había desahogado con el y por mi parte ya no había secreto alguno aunque estaba triste por que el no se había abierto conmigo todavía. Pensé que ya lo haría, de todas maneras luego hablaría con mi padre a mi vuelta, si nada cambiaba, quizás el sabría darme un buen consejo.

Llegamos a las tierras de Edgar. Antes de subir la colina y que todos vieran que se acercaban caballos del baúl que llevábamos saque mi capa con los colores del clan Steward y Hamilton. También dije de alzar la bandera con el escudo de la Casa Real, al verlo, los hombres me reconocerían y no atacarían.

Bajamos la colina despacio, yo estaba ya en la cabeza del grupo y Connor iba detrás mio, dos pasos más atrás. Las puertas de hierro se abrieron y la gente que estaba por las calles del pueblo dejaron de hacer sus cosas para mirar quienes venían.

Algunas mujeres me miraron asombradas, desde que nos marchamos al castillo nadie volvió por aquí y no sabia si ellos estaban al corriente de la muerte de su laird. Pase por todo el pueblo hasta llegar a las murallas que separaban mi casa del pueblo y ahí estaba Efran y Donal esperándome.

-Majestad – se inclinaron ellos

-Dejaros de tonterías y dadme un abrazo – ellos desconfiados se acercaron a mi y me abrazaron los dos a la vez. – Chicos, sois mas fuertes que yo y me estais estrujando – ellos se apartaron corriendo y se relajaron cuando escucharon mi risa. – Os presento a mi marido Connor.

Ellos se apretaron la mano y yo subia las escaleras para pasar dentro de la que fue mi casa, y lo seguía siendo. Nos sentamos en la mesa del comedor los cuatro y la cocinera nos sirvió el desayuno.

-Nos enviaron una carta del castillo – Efran me la tendió – nos dijeron que Edgar había muerto y que hasta nueva orden el clan Hamilton pasaba a propiedad de la corona. El pueblo está inquieto, no saben lo que va a ocurrir con ellos ni quien será el nuevo Laird.

-El clan Hamilton no pasó a ser propiedad de la Corona, no es parte del castillo, otra propiedad mas. Sois el pueblo y la familia de Edgar y asi seguirá siendo.

-Entonces? – preguntó Donal

-El mismo dia que Edgar murió supimos de que estaba en estado de buena esperanza, por lo tanto hay un heredero, tanto al trono como al clan vuestro y de mis padres. Pensé en dárselo como dote a Victoria, llegado el día, pero hasta entonces el clan es propiedad mia, de Lady Steward Hamilton no de la Reina.

-Que le sucedió? En la carta solo nos explicó que el había fallecido.

Donal y Efran me escuchaban tranquilos mientras yo les relataba el dia que Edgar fue asesinado y luego como cobre mi venganza. Lloramos los tres por aquel hombre tan maravilloso.

-He traido una cosa, para que quede claro quien son los dueños de este lugar di la orden de colgar un cuadro mio y de Edgar en el pasillo de la entrada y quitar esa cosa tan fea que hay ahí – todos sonrieron

-Las cosas por aquí están mal, la gente no sabe que sucederá, los clanes vecinos están dispuestos a atacarnos con tal de conseguir ellos una propiedad más.

-No lo voy a permitir y eso lo sabeís, de hecho, parte de los 500 hombres que me acompañan se quedaran aquí para refuerzo y para que a la gente le quede claras mis intenciones esta noche daremos una cena para todos, no quiero nada de comedores sino hogueras fuera.

-Nosotros nos encargaremos – dijo Donal.

-Ahora, decidme quien se encarga de las cuentas y todo lo del clan?

-Nosotros dos – contestó Donal – tal y como Edgar lo dijo en su dia.

-Os importaría seguir haciéndolo? No confío en nadie más – ellos asintieron – gracias, ahora me iré a ver como esta toda la casa y os vere en la hora de la comida.

2.Elsbeth- Saga BethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora